MARTES, 19 de marzo 2024

MAR, 19/3/2024

ENTREVISTA

Roberto Elices

Profesor de Nutrición Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid

“Los veterinarios tenemos que pasar de ser vendedores de alimentos a ser asesores nutricionales”

Roberto Elices

Profesor de Nutrición Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid

“Los veterinarios tenemos que pasar de ser vendedores de alimentos a ser asesores nutricionales”

Francisco Ramón López - 29-07-2019 - 14:39 H - min.

Dieta ancestral y carnívora de las mascotas, la importancia de las proteínas en su alimentación, las dietas BARF… El interés por la nutrición de los animales de compañía se ha colado de lleno en el mundo veterinario. Y es que, el avance de la sociedad y el hecho de que en muchos hogares las mascotas ya sean consideradas como un miembro más de la familia, ha hecho aumentar la preocupación de los propietarios por la nutrición de estos. Sin embargo, esta preocupación es un arma de doble filo, ya que, los propietarios desconocen muchos aspectos de la naturaleza del perro y el gato en materia de alimentación, como revelaba una reciente encuesta de la compañía de salud animal Virbac.

Animal's Health ha hablado con el experto en nutrición animal, el profesor Roberto Elices, para abordar todo lo relativo al papel de los hidratos de carbono y de las proteínas en la dieta y la prevención de la obesidad, las últimas tendencias en alimentación del sector petfood (la comida casera o la comida cruda) o la relación de los perros y gatos de ahora con sus ancestros cazadores.

Elices es licenciado y doctor en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y ejerce como profesor de Nutrición Animal de la Facultad de Veterinaria de esta institución desde 1990.  Además, es asesor científico en centros veterinarios privados, así como del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y de la industria farmacéutica, siendo su principal área de trabajo la nutrición de especies monogástricas: perros, gatos y caballos.

Nacido en 1965, afirma que siempre ha tenido “pasión por los animales”, por lo que ya “tenía claro” a la edad de 4 años que quería ser "médico de animales". Este interés, explica que viene de ver programas de televisión como ‘Planeta Azul’ y ‘El hombre y la Tierra’, o películas como "El libro de la Selva", pero sobre todo de libros como las enciclopedias ‘Vida íntima de los Animales’, ‘Fauna’ o ‘El Mundo de los Animales’.

Elices, ha tenido muchos animales de compañía desde que hace 36 años conociera a su gata Chiska. A día de hoy, sigue conviviendo, junto con su esposa e hija, con Melendis y Cucuso, sus dos gatos —lamenta que acaba de perder a Chispitas tras 16 años de compañía—. Aficionado al arte, la alta montaña y el submarinismo asegura que al final cumplió su sueño, ser veterinario.

P. ¿Por qué te decidiste por la rama de la nutrición veterinaria? No es precisamente la más popular.

R. Yo entré en el año 1990 en la facultad de Veterinaria como profesor, en la cátedra de nutrición animal. A mí siempre me gustaron los animales de compañía, de hecho, siempre he intentado estar rodeado de ellos, y lo que veía era que había un vacío que los veterinarios no cubríamos.

A partir de ahí, comencé a estudiar esta especialidad, a ir abriéndome camino poco a poco. En ese tiempo, la nutrición de animales de compañía estaba en pañales y después de estos casi 30 años hemos avanzado bastante.

Pero lo cierto es que dedicamos muchos créditos a los animales de abasto cuando vemos que, año tras año, los ingresos que obtiene este mercado bajan, mientras que los de animales de compañía están subiendo, incluso a un ritmo de un 5% anual, sobre todo en algunas economías emergentes como China, India o Vietnam, donde ya se están integrando los perros y gatos en los hogares.

Por fin, ya se empieza a ver en los libros de veterinaria y salud animal, que en el apartado de enfermedades, se da importancia a la nutrición animal. Ya no es un pequeño párrafo, sino un par de páginas dedicadas a la nutrición en los casos de animales que sufren una patología concreta. También, se ven más manuales de nutrición fisiológica tanto del perro como del gato.

Como te decía, me dedique a estos animales porque había un nicho que me llamaba mucho la atención.

P. ¿Cuál es el papel del veterinario en la nutrición de los animales de compañía? ¿Consideras que es un campo explotado por estos profesionales?

