Como en la Edad Media
José-Marín Sánchez Murillo - 18-02-2021 - 11:15 H - min.
Presidente del Colegio de Veterinarios de Badajoz
Hace un año que comenzó la terrible pandemia por SARS-CoV-2. Si no recuerdo mal, he escrito dos veces al respecto haciendo algunas reflexiones siempre desde la perspectiva veterinaria. En la primera ocasión recordaba que, en ausencia de tratamiento curativo y de vacunas, teníamos que confiar en nuestro sistema inmunitario. Posteriormente hablé de salud mental, algo que me preocupaba entonces y que me sigue preocupando, no ya por las costumbres que el virus nos ha arrebatado, sino también por las consecuencias económicas que se avecinan.
Hoy, después de tres olas pandémicas, parece tan complicado combatir la expansión de la enfermedad… No somos capaces de entender que el virus sigue entre nosotros, incluso con mayor capacidad de contagiar si hacemos caso a las nuevas variantes.
Nos hemos acostumbrado a los escalofriantes datos de mortalidad y contagio. Lo cierto es que, por lo menos, hemos aceptado resignados la suspensión de los Carnavales y Semana Santa, seguramente porque hemos escarmentado con las fiestas navideñas.
No puedo evitar comparar lo que está pasando con lo que ocurría en la Edad Media, que fue una de las etapas en la historia de la humanidad más descorazonadoras y tristes, donde los aspectos sociales sufrieron un gran retroceso. La peste, que azotó Europa desde finales de la Edad Media, hasta bien avanzada la Edad Moderna, fue un constante factor de miedo en la sociedad. Las corporaciones laborales prohibían a sus miembros trabajar durante la noche, ya que ella estaba destinada para la pausa y el reposo. La gente se levantaba al alba y se acostaba al anochecer, que era el tiempo que duraba la actividad. Salvando las distancias, es un poco lo que está pasando ahora con el toque de queda.
Si hacemos las cosas bien podemos evitar la catástrofe sanitaria y también, como no, la económica. Solo falta pedirle a la Administración más agilidad en la vacunación igual que en su momento pedimos la utilización masiva de las técnicas de diagnóstico.
Para finalizar, quiero lanzar el mensaje de esperanza que supone el hecho de saber que hay ya muchas personas infectadas y por tanto inmunizadas, y se está, aunque de manera lenta, vacunando al resto de la población.
Hasta que eso ocurra y alcancemos la ansiada inmunidad de rebaño, permanezcamos escondidos como en la Edad Media y no olvidemos que hay que ponerse mascarilla, porque es la única manera para que el virus no nos vea.