Aunque no es conveniente forzar al animal a hacer ejercicio, los expertos recomiendan no descuidar el mantenimiento de la musculatura que recubre la cadera de los perros que padecen esta dolencia
El sedentarismo puede agravar la displasia de cadera en los perros
Aunque no es conveniente forzar al animal a hacer ejercicio, los expertos recomiendan no descuidar el mantenimiento de la musculatura que recubre la cadera de los perros que padecen esta dolencia
Javier López Villajos - 09-08-2018 - 12:30 H - min.
Con el aumento de las temperaturas, la rutina de ejercicio que se practica con los perros llega a verse trastocada, y más si el animal en cuestión padece una lesión que le dificulta sobrellevar esa rutina. Es el caso de los perros que padecen displasia, una enfermedad caracterizada por el desarrollo anormal de la cadera del animal.
Los profesionales de la Clínica Veterinaria La Zubia de Granada explican que esta dolencia se manifiesta cuando la cabeza femoral no está alineada con la cadera, algo que produce un doloroso roce cuando el animal camina. Con todo, los expertos clasifican en diferentes tipos la displasia en función del porcentaje de alineación con respecto al acetábulo, que es la zona de anclaje de la cabeza femoral, además de las correspondientes luxaciones y daños degenerativos que presente el perro.
Se trata, en conclusión de los veterinarios, de una enfermedad hereditaria que surge en algún momento de la etapa de crecimiento del animal. Según los expertos, factores como el tamaño del perro, las articulaciones blandas o el rápido crecimiento, predisponen a ciertas razas a sufrir esta anomalía como es el caso de los pastores alemanes, mastines, golden retriever, labradores o San Bernardo. Pese a todo, los profesionales advierten que en estas razas es clave, mantener una dieta adecuada y evitar el sobrepeso, especialmente en el caso de los cachorros que suelen comer con más ímpetu.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
La displasia se suele caracterizar por la cojera repentina que muestra el perro. Una vez cumplidos los dos años de edad, puede confirmarse definitivamente si el animal padece o no una displasia y en que grado, mediante la correspondiente radiografía. Hasta entonces, el crecimiento del perro hace que la cadera no deje de cambiar de posición y de mostrar diferentes alteraciones.
De presentar algún síntoma de cojera o torpeza al caminar y jugar, es recomendable llevar al perro a una clínica veterinaria para descartar que sufra esta enfermedad congénita. De sufrirla, una opción para corregirla es la cirugía que modificaría el desarrollo de la articulación y la pelvis en el caso de los cachorros y reduciría el dolor y la discapacidad en perros ya adultos. Sin embargo, a pesar de las diferentes intervenciones que puedan realizarse, incluida la prótesis de cadera, el tratamiento acaba siendo paliativo basados en el refuerzo de las articulaciones mediante rehabilitación y ejercicio además del control de peso.
Esta información es meramente orientativa. En Animal’s Health, le recordamos que, ante cualquier duda, lo mejor es que lleve a su mascota al veterinario.