R. A ver, en mi opinión, el papel del veterinario en la alimentación de los animales de compañía es esencial, porque hay que recordar que todas las especies comen todos los días y no siempre se le da la importancia que debería tener, tanto en el ámbito de la fisiología como de la patología, porque no olvidemos que la nutrición hay que considerarla tanto en un animal sano como en uno enfermo.

A veces, tengo mis dudas de si se le esté dando el valor que merece. Y es que, por ejemplo, en los planes de estudio, el peso que tiene en el grado de Veterinaria es escaso, no llega al 2%, y si entramos en el ámbito de la nutrición de animales de compañía, del perro y del gato, nos movemos en cifras de 0,06% y en el caso concreto de la obesidad del 0,03%, eso son dos horas al año.

Creo, que en este ámbito los tenemos un poco olvidados, cuándo está demostrado que su salud y su bienestar depende de una buena alimentación. 

P. Parece que, en los últimos tiempos, el veterinario ha perdido su influencia en nutrición debido en parte, al auge de la venta online. ¿Crees que es un error? ¿Deberían las marcas volver a apostar por el canal veterinario?

R. Siempre considero que es un error no buscar al profesional adecuado para cada situación. Dicho esto, hay que recordar que el mundo de la alimentación y la nutrición es complejo, porque muchas veces viene extrapolado de la alimentación humana.

Con el auge de la venta online, que va a ser la tendencia, los veterinarios vamos a tener que pasar de ser unos meros vendedores de alimentos a, efectivamente, ser asesores nutricionales de las mascotas. Y no puede ser solamente en la primera consulta, tiene que ser desde el primer día de su vida hasta el último, pues se producen muchos cambios, tanto en la juventud como en la senectud.

No podemos competir en precio con las grandes tiendas online, así que tenemos que hacerlo en calidad, asesorando igual que se hace con las vacunas, o con los programas de desparasitación. Nuestro trabajo tiene que adaptarse si no queremos perder peso en el control de la salud y bienestar de nuestros pacientes.

Ocurre también que los propietarios, en sus decisiones de compra, no dan tanta importancia a la alimentación como se debería. Es curioso, porque algunos invierten dinero en comprarse un animal de pedigrí y luego escatiman en su alimentación.

Ya se demostró en 2002, en un estudio llevado a cabo durante 15 años, que los perros con mejor alimentación viven un 15% más y con mejor calidad de vida.

Además, el propietario muchas veces toma las decisiones, bien por grupos de presión, como puede ser el grupo de amigos del parque o foros de internet, donde otro propietario recomienda una dieta porque la toma él y entonces quiere que la tome también su mascota.

Aquí entra en juego una patología ya descrita, que es la ortorexia nerviosa (la obsesión con la comida sana), que transmitimos a nuestros animales de compañía y que hace que todo el mundo crea que sabe que es lo mejor en cada momento y que es lo que debe comer tanto el propietario como la mascota, y las cifras de obesidad demuestran que se están cometiendo errores.

P. ¿Por qué son tan importantes unos niveles altos de proteína en los perros y los gatos?

R. Aquí, hay que aclarar primero, que el aporte energético viene de tres fuentes: proteínas, hidratos de carbono y grasas. Las grasas son las que tienen mayor cantidad de energía en relación a su volumen, alrededor del doble que las otras dos, y su exceso —aunque no se puede aplicar aquí lo conocido de medicina humana a la veterinaria—, puede tener algunos inconvenientes.

Y es que el exceso de energía, en general, es el principal factor de obesidad primaria, aquella en la que no media ninguna enfermedad. Hablamos, en este caso, de situaciones en las que un incremento de la ingesta de energía o una disminución del gasto energético hacen que el organismo se encuentre en balance energético positivo, y esa energía excedente es la que se deposita en forma de grasa en las zonas de reserva.

Es por esto, por lo que preferiblemente, los nutrientes que nos aportan la energía deberían estar reducidos en grasa, por su facilidad para generar un balance energético positivo, aunque es cierto, que hay ciertos ácidos grasos esenciales que deben ser aportados.

