Un estudio ha descubierto “discrepancias considerables” entre el contenido de nutrientes analizado y declarado en dietas crudas a base de carne, lo que puede generar concentraciones deficientes o excesivas de proteínas, grasas y minerales
Las dietas crudas comerciales pueden generar deficiencias nutricionales
Un estudio ha descubierto “discrepancias considerables” entre el contenido de nutrientes analizado y declarado en dietas crudas a base de carne, lo que puede generar concentraciones deficientes o excesivas de proteínas, grasas y minerales
Redacción -
09-11-2022 - 16:54 H - min.
La alimentación con dietas basadas en carne cruda, conocidas como BARF, se está convirtiendo en una práctica cada vez más frecuente entre los propietarios de perros y gatos, y la comida cruda comercial para mascotas en este ámbito es una opción emergente, pues se presenta en formatos listos para usar muy convenientes para los titulares.
Para conocer mejor la adecuación nutricional y de higiene de estos alimentos, un grupo de investigadores de las universidades de Bolonia, Viena y Munich analizó cuarenta y cuatro muestras de comida cruda comercial congelada para perros o gatos, elegida entre 3 de los principales vendedores alemanes por internet para dichos productos en Alemania.
Para conocer la adecuación nutricional, se comparó el contenido de proteínas, grasas, calcio, fósforo, zinc y cobre (expresado en g nutriente/Mcal) con el nivel mínimo recomendado de nutrientes proporcionado por la Federación Europea de Alimentación para Animales de Compañía (Fediaf).
Los investigadores descubrieron que el 9% de las dietas crudas a base de carne carecían de al menos una información obligatoria en su etiquetado, principalmente contenido de fibra y ceniza bruta. Además, entre los constituyentes analíticos, se dieron discrepancias con respecto al contenido de proteína bruta y grasa en el 33% y 45% de las dietas, respectivamente.
Así, se encontró que el contenido de grasa medido era un 34% más alto que el declarado, llegando incluso al 141% en algún caso. En la misma línea, en el 19% de las dietas analizadas se encontró que el contenido de cenizas era un 33% más alto.
En este sentido, describen que las dietas comerciales analizadas eran en su mayoría ricas en grasas y, en consecuencia, en energía metabolizable. En este punto, recuerdan que los alimentos con una concentración de energía superior a la esperada son especialmente indeseables en animales con sobrepeso y obesos, así como en animales en crecimiento, pues puede resultar en un suministro inadecuado de nutrientes.
En cuanto a la proteína, el 26% del total aportaron menos proteína que la mínima recomendada por FEDIAF, lo que creen que puede deberse a su alto contenido en grasa, como lo demuestra la correlación negativa entre el contenido de grasas y proteínas. “La alimentación con una dieta alta en grasas, alta en energía y baja en proteínas conduce a una ingesta deficiente de proteínas (y aminoácidos) o a un exceso de energía”, afirman.
En sus análisis, se identificaron desequilibrios minerales, a pesar de que estaban etiquetadas como alimento completo para mascotas. Así, las dietas crudas que contenían solo carne y subproductos cárnicos provocaron una ingesta insuficiente de calcio y fósforo, mientras que algunos productos que contenían huesos excedieron el máximo nutricional de esos minerales.
Por lo tanto, los autores insisten en que los veterinarios y los propietarios deben ser conscientes de que “la alimentación con dietas basadas en carne cruda sin fuentes minerales en su lista de composición puede provocar deficiencias de minerales y no debe considerarse apropiada para animales en crecimiento y alimentación a largo plazo de adultos”.
En el otro extremo, en el estudio, tres dietas destinadas a perros adultos y en crecimiento excedieron el máximo nutricional de calcio para el crecimiento canino (rango de 260% a 467%) y dos de cada tres también excedieron el máximo de calcio para la fase adulta (rango de 358% a 644%).
Los investigadores advierten que esto puede desembocar en un posible deterioro del desarrollo esquelético en perros en crecimiento alimentados con dietas crudas a base de carne comerciales ricas en huesos, especialmente para perros de razas grandes y medianas.
Por otro lado, indican que el 68% y el 61% de las dietas comerciales que se evaluaron no lograron cubrir el mínimo recomendable de zinc y cobre, respectivamente. Esto es aún peor, según los autores, pues el alto contenido de calcio y fósforo pueden reducir aún más su absorción.
Justo en el sentido contrario, una dieta tenía un contenido muy alto de cobre (300%), probablemente procedente de hígado etiquetado como despojos de cordero. “El exceso de cobre en la dieta ha sido motivo de preocupación recientemente debido al aumento percibido de la hepatopatía asociada al cobre en los perros”, señalan.
Asimismo, seis dietas (cuatro para perros adultos y dos para animales en crecimiento) excedieron el máximo legal de zinc. Estos productos declararon una adición de monohidrato de sulfato de zinc que oscilaba entre 39 y 50 mg Zn/kg, mientras que la concentración analizada era de dos a cuatro veces superior a esta.
Por todo ello, aunque entienden que este tipo de dietas pueden ser la “solución deseada para los propietarios que desean evitar alimentar a sus mascotas con alimentos procesados”, el estudio demuestra “discrepancias considerables” entre el contenido de nutrientes analizado y declarado, lo que provocó concentraciones deficientes y/o excesivas de proteínas, grasas y ciertos minerales en comparación con las cantidades diarias recomendadas.