Un equipo multidisciplinar de médicos, físicos y veterinarios está desarrollando un método para detectar la resistencia a la quimioterapia en pacientes de cáncer para personalizar los tratamientos y mejorar su efectividad
Un proyecto de investigación con perros consigue avances en quimioterapia personalizada que podrían trasladarse a humanos
Un equipo multidisciplinar de médicos, físicos y veterinarios está desarrollando un método para detectar la resistencia a la quimioterapia en pacientes de cáncer para personalizar los tratamientos y mejorar su efectividad
Francisco Ramón López - 14-02-2024 - 11:25 H - min.
La quimioterapia puede salvar vidas, pero a menudo un cáncer puede presentar cierta resistencia a la quimioterapia prescrita, lo que cuesta un tiempo valioso. Teniendo esto en cuenta, la quimiorresistencia es un tema que los investigadores deben comprender mejor para poder aplicar el tipo correcto de quimioterapia a cada paciente, lo que se denomina medicina personalizada.
Un grupo de científicos veterinarios y físicos utilizado un método para detectar la quimiorresistencia que podría ser el nuevo estándar para la medicina personalizada. Su método: la ecografía Doppler.
Para llevar a cabo su investigación, este grupo está utilizando ultrasonido para detectar cómo responden las células cancerosas a la quimioterapia. Actualmente tienen su método de detección personalizada de quimioterapia en ensayos clínicos de fase 2 en humanos en la Facultad de Medicina de IU y también han estado utilizando el método en ensayos caninos.
El concepto nació en 2015 por tres investigadores de la Universidad de Purdue. "La técnica desarrollada en Purdue mide los movimientos dentro de las células cancerosas y cómo estos movimientos cambian cuando las células se exponen a medicamentos contra el cáncer", explica David Nolte, investigador principal y profesor de Física y Astronomía en la Universidad.
“Debido a que el movimiento es el resultado de la 'maquinaria' celular, los pacientes que responden positivamente a la quimioterapia muestran respuestas mecánicas a los medicamentos diferentes a las de los pacientes que no responden. Esto tiene el potencial de identificar a los pacientes en quienes la quimioterapia no tendrá éxito para poder dirigirlos a un tratamiento más eficaz”, señala.
La técnica, llamada imágenes biodinámicas (BDI), ha estado en desarrollo para tratamientos contra el cáncer durante más de ocho años. El equipo publicó sus hallazgos anteriormente y señaló que la técnica mostró potencial para identificar quimiorresistencia, pero solo en condiciones de enfermedad bastante restringidas. Esto planteó la cuestión de si BDI podría ser útil sólo para casos especiales.
“La investigación actual muestra que las BDI son, de hecho, una técnica general y sólida”, afirma Nolte. “Muestra resultados similares en dos especies (humana y canina) y dos enfermedades (linfoma y cáncer de esófago). Esto proporciona, por primera vez, pruebas sólidas de que medir los movimientos mecánicos en tejidos cancerosos vivos es un enfoque viable y prometedor para predecir la quimiorresistencia del paciente”, defiende.
La idea de utilizar Doppler en la investigación del cáncer no es común. Según Nolte, el concepto y el proceso de esta técnica nacieron de la experimentación científica básica. A partir de ahí, el concepto se ajustó a partir de un progreso lento y constante.
“Comenzamos a trabajar en cultivos de tejido canceroso cultivados en el laboratorio, por lo que era natural pasar eventualmente a tumores frescos de los pacientes”, explica. “Las mediciones Doppler fueron algo a lo que nos dirigimos durante nuestros experimentos, ya que notamos efectos dinámicos interesantes que inicialmente no habíamos previsto”, añade.
Este equipo se formó hace más de dos décadas. En 1999, la Oficina del Vicepresidente Ejecutivo de Investigación de Purdue organizó una reunión de profesores interesados en diversos aspectos de las imágenes.
“Nolte y yo nos conocimos en esa reunión y comenzamos a trabajar en el uso de la tecnología con esferoides tumorales 3D (pequeños tumores cultivados en cultivo) que yo cultivé en mi laboratorio”, John Turek, profesor de Ciencias Médicas Básicas en Purdue, que habla de cómo se asociaron también con Michael Childress, profesor de Oncología Comparada en la Facultad de Veterinaria.
