Médicos y veterinarios colaboraron en una investigación que reveló el papel oculto de la microbacteria M. caprae en un evento zoonósico a largo plazo que había pasado desapercibido durante 18 años
Una investigación ‘One Health’ descubrió la bacteria detrás de numerosos casos de tuberculosis humana en Almería
Médicos y veterinarios colaboraron en una investigación que reveló el papel oculto de la microbacteria M. caprae en un evento zoonósico a largo plazo que había pasado desapercibido durante 18 años
Francisco Ramón López - 23-03-2023 - 19:45 H - min.
Mycobacterium caprae pertenece al complejo Mycobacterium tuberculosis (MTBC), pero no fue reconocida como una especie separada hasta 2003. Esta micobacteria es el principal agente causante de la tuberculosis (TB) en las cabras, pero también infecta a otros animales domésticos y salvajes y a los humanos.
Algunas de sus características hacen que M. caprae puede permanecer sin identificar a nivel de especie, pues muchos laboratorios solo se limitan a confirmar que el patógeno pertenece al MTBC. Además, a nivel clínico, la mayoría de los casos humanos se presenta con compromiso pulmonar y sin características especiales.
Estas singularidades de M. caprae fue lo que provocó que un grupo de investigadores españoles —así lo explican en un estudio— se interesaran por conocer a fondo un pequeño conglomerado familiar de casos de tuberculosis en Almería, que terminó llevando al descubrimiento de la presencia oculta de esta micobacteria como la causante de infecciones humanas en la zona.
Y es que, tras aplicar dos pruebas, el análisis del número variable de repeticiones en tándem y de secuenciación del genoma, descubrieron que los aislamientos en realidad eran M. caprae. Este hallazgo los llevó a identificar que, entre los casos de tuberculosis diagnosticados en el mismo hospital de Almería, había otros 11 casos infectados por M. caprae que inicialmente habían sido atribuidos a M. tuberculosis. “Estos hallazgos explican la presencia no detectada de infecciones por M. caprae en la población de Almería durante los últimos 18 años”, aseguran.
Los autores afirman que su descubrimiento no debe considerarse como un evento restringido a un área local, ya que bien puede estar ocurriendo en otros entornos. De hecho, solo cinco de los 17 laboratorios de micobacterias de los hospitales pertenecientes a la Red Pública de Andalucía diferencian de forma rutinaria las especies de MTBC (otros dos lo realizan solo desde 2020 y 2022).
Al igual que M. bovis, las principales vías de infección por M. caprae son el consumo de productos lácteos no pasteurizados y/o el contacto cercano con animales infectados. “La investigación epidemiológica desencadenada por nuestros hallazgos identificó que la pareja que inició el estudio era propietaria de una granja de cabras”, apuntan.
El descubrimiento de la exposición ocupacional de los ganaderos a las cabras llevó a los investigadores a adoptar un enfoque ‘One Health’ e integrar datos de M. caprae tanto animal como humana con el fin de obtener una mejor comprensión de este evento.
“España, al igual que otros países de la Unión Europea, cuenta con un programa de erradicación de la TB bovina, pero no incluye la realización de pruebas sistemáticas al ganado caprino, excepto en determinadas comunidades autónomas que tienen una alta densidad de rebaños caprinos en estrecho contacto con el ganado vacuno”, apuntan los autores.
Por lo tanto, consideran que las infecciones por M. caprae en animales probablemente estén infradiagnosticadas. Los datos de España indican que el 7,4% de la tuberculosis bovina está relacionada con M. caprae y que el 0,3% de los casos de TB humana entre 2004 y 2007 se debieron a esta especia. “Estas cifras probablemente subestiman la verdadera frecuencia de infecciones por este patógeno”, insisten.
“Para obtener información sobre el estado de infección de la granja estudiada, informamos nuestros resultados a las autoridades veterinarias, quienes intervinieron y detectaron una alta tasa de reactividad a la tuberculina entre los animales”, apuntan.
Los aislados de M. caprae obtenidos de una selección de animales sacrificados positivos resultaron clave para completar el análisis integrador de infecciones animales y humanas. Tras complementar la colección de aislados con los de los animales de la granja, ampliaron la muestra de estudio a los aislados detectados en humanos en los cinco hospitales andaluces que diferencian las especies de tuberculosis.
“La mayoría de estos casos estaban relacionados con la exposición a animales o personas nacidas en países donde el consumo de leche no pasteurizada es común (debemos reconocer como una limitación que el consumo de venado cazado no estaba incluido entre las preguntas incluidas en las investigaciones epidemiológicas)”, explican.
Además, en la mayoría de los pacientes, la tuberculosis era respiratoria, lo que sugiere que la exposición a través del aire a animales infectados fue más frecuente que el consumo de productos contaminados.
“A partir de nuestros hallazgos, parece esencial incluir el riesgo profesional para rastrear el origen de cualquier infección por MTBC siempre que se confirme la TB en un paciente, incluso cuando no se haya realizado la identificación a nivel de especie”, apuntan.
El análisis de secuenciación del genoma completo fue fundamental para revelar el papel oculto de M. caprae, primero en un grupo en particular y luego en un evento zoonósico a largo plazo insospechado que había pasado desapercibido durante 18 años, que involucraba una gran diversidad de cepas de M. caprae que infectaban humanos y la infección a largo plazo no detectada de cabras relacionadas epidemiológicamente.
En opinión de los autores, la identificación y caracterización de M. caprae siempre debe realizarse cuando a una persona se le diagnostica TB, la exposición al ganado bovino debe incluirse en la investigación epidemiológica sistemática de cualquier caso nuevo de TB y la normativa veterinaria para el control de infecciones en cabras debe ser revisada.