Un estudio de la Universidad de Zaragoza ha descrito la patología clínica y lesiones de la enfermedad hemorrágica epizoótica para que sirvan de ayuda a los veterinarios en el diagnóstico de esta enfermedad a pie de explotación
Claves para el diagnóstico de la enfermedad hemorrágica epizoótica en el ganado vacuno en España
Un estudio de la Universidad de Zaragoza ha descrito la patología clínica y lesiones de la enfermedad hemorrágica epizoótica para que sirvan de ayuda a los veterinarios en el diagnóstico de esta enfermedad a pie de explotación
Jorge Jiménez - 09-04-2024 - 12:00 H - min.
La enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) es una enfermedad infecciosa no contagiosa trasmitida por insectos del género Culicoides, causada por un virus de la familia Sedoreoviridae y género Orbivirus, y que afecta a rumiantes domésticos y salvajes. Este virus muestra similitudes estructurales y morfológicas con otros miembros del grupo como el causante de la enfermedad de la lengua azul y se han descrito 7 serotipos distintos.
En este sentido, la EHE es una enfermedad que se ha ido expandiendo en el ganado bovino por varios países mediterráneos y recientemente ha llegado a España. En noviembre de ese mismo año, se diagnosticaron los primeros brotes en el sur de España.
Durante el otoño de 2023 la enfermedad, según datos del Ministerio de Agricultura, ya se había extendido por todas las comunidades autónomas. En los países mediterráneos los serotipos detectados son el 1, 6, 7 y 8, y en España e Italia el responsable de los brotes ha sido el 8.
En un trabajo recientemente, un equipo de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza ha descrito el panorama de la patología clínica y de las lesiones macroscópicas relacionadas con la EHE.
Se trata de una recopilación de casos naturales que se presentaron tanto en ganado reproductor como de cebo. El objetivo principal ha sido describir la patología clínica y lesiones que se han observado, y que puedan servir de orientación al veterinario especialista en ganado vacuno para el diagnóstico de esta enfermedad a pie de explotación.
Además, los investigadores han aportado una serie de observaciones relacionadas con aspectos reproductivos que consideramos de especial interés en este campo. Todos los casos que han expuesto en el estudio fueron PCR positivas al virus de la EHE.
En vacas, explican los investigadores, el cuadro clínico era de presentación aguda afectando principalmente a la cabeza, y siendo más grave en vacas nodrizas que de leche. La cabeza se mostraba edematizada con tumefacción variable de los párpados.
Así, señalan que los ollares exhibían una continua y notable cantidad de fluido nasal seromucoso y de saliva. Los cambios comúnmente presentes en la boca consistieron en manchas violáceas, petequias y epitelios desprendidos, que dejaban ver erosiones y úlceras en la mucosa oral y rodete dental.
“Llamaba mucho la atención una marcada tumefacción de la lengua emergiendo claramente de la boca, dando la impresión de que el animal no podía recogerla en su interior”, detallan los investigadores. Anorexia, coronitis y laminitis eran también muy manifiestas en estos animales coincidiendo con la aparición brusca de ptialismo.
Además de este cuadro clínico, los investigadores detectaron casos de formas puramente hemorrágicas sin lesiones bucales, con 24-48 horas de evolución desde la observación de los primeros síntomas. Para completar el cuadro, se observaron animales que permanecían en decúbito esternal y no conseguían levantarse. Los animales de mayor peso eran los más afectados, sobre todo los toros.
Además del cuadro clínico, se presentaron una serie de trastornos reproductivos acompañado de lesiones en los fetos en diferentes estadios de gestación. “En el momento del parto, muchos animales no eran capaces de empujar con fuerza y solían extraerse los terneros muertos al completar las labores obstétricas”, señalan.
Entre los terneros recién nacidos muchos mostraron debilidad con muchas dificultades para mamar, delgadez, ceguera e incluso malformaciones. “Aunque no disponemos de datos precisos, la mortalidad fetal podría tener unas consecuencias económicas importantes y constituir otro factor de preocupación por los posibles efectos negativos en el futuro asociados a el paso de la EHE por las explotaciones afectadas”, advierten los investigadores.
A los trastornos reproductivos en vacas gestantes en las fases agudas, añaden observaciones realizadas en el semen de toros, que acrecentarían la preocupación sobre las consecuencias negativas a largo plazo de los brotes de la EHE en la ganadería bovina en general.
Así, en los toros en valoraciones seminales después de 1-3 meses de la aparición de los primeros casos en la explotación, mostraron un recuento bajo de espermatozoides y poca o nula motilidad. En algunos casos, se estimó que este problema se presentó en un 75% de los animales examinados.
En cuanto a los terneros de cebo los investigadores también se encontraron con cuadros agudos con una evolución muy rápida y muertes en 24-48h. “En estos casos, lo más frecuente era que en el curso normal de entradas a la explotación (frecuencia de introducción de los animales semanal, con una edad entre 4 y 7 meses), se presentaba el cuadro clínico compatible con una enfermedad respiratoria bovina (ERB) que aparece a la semana de entrada de los animales”, señalan.
Los terneros, explican, mostraban disnea moderada, elevada temperatura rectal (>40ºC), tos seca y diferentes grados de inapetencia o decaimiento. En un alto porcentaje morían dentro de las 24 horas posteriores a su aislamiento en el lote de enfermería e instauración de tratamiento farmacológico sintomático.
