Veterinaria clínica: un sector de pymes y autónomos

Desde 2017 se celebra el 27 de junio el Día de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Según las últimas estadísticas del Ministerio de Empleo,  que corresponden a mayo de 2019, en España hay un total de 2.900.113 de pequeñas y medianas empresas (pymes).

Por tanto, se puede decir que España es un país de pequeñas empresas, y se puede concretar más, diciendo que es un país de autónomos y microempresas (aquellas que tienen menos de 10 trabajadores).

Y es que de esas casi 3 millones de pymes,  más de la mitad son autónomos sin asalariados y 1.154.115 son microempresas con menos de 10 trabajadores. Esto provoca que, si hablamos de porcentajes, el global de autónomos y microempresas supongan el 93,4% de las empresas de nuestro país.

El sector veterinario no es una excepción, pues también se compone de autónomos y microempresas. Según datos de la consultora Veterinary Management Studies (VMS), en 2018 el ecosistema de clínicas en España seguía siendo de centros pequeños, con un 66% que factura menos de 250.000 euros al año.

Por número de empleados, el 36% de las clínicas están abiertas por empresarios veterinarios que trabajan solos, otro 34% corresponde a centros en los que cuentan con dos profesionales veterinarios, el 26% de 3 a 5, solo un 3% cuenta con una plantilla de 6 a 10 veterinarios y un 1% con más de 10. Es decir, el 96% de las clínicas tiene menos de 6 trabajadores.

Este panorama plagado de microclínicas genera que muchas de las más pequeñas acaben cerrando. De hecho, el informe destaca que entre 2010 y 2018 se produjeron 1.728 cierres y 2.383 aperturas, lo que ha generado que se haya pasado de 4.709 clínicas en 2010 a las 5.364 de 2018.

Este ecosistema de pequeñas clínicas genera, además, una tendencia a la guerra de precios y la competitividad —el informe señala que España es uno de los países europeos con más clínicas por habitante—, sobre todo en servicios comunes como la visita, la radiografía y la castración, que varían ampliamente su precio según la clínica.

FALTA DE REPRESENTACIÓN SINDICAL Y BAJOS SALARIOS

Otro de los problemas que genera este panorama es que al no contar la gran mayoría de clínicas con al menos 6 trabajadores, no se pueden convocar elecciones sindicales, por lo que los trabajadores no pueden votar a los sindicatos veterinarios existentes.

Esto ha provocado que en la mesa de negociación del futuro Convenio colectivo nacional veterinario no haya sentado ningún sindicato especializado, sino que solo están la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE), como representante de la patronal, y los sindicatos mayoritarios nacionales y autonómicos UGT, CCOO y CIG, como representantes de los trabajadores.

Esta falta de convenio y representación sindical, unida al exceso de facultades y la alta competencia del sector, son algunas de las razones esgrimidas por la Asociación de Veterinarios Madrileños de Animales de Compañía (Amvac).

Esta asociación lamentaba en su Informe Sectorial de 2019 que, por todas estar razones, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los veterinarios son los licenciados peor pagados, con un salario medio neto de 1.063 euros.