“Trabajamos con esferoides tumorales durante varios años a medida que avanzaba la tecnología. Cuando llegó el momento de pasar a los tumores derivados de pacientes, hablamos con Childress y utilizamos muestras de pacientes con linfoma canino para rastrear su respuesta a los medicamentos. Fue necesario trabajar con muestras caninas para determinar la viabilidad de trasladar la tecnología a muestras humanas. De las muestras caninas pasamos a las muestras humanas”, recuerda.
La principal ventaja de utilizar tumores caninos en comparación con tumores de ratones de laboratorio explica Childress, es que los primeros representan mejor la heterogeneidad de los cánceres humanos.
“Aunque todos los perros que estudiamos tenían el mismo tipo de cáncer (linfoma), el cáncer de cada perro era único, algunos más sensibles y otros más resistentes a la quimioterapia. Esto proporcionó un modelo animal ideal para estudiar una tecnología predictiva como BDI antes de llevarla a ensayos en humanos”, afirma.
Las células de todos los seres vivos tienen una maquinaria funcional muy sintonizada. Cuando influencias externas perturban la maquinaria celular, los movimientos mecánicos cambian. Si los científicos pueden ver una diferencia en esos cambios entre los pacientes cuyos cánceres son sensibles al tratamiento y aquellos que no lo son, podrán aprender esas firmas y usarlas para predecir la quimiorresistencia en futuros pacientes.
“Una cuestión más profunda es qué significan esas firmas”, señala Nolte. “¿Se pueden interpretar las firmas de quimiorresistencia en términos de cambios en las vías de señalización en células y tejidos y posiblemente incluso en la expresión genética? Esto es mucho más difícil de responder, pero actualmente estamos trabajando en esta pregunta comparando nuestras mediciones con perfiles de expresión genética. También utilizamos compuestos de referencia que tienen un comportamiento conocido en las células y podemos cruzar nuestras mediciones con los cambios conocidos que ocurren con esos medicamentos. Esta parte de la investigación es a largo plazo”.
Nolte destaca que Purdue tiene un fuerte apoyo a la investigación multidisciplinar, lo que ayuda significativamente a cómo se desarrolla este tipo de investigación. Combinar esto con el beneficio del Hospital de Pequeños Animales de la Universidad de Purdue en la Facultad de Veterinaria permite al equipo organizar ensayos clínicos con pacientes caninos. Ahora que han recibido estos prometedores resultados, el equipo espera que su próximo gran paso en la investigación del cáncer incluya ensayos prospectivos de fase 2.
“La actual Fase 2 fue retrospectiva, donde la respuesta clínica del paciente se validó de forma cruzada con la respuesta prevista mediante BDI. El siguiente paso es un ensayo de fase 2 que es prospectivo, lo que significa que predeciremos la respuesta del paciente antes del inicio de la quimioterapia”, afirma Nolte.
El estudio del desarrollo natural de tumores en perros puede ayudar a los investigadores a encontrar nuevos tratamientos para todos los tipos de cáncer, incluido los que se producen en pacientes humanos.
A este tipo de investigaciones multidisciplinares, como las de la Universidad de Purdue, se les denomina oncología comparada. El auge de este campo va en paralelo con los avances en el tratamiento del cáncer en animales de compañía, que también está al alza.
Y es que una serie de dinámicas están impulsando la oncología veterinaria. Una de las principales es que los propietarios están cada vez más dispuestos a invertir recursos en la salud de sus mascotas y exigen mejores servicios y productos. Además, como la incidencia del cáncer aumenta con la edad y la esperanza de vida de las mascotas no para de aumentar, cada vez es mayor el número de pacientes oncológicos que deben ser atendidos de forma habitual en las clínicas veterinarias.
A este respecto, en medicina veterinaria relacionados con la nutrición animal, la aplicación de medidas preventivas y el desarrollo de nuevas técnicas diagnósticas y de protocolos terapéuticos más eficaces consiguen que las expectativas de vida de los animales de compañía sean cada vez mayores.
Por ello, la oncología se ha convertido en una especialidad en auge en la clínica de pequeños animales y una de las que más interés suscita entre los veterinarios, que demandan formación en este campo.
En este sentido, recientemente la compañía Chemovet ha proporcionado a los veterinarios una serie de seminarios gratuitos en los que se aborda el cáncer en animales de compañía desde distintos ángulos, incluyendo la etología o los complementos nutricionales, de la mano de expertos.