Estas directrices están diseñadas para las autoridades de vida silvestre y quienes trabajan con ella y proporcionan mejor comprensión sobre los riesgos para los animales y la salud humana
Nueva guía mundial sobre vigilancia de enfermedades en fauna silvestre y su impacto en la salud humana
Estas directrices están diseñadas para las autoridades de vida silvestre y quienes trabajan con ella y proporcionan mejor comprensión sobre los riesgos para los animales y la salud humana
Redacción - 01-10-2024 - 10:45 H - min.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) han publicado directrices actualizadas para la vigilancia de enfermedades, patógenos y agentes tóxicos en la fauna silvestre en libertad.
Estas directrices están diseñadas para las autoridades de vida silvestre y quienes trabajan con la fauna silvestre, y proporcionan un marco para comprender y mitigar mejor los riesgos asociados con las enfermedades de la fauna silvestre y su posible impacto en la salud humana.
Más del 60% de los patógenos humanos son zoonósicos, lo que significa que pueden pasar de los animales a los humanos. Si bien la vigilancia de los animales domésticos se lleva a cabo de forma generalizada, la vigilancia de la vida silvestre sigue siendo limitada. La Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN reconoce que las enfermedades son una amenaza importante para la supervivencia de las especies.
Además, la superposición entre la pérdida de biodiversidad, la degradación de los ecosistemas y las enfermedades infecciosas emergentes aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades, lo que hace que la vigilancia integral de la vida silvestre sea fundamental. El Plan de Acción Conjunto Una Salud, desarrollado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la OMSA, enfatiza la importancia de proteger y restaurar la biodiversidad, prevenir la degradación de los ecosistemas y apoyar la salud de las personas, los animales, las plantas y los ecosistemas.
“Una vigilancia eficaz implica algo más que la simple recogida de muestras o la realización de pruebas de laboratorio. Requiere una planificación cuidadosa para garantizar que los beneficios superen los costos y que todos los pasos estén correctamente establecidos”, señalan desde la OMSA.
Existen distintos tipos de vigilancia, según destacan, que pueden aplicarse para satisfacer distintas necesidades. Entre ellos se encuentran la vigilancia activa (recopilación sistemática de datos), la vigilancia pasiva (notificación de casos de enfermedades), la vigilancia basada en eventos (detección rápida de eventos inusuales) y la vigilancia centinela (monitoreo de especies específicas).
Los guardabosques, los cazadores, las comunidades locales y los pueblos indígenas desempeñan un papel crucial en estas iniciativas, dada su capacidad única para detectar cambios en la salud de la fauna silvestre.
Solo el personal autorizado, capacitado y calificado debe recoger muestras biológicas para mantener los estándares éticos y gestionar los riesgos de transmisión de patógenos. Una comunicación eficaz es crucial para prevenir acciones potencialmente dañinas, como la matanza innecesaria de animales silvestres o la destrucción del hábitat basada en temores infundados. La coordinación entre las partes interesadas garantiza que las acciones se basen en pruebas y eviten daños ecológicos a largo plazo.
Las directrices, actualizadas por primera vez desde 2015, ofrecen una hoja de ruta para diseñar programas de vigilancia eficaces, que incluyan la definición de objetivos claros, la participación de las partes interesadas pertinentes, la elección de estrategias adecuadas y el desarrollo de presupuestos rentables.
“Los protocolos de seguridad y bioseguridad son esenciales para proteger a los seres humanos y a los animales, mientras que el cumplimiento ético y legal garantiza el respeto de las costumbres locales, los permisos necesarios y el bienestar animal”, remarcan desde la OMSA.
Asimismo, destacan que los programas de vigilancia deben alinearse con las estrategias nacionales y las obligaciones internacionales, y los miembros de la OMSA deben informar sobre las enfermedades incluidas en la lista y las emergentes.
“Al integrar la vigilancia en un enfoque más amplio de Una Salud, podemos mejorar nuestra comprensión de los patrones epidemiológicos y tomar medidas proactivas para salvaguardar nuestro futuro compartido. Las “Directrices generales para la vigilancia de enfermedades, patógenos y agentes tóxicos en la fauna silvestre en libertad” proporcionan el conocimiento y las herramientas necesarias para navegar por el complejo panorama de la vigilancia de enfermedades de la fauna silvestre”, concluyen.