Además de que los veterinarios que trabajan en las administraciones autonómicas se dividen entre las consejerías de Agricultura y Sanidad, dentro de estas últimas en ocasiones no tienen reconocido el carácter sanitario de su actividad.
Los veterinarios de las consejerías de Sanidad, discriminados
Además de que los veterinarios que trabajan en las administraciones autonómicas se dividen entre las consejerías de Agricultura y Sanidad, dentro de estas últimas en ocasiones no tienen reconocido el carácter sanitario de su actividad.
Ángel Espínola - 05-03-2018 - 14:00 H - min.
La separación de los veterinarios en el ámbito público entre las consejerías de Sanidad y Agricultura no sólo entorpece la actividad de estos profesionales, sino que “genera interferencias en la salud humana”. Y es que, además, dentro de las propias consejerías de Sanidad, en ocasiones se produce una discriminación laboral de los veterinarios respecto a otros profesionales que realizan tareas sanitarias.
Así ocurre al menos en Asturias, donde el presidente del Sindicato de Veterinarios (Sivepa), José Fernández, explica en declaraciones exclusivas para Animal’s Health, el Diario de la Salud Animal, que el veterinario que está en la Consejería de Sanidad, “no está en el mismo sitio que el médico y otros sanitarios, porque ellos dependen del Servicio Asturiano de Salud y nosotros de un ente extraño, con diferentes condiciones, que hace que estemos discriminados en nuestras condiciones de trabajo”.
Aunque tanto los profesionales que trabajan para Agricultura como los que lo hacen para la Consejería de Sanidad, son funcionarios del Cuerpo Técnico Superior y velan por la Salud Pública, no se les reconoce el carácter sanitario, por lo que no forman parte del cuerpo facultativo. Esto sí ocurre en otras autonomías, donde, en el caso por ejemplo de Extremadura, algunos veterinarios son reconocidos incluso como personal estatutario, logrando una situación similar a la del médico o el enfermero. Si bien, en otras muchas comunidades la labor del veterinario que trabaja para la administración autonómica no se reconoce con el mismo estatus que otros profesionales sanitarios.
“En la práctica, esto supone que estamos en el mimo saco que los abogados o los ingenieros y tenemos una carrera profesional que no es sanitaria, sino de la administración general, algo que no tiene sentido, porque nosotros tenemos que aprender a prevenir enfermedades en seres humanos, y somos por tanto sanitarios”, añade Fernández, quien recuerda que, no obstante, su sindicato no nace sólo para defender la situación de los veterinarios públicos, sino también para aquellos que ejercen en el ámbito privado.
Respecto a la jornada laboral, “si estuviéramos integrados en el Servicio Nacional de Salud, podríamos aspirar a una jornada de 35 horas semanales. Pero al estar en la Administración General, estamos trabajando 40 horas semanales. Supone una gran discriminación, que también repercute a nivel salarial”, indica el portavoz sindical.
DISTINTAS TAREAS, MISMO FIN: LA SALUD PÚBLICA
Con esta diferenciación entre consejerías, el veterinario de Ganadería cuida de la salud pública en el ámbito de la producción cuando el animal está vivo, “de la granja al matadero”, mientras que, una vez en el matadero, el control de esas carnes, así como del resto de alimentos que consumimos, corre a cargo del veterinario que depende de la consejería de Sanidad, que se encarga principalmente de la higiene alimentaria.
El problema es que en esta fractura, “se producen problemas de coordinación”, que se agravan aún más por las diferenciaciones que hay dentro de las propias consejerías de Sanidad, lo que, en opinión de Fernández, puede tener perjuicios para la salud, a la hora de controlar por ejemplo brotes como el del virus de Crimea-Congo registrado en 2016.