La Asociación Británica de Veterinarios informa de que se ha detectado, en un gato importado del país, la variante del coronavirus felino FCoV-23, que provocó la muerte de miles de gatos en Chipre
Alerta en Reino Unido tras la llegada de una nueva cepa de coronavirus felino que mató a miles de gatos en Chipre
La Asociación Británica de Veterinarios informa de que se ha detectado, en un gato importado del país, la variante del coronavirus felino FCoV-23, que provocó la muerte de miles de gatos en Chipre
Francisco Ramón López - 14-11-2023 - 12:45 H - min.
La Asociación Británica de Veterinarios (BVA) ha comunicado la detección de la nueva cepa de coronavirus felino (FCoV-23), identificada por primera vez en un reciente brote en Chipre, en un gato importado de Chipre al Reino Unido. Un gato infectado con FCoV-23 puede desarrollar peritonitis infecciosa felina (PIF), que puede provocar la muerte si no se trata.
El brote de Chipre desató la voz de alarma en la comunidad veterinaria europea y mundial, pues, según los datos de asociaciones del país, esta nueva cepa causó la muerte de miles de gatos en la isla.
La asociación explica que el gato fue importado de Chipre y desarrolló síntomas en el Reino Unido. “El riesgo de que este gato haya propagado la infección es muy bajo, especialmente si se le ha mantenido en el interior”, indican.
Desde la BVA señalan que el coronavirus felino y la PIF se han observado en el Reino Unido, pero no se sabía hasta ahora que las cepas existentes de FIP se propagaran entre gatos. “La velocidad a la que FCoV-23 se propagó por Chipre sugiere que este nuevo virus se está comportando de manera diferente y que se está transmitiendo de gato a gato, probablemente a través de las heces. Este es un cambio preocupante”, advierten.
“La llegada del FCoV-23 al Reino Unido es muy preocupante, pero hasta ahora parece ser un caso aislado en un gato importado, y se han tomado medidas para minimizar cualquier propagación del virus”, tranquiliza la presidenta de la BVA, Anna Judson.
En este sentido, recuerda que no se conoce ningún riesgo para las personas, pero los propietarios de mascotas deben permanecer atentos, porque el virus puede causar peritonitis infecciosa felina, que si no se trata puede ser fatal para los gatos. “Si los propietarios tienen alguna inquietud sobre su mascota, deben hablar con su veterinario de inmediato”, añade.
“El descubrimiento de FCoV-23, combinado con los crecientes casos de Brucella canis en perros que llegan a nuestras costas, muestra que el Reino Unido es seriamente vulnerable a las enfermedades importadas. El Gobierno debe tomar medidas en esta cuestión crucial introduciendo las medidas de prueba de importación que la BVA ha estado pidiendo desde hace mucho tiempo”, manifiestan.
Desde la BVA consideran que se necesita más investigación para comprender si algunos gatos pueden contraer el FCoV-23 pero no enfermarse, actuando como portadores potenciales que pueden transmitirlo a otros gatos. También se desconoce si algunos gatos tienen una resistencia natural al virus que los hará menos propensos a enfermarse.
“El virus de la peritonitis infecciosa felina (PIF) no suele transmitirse directamente de un gato a otro. Se necesitan más investigaciones para confirmar cómo se transmite el virus FCoV-23; sin embargo, nueva evidencia sugiere que los gatos pueden transmitirlo a otros gatos, probablemente a través de una ruta de transmisión fecal-oral”, destacan.
Asimismo, apuntan que actualmente no hay evidencia de un aumento de enfermedades en perros u otras mascotas donde se ha identificado el virus. Tampoco se sabe si otros animales, como las especies de presa, pueden portar el virus sin mostrar signos de enfermedad.
“En las primeras etapas de la FIP, pueden aparecer signos generales de mala salud, como apatía, reducción del apetito, pérdida de peso y fiebre. Más avanzada la enfermedad, los síntomas pueden incluir hinchazón del vientre, dificultad para respirar o signos del sistema nervioso, como caminar tambaleante, espasmos, colapso o convulsiones”, explican.
Por último, recuerdan que hay tratamiento disponible para tratar la FIP y los propietarios deben hablar con sus veterinarios si tienen alguna inquietud sobre su mascota.