Por otro lado, se observaron terneros que presentaban descarga nasal serosa de evolución mucosa no amarillenta (con una consistencia y densidad no habitual), hocicos secos, deshidratación leve y fiebre elevada y mantenida durante periodos de hasta 21 días, no remitiendo al uso de AINES.
“Se observaron animales que mostraban resistencia a caminar al ser estimulados, una marcha envarada o signos de coronitis o laminitis. Este segundo tipo de manifestación clínica con fiebres elevadas y mantenidas en un alto porcentaje de animales del lote, así como las secreciones nasales mucosas generalizadas son los aspectos clínicos más frecuentes que hemos visto”, apuntan los investigadores.
“Los hallazgos lesionales fueron similares en vacas y terneros de cebo”, informan, y los describen conjuntamente. En las primeras fases de la necropsia y tras separar la piel, destacó una abundancia de sangre fluida y con dificultades para coagular en el tejido conjuntivo subcutáneo y muscular. Estas hemorragias musculares fueron más intensas en la zona de la cabeza y cuello.
“Hemorragias en los párpados o incluso ojo eran comunes en terneros. Los linfonodos regionales de la zona del cuello exhibían un color negruzco que se mantenía en la superficie de sección con un aspecto similar a un gran coágulo de sangre”, detallan.
Asimismo, el examen del interior de la boca reveló erosiones y úlceras en el paladar duro con diferente extensión y una lengua con áreas cianóticas o pequeñas hemorragias principalmente en las partes laterales. El cuadro hemorrágico continuaba destacando tras la abertura de laringe, tráquea y en la superficie pulmonar. “En los terneros se pudo observar que el fluido espumoso traqueal se mezclaba con delgados coágulos de sangre que podían adquirir una gran longitud”, señalan los investigadores.
También se observaron en lóbulos cráneo-ventrales áreas de consolidación pulmonar, de color violáceo y sección fluida y sanguinolenta; en algunos casos se extendían por amplias zonas de todos los lóbulos pulmonares. Era también muy característico, la coexistencia con una hiperinsuflación alveolar acompañado de enfisema intersticial y de focos hemorrágicos.
Por otro lado, indican que en el esófago y abomaso se observaron úlceras con bordes hemorrágicos y también ruminitis. En varios focos situados en la serosa del intestino delgado destacaron los vasos sanguíneos con una imagen reforzada y de contorno más difuso que se interpretó como de vasos con hemorragia periférica. Petequias, sugilaciones y sufusiones estaban presentes en pericardio y endocardio en todos los animales necropsiados.
“En algunos animales gestantes, los fetos también mostraron hemorragias en la superficie, en cavidad abdominal y torácica y focos necróticos en los cotiledones. Asimismo, en los fetos a término o mortinatos encontramos gran cantidad de un líquido sanguinolento en cavidades torácica y abdominal”, explican.
Los investigadores destacan especialmente que el cuadro clínico y lesiones descrito en terneros, mostraba muchas semejanzas al que comúnmente se relaciona con infecciones de virus respiratorios agudos como IBR (rinotraqueítis vírica bovina) o VRS (virus respiratorio sincitial). Sin embargo, aseguran que, en todos los análisis complementarios realizados, los test de PCRs (n=5) solo detectaron en una ocasión virus parainfluenza 3. En todos los casos las muestras fueron negativas a IBR y VRS.
Las descripciones de esta enfermedad en ganado vacuno en las zonas históricamente asociadas con la EHE como EEUU, solo reportan viremias transitorias, pero no signos clínicos, destacan. Sin embargo, en varios brotes de EHE reconocidos en Japón y países del arco mediterráneo como Marruecos, Turquía o Israel se han descrito brotes en ganado vacuno con una clínica similar a la que describen los investigadores en su artículo.
En estos casos, informan, se observaron: edema de párpados, descarga nasal y ocular, descamación de hocico y rodete dental, edematización de la lengua, erosiones, úlceras y petequias en boca, cojeras, eritema en ubres, marcha envarada o claudicaciones.
También se detectaron problemas de bajadas del 10-20% en la de producción de leche o abortos, mortinatos o malformaciones se han descrito en casos en Israel y Japón respectivamente. “Los trabajos mencionados en ganado vacuno no incluyen descripciones patología en terneros, pero en nuestro trabajo observamos que se presentaban lesiones con muchas similitudes al ganado adulto”, destacan.
“En conclusión, los resultados de nuestras observaciones indican que esta enfermedad ha afectado igualmente a vacas como a terneros de engorde. Describimos lesiones similares a otros reportes en vacuno situados en países del arco mediterráneo, pero con mayor gravedad en ganado adulto y también afección severa en terneros de cebo no descrita con anterioridad”, indican.
Estas lesiones más agudas y graves reportadas en este trabajo, son características de la EHE en algunos rumiantes salvajes, según afirman los investigadores. No obstante, apuntan que no tienen datos para establecer una dimensión exacta del problema que la emergencia de esta enfermedad ha provocado, y de sus consecuencias para el sector, ya que esto requeriría un estudio epidemiológico más completo.
Sin embargo, teniendo en cuenta las observaciones presentadas, advierten que las consecuencias del brote de EHE en España tanto para ganado adulto como de cebo, podrían tener un gran impacto en el presente y futuro para el sector bovino español.