Quedan, por tanto, como fuentes principales para aportar la energía, los hidratos de carbono y las proteínas, que tienen un aporte energético similar. La diferencia, es que los hidratos de carbono son muchos más eficientes para utilizarse como energía, las proteínas son más ineficientes. Esto hace a los hidratos de carbono más proclives a crear un superávit de energía, y su exceso se almacena inicialmente como glucógeno y a continuación en forma de grasa corporal: esta es la explicación de la asociación hidratos de carbono y obesidad.

Por esto, si utilizamos las proteínas como principal fuente de energía y de nutrientes, estamos disminuyendo el aporte energético diario y el riesgo de crear un excedente.

De acuerdo con ello, para una mascota no enferma sería interesante que el mayor aporte energético diario se correspondiese con la proteína, emplear los hidratos (almidón) a unos niveles que permitan un óptimo tratamiento tecnológico y un nivel de grasas acorde a las recomendaciones.

Por otra parte, esta ineficiencia por parte de la proteína podría ser una estrategia en la prevención de la obesidad y de las enfermedades asociadas (p.ej. Síndrome metabólico).

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    Roberto Elices durante la entrevista

P. Recientemente la Asociación para la Prevención de la Obesidad de las Mascotas ha hecho público el informe relativo a las tasas de obesidad en mascotas de 2018, estimando que el 59,5% de los gatos y el 55,8% de los perros sufren de sobrepeso u obesidad, solo en Estados Unidos. ¿Qué está fallando entre veterinarios y propietarios? ¿Hasta qué punto es preocupante?

R. Es cierto que las tasas de sobrepeso u obesidad son de 2 de cada 5 mascotas. A mí no me gusta hablar de sobrepeso y obesidad, porque si las tratamos como dos cosas distintas, lo único que conseguimos es una justificación para no poner tratamiento a esta patología emergente, clasificada tanto en medicina humana como veterinaria como la “pandemia del siglo XXI”.

Estas cifras denotan una pérdida del control del manejo nutricional de estos pacientes. Es una patología compleja y complicada, porque gira en torno a tres factores.

Por un lado, está el paciente, que tiene que ser bien diagnosticado, para descartar que la obesidad sea secundaria y se deba a otra enfermedad como el síndrome de Cushing o el hipotiroidismo.

El segundo factor es el equipo veterinario y su manera de afrontar este problema. Tenemos que admitir parte de la responsabilidad y es que cuando no queremos enfrentarnos a una realidad intentamos obviarla y minimizarla y hay que tener claro que cuando un paciente está obeso lo está sí o sí. No tenemos ningún reparo en explicarle a alguien si su perro tiene cáncer o una fractura, pero parece que no nos gusta hacerlo en este caso, porque trabajamos en una zona de conflicto en la que no queremos entrar, porque genera frustración, rechazo o incluso la pérdida de un cliente.

Finalmente, es en el propietario donde está el gran caballo de batalla. El propietario confunde muchas veces el acto social de comer que tenemos los humanos con la alimentación de un animal de compañía. En estos animales, la alimentación es una necesidad, no un acto social. No es como si tú o yo quedamos para tomar unas cañas y unas tapas.

Por otro lado, muchos tienen una sensación de culpabilidad por no pasar el tiempo necesario con sus mascotas, y lo suplen dándole de comer, porque ven que lo celebra. Lo que tienen que saber también es que la mascota lo celebraría exactamente igual si dedicasen un rato a jugar con ella, por ejemplo.

Luego hay otra realidad, y es que no perciben el peso y la condición corporal real de su mascota. En medicina humana pasa lo mismo, cuando a unos padres les ponen siluetas de sus hijos, si tienen sobrepeso le dan un punto menos del que realmente tienen.  Trabajar este campo es muy complejo, porque a nadie le gusta que les digan que sus niños son feos ni que su mascota tiene sobrepeso.

P. También parece que se leen cada vez más casos de alergias e intolerancias, ¿a qué crees que se debe?

R. No estoy del todo de acuerdo con esa afirmación, porque las tasas de alergias o intolerancias alimentarias son muy bajas, se manejan cifras del 0,1% al 2,4%, lo que es muy, muy, muy bajo. Habría que, además, ver si están bien diagnosticadas, lo que es complejo y laborioso, y conlleva unos costes que muchas veces el propietario no asume.

Los veterinarios, a veces, en este y otros ámbitos, trabajamos con una excesiva presión e impaciencia por parte de los propietarios, que nos obligan a tomar decisiones rápidas, y este es uno de estos casos.

Se les va cambiando la dieta a ver si la nueva funciona y si la mascota parece que mejora pues hemos terminado el diagnóstico, y muchas veces, no es correcto.

P. En los últimos años han ido cogiendo fuerza algunas tendencias en el sector de la alimentación para animales de compañía ¿qué opinas, por ejemplo, sobre las dietas caseras?

R. Una dieta casera puede ser adecuada, es decir que sea completa y equilibrada, siempre que esté diseñada y formulada por un veterinario que domine la nutrición animal. Tienen que asumirse unas reglas, no solo en cuanto a cantidades —hay que tener una balanza de cocina y pesar los alimentos— sino que debe de haber unos protocolos en cuanto a tiempo de cocción, homogeneidad de la mezcla o seguridad alimentaria. Luego, puede que después de hacer todo esto, al perro no le guste.

Yo creo, que la utilización de alimentos comerciales nos facilita la vida a todos, porque no disponemos de tiempo para cocinar para ellos, pero se podría hacer sin ningún tipo de problema, siempre y cuando el propietario tenga el compromiso de seguir las reglas que le prescribe el profesional veterinario.

P. ¿Y sobre las dietas de comida cruda, conocidas también como BARF?

R. Estas dietas se han puesto un poco de moda basándose en la idea de que los ancestros de los animales de compañía tomaban alimentos crudos. Pero a mí, personalmente, me parecen una barbaridad por un doble motivo, por un lado, su carga microbiana es elevadísima, por lo que pueden transmitir enfermedades tanto a otros animales como al ser humano. Estamos hablando de Listeria, Leptospira, Yersinia, Escherichia Coli o Salmonella. Desde mi punto de vista no es nada recomendable.

Por otro lado, todos los tratamientos tecnológicos desactivan tanto esta carga microbiana como toxinas y factores antinutritivos presentes en alimentos crudos y, además mejoran la digestibilidad del almidón y los hidratos de carbono.

P. Hablabas de elevada carga microbiana en la comida cruda. Recientemente, distintos estudios han señalado alta prevalencia de bacterias y, hace poco, surgió un caso en Reino Unido de tuberculosis en gatos que comían comida cruda que terminó afectando también a humanos ¿Hasta qué punto es peligrosa la comida cruda?

R. Estamos hablando de que los animales de compañía están ingiriendo una elevada carga microbiológica que pueden diseminarla por las diferentes vías de excreción: orina, heces o incluso jadeo.

Vuelvo a repetir: yo no lo recomendaría. Si uno de los grandes avances en la alimentación humana ha sido la seguridad alimentaria, y el tratamiento térmico forma parte de ella, considero que esto también debería ser aplicable a pequeños seres que nos quieren mucho y de los que somos responsables de su salud, no como veterinarios, sino como propietarios.

P. Una de las razones por las que los propietarios se terminan decantando por dietas caseras o de comida cruda, o incluso ambas a la vez, es porque consideran que el alimento industrial para animales de compañía no es adecuado y no tiene la cantidad apropiada de proteína de calidad, ¿tienen razón?

R. Bueno, esto es como todo. El mercado del alimento para animales de compañía es tremendamente amplio, con diferentes calidades y precios. Lo que sí es cierto, es que, desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, deben de cumplir algunas normas que los hacen más seguros que los alimentos caseros.

El gran problema, proviene de la calidad de los ingredientes utilizados, que los propietarios perciben como subproductos o aditivos, cuando algunos de ellos son necesarios y no tiene por qué suceder absolutamente nada.

Es verdad que algunas compañías, bajo la legislación actual, a veces ofrecen una información escasa o deficiente, que puede confundir al propietario, no es lo mismo una harina de carne que una harina de carne y hueso o de hueso y plumas.

Lo que habría que pedir en todo caso, en cuanto a las proteínas, es valorar su calidad, con preguntas a los veterinarios como la relación cenizas-proteína, aminoácidos esenciales-proteína o aminoácidos esenciales-no esenciales, digestibilidad in vitro. Estas preguntas también se las deberían de hacer los veterinarios a las compañías.

Eso sí, si lo que espera el propietario es lomo alto de buey, o solomillo o ventresca de bonito en un alimento con estos rangos de precios que se vayan olvidando, porque no existe.

P. Otra de las razones por las que los propietarios dan comida cruda a sus perros y gatos es porque consideran que se acerca más a lo que comen sus parientes salvajes. ¿Hasta qué punto es cierto que los perros y los gatos son carnívoros como sus ancestros?

R. Tanto el perro como el gato pertenecen al orden carnívora, pero también lo hace el oso panda y come bambú. Eso es taxonómicamente. Sí, es cierto que anatómicamente y fisiológicamente ambos son carnívoros, están preparados para consumir productos derivados de otros vertebrados.

En el caso del perro, con la evolución ha habido una diferenciación a nivel de su genoma que permite la utilización con bastante eficiencia de los hidratos de carbono. Concretamente, existen tres genes que han mutado a lo largo de estos años del proceso de domesticación. Por lo tanto, se les puede considerar carnívoros adaptativos o no estrictos u omnívoros adaptativos.

En los gatos esto no se produce. El gato es un carnívoro estricto sí o sí, y depende de la proteína y la grasa como principal fuente para la obtención de la energía (se encuentran en un estado permanente de neoglucogénesis) además de ciertas limitaciones en la presencia de algunas enzimas que participan en el metabolismo de los hidratos y la necesidad de ciertos tipos de ácidos grasos debido a su incapacidad de síntesis (ác. Araquidónico).

P. Se conocen casos de propietarios veganos que alimentan a sus perros o gatos de la misma forma, ¿se le puede dar una dieta vegetariana a un perro o un gato?

R. Como hemos dicho, todo lo que sea completo y equilibrado es válido. El problema que veo muchas veces, y que surge continuamente en diferentes foros, es que el concepto vegano o vegetariano va asociado a una filosofía de vida ecológica u orgánica y natural.

Y se puede hacer un alimento perfectamente vegano, eso sí, va a haber que suplementarlo. Eso quiere decir que va a haber que utilizar productos de síntesis o procedentes de alimentos de origen animal. Entonces, es cuando se choca con la filosofía. Estamos utilizando ingredientes “ecológicos”, pero esa dieta no será ecológica porque va a haber que suplementar.

Y en el caso del gato, al ser un carnívoro estricto, intentar hacerlo 100% vegetariano sin la suplementación es una barbaridad.

Además, nos queda una última puntualización. Y es que las proteínas de origen vegetal son muy diferentes a las proteínas de origen animal. En su digestibilidad, en su valor biológico, en el comportamiento que tiene a lo largo del tránsito digestivo, como puede ser el tiempo de evacuación. Todo esto influye en el control hormonal del proceso digestivo. Hay que manejarlo con cuidado y precaución.

P. Después de haber abordado todos estos conceptos, ¿Qué recomendación debe dar un veterinario a un propietario a la hora de comprar comida para sus animales de compañía? ¿En qué deben fijarse en la etiqueta?

R. Como en casi todas las áreas, lo que hay que hacer es consultar siempre con el profesional adecuado.

El problema, en este caso concreto, es que la información de las etiquetas es mejorable, tanto en a nivel del propietario como del veterinario, pero ya se están viendo avances y mejoras. De hecho, en una reunión de la Federación Europea de Alimentación para Animales de Compañía (FEDIAF), un grupo de investigadores y profesores de universidad, pedimos que la información de las etiquetas fuese más clara o de fácil comprensión para un veterinario no muy interesado en nutrición o incluso para un propietario.

Entonces, mi recomendación para los propietarios es que acudan a un veterinario, si pueden que sea uno que domine el campo de la nutrición de animales de compañía. Es cierto, que a nivel europeo hay pocos que nos dediquemos a esto, en Estados Unidos alguno más. No es una disciplina como pueda ser la traumatología o la cirugía digestiva o la oftalmología.

Como digo, y en esto coincidimos varios colegas dedicados a la nutrición de distintos países, que es una disciplina que aburre, que no gusta, que no es completamente satisfactoria y que a veces nos causa mucha frustración, es como el patito feo de la medicina veterinaria.

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