El experto en tuberculosis bovina Javier Bezos explica cómo funcionan los test diagnósticos de tuberculosis, la eficacia de las vacunas y los saneamientos, y cual considera el método más efectivo para erradicar la enfermedad
"En tuberculosis no se puede achacar todo a las técnicas diagnósticas"
El experto en tuberculosis bovina Javier Bezos explica cómo funcionan los test diagnósticos de tuberculosis, la eficacia de las vacunas y los saneamientos, y cual considera el método más efectivo para erradicar la enfermedad
Francisco Ramón López - 19-09-2019 - 16:52 H - min.
España lleva desde principios de los años 50 combatiendo la tuberculosis bovina, estableciendo en 1965 el primer plan nacional de erradicación de esta enfermedad. Estos planes implican aplicar saneamientos, en los que se utilizan test diagnósticos para detectar la enfermedad y se sacrifica a los animales infectados.
Aunque los planes de erradicación han conseguido reducir la prevalencia de la tuberculosis en rebaño hasta el 2,3% que marcó en 2017, los saneamientos no terminan de ser bien vistos por algunos ganaderos, que esgrimen que los test suelen fallar y, por lo tanto, se termina sacrificando vacas sanas.
Javier Bezos, uno de los mayores expertos en tuberculosis bovina que trabaja en el Laboratorio Europeo de Referencia (EU-RL) de esta enfermedad en el Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET) de Madrid, explica en Animal's Health qué hay de cierto en estas afirmaciones y hasta qué punto se dan esos falsos positivos.
Bezos admite que no hay “una técnica perfecta”, aunque asegura que las pruebas utilizadas en España en los planes de erradicación han demostrado ser sensibles y efectivas. De hecho, añade que en las visitas de la Task Force dependiente de la Comisión Europea, en las que se presentan los planes para justificar la financiación, nuestro país ha sido siempre ha muy bien valorado.
Teniendo en cuenta esto y partiendo de la base de que “los test son los que son”, el experto explica que no se puede achacar todo a las técnicas diagnósticas ya que, a veces, hay otros factores relacionados con la propia técnica o con el animal que son difíciles de controlar. “A veces el rendimiento de la técnica puede verse afectado en gran medida cuando no se realiza correctamente”, apunta, y señala que, por esto, existen cursos de formación obligatorios para los veterinarios que los aplican.
Otro asunto es que el test de intradermotuberculinización o de detección de interferón-gamma, las dos pruebas oficiales, consideren al animal como infectado pero que luego en el matadero no se observen lesiones o en el cultivo no se aísle la bacteria, pero esto, afirma rotundamente, no significa siempre que trate de un falso positivo.
Lo que ocurre, explica, es que con la mejora de los planes de erradicación y la “presión diagnóstica” que se aplica, cada vez se detectan los casos antes, y en estas etapas tan tempranas de la infección —algunas veces incluso en el primer mes, quince días incluso con la prueba de interferón-gamma— es muy difícil encontrar lesiones macroscópicas, por lo que el animal se muestra aparentemente sano en el análisis post-mortem.
“Para que se desarrolle el granuloma tuberculoso característico de un tamaño suficiente para ser detectado se necesita un tiempo, incluso puede ocurrir en infecciones muy recientes que las lesiones sean milimétricas”, señala, y apunta que esta falta de lesiones visibles también termina complicando la recogida de muestras y, por lo tanto, el aislamiento posterior.
En este sentido, aclara que cuando se consigue aislar la bacteria el animal está infectado “sí o sí”, pero que cuando ocurre lo contrario no significa que el animal no esté infectado. “La bacteria bien puede estar en poca cantidad porque la infección sea reciente o puede ser que el muestreo en el matadero o la selección de las muestras para el cultivo posterior, al no existir lesiones visibles, no haya sido suficiente”, señala, y apunta que la lesión puede estar incluso en otros órganos no analizados.
Además, indica que, cuando se lleva a cabo el proceso de cultivo bacteriológico, la muestra se trata con sustancias para eliminar otras bacterias que no interesan y esto también puede afectar a la micobacteria, por lo que, si se partía de una muestra escasa, las que hay pueden morir durante el proceso. “Hay muchos factores”, añade.
Es por todo esto por lo que el experto considera que los cultivos “tienen sus limitaciones”, pero que, aun así se puede confiar en los test actuales, pues han permitido erradicar la enfermedad en otros países de nuestro entorno.
De hecho señala que si pecan de algo es de ser poco sensibles, es decir, pasar por alto animales que sí que están infectados, pero asegura que, al menos en el caso de la intradermotuberculinización, es “muy específica”, con un porcentaje de acierto del 99% en muchos casos, basándose en los datos aportados por las Comunidades Autónomas y diversos estudios realizados al respecto.
“Cuando aparece un reactor estamos casi seguros de que está infectado”, insiste, y asegura que las pruebas actuales son más efectivas que otras opciones que se han propuesto, como la serología, que mide la respuesta de anticuerpos. “En ganado bovino de momento no son una alternativa real. No mejoran el rendimiento de las pruebas oficiales”, señala.
Estas pruebas, explica, se ven limitadas justo por lo mismo que los cultivos, y es que los títulos de anticuerpos de la tuberculosis no aparecen hasta que la enfermedad está avanzada, lo que perjudica su utilidad en ganado bovino.
LA VACUNACIÓN TAMPOCO ES UNA OPCIÓN
Respecto a la vacunación, asegura que, a pesar de lo que se pueda comentar, sí que se está investigando en vacunas efectivas contra la tuberculosis bovina y no se está apostando todo a los saneamientos. “Nosotros aquí trabajamos con vacunas”, asegura, y recuerda que, de momento, la única vacuna disponible, que es la BCG, la misma que se utiliza en humanos, está prohibida en Europa por varias razones.
La primera es porque interfiere con las pruebas diagnósticas, mostrando positivos en animales vacunados pero no infectados, lo que complica todo el proceso de erradicación y también el comercio de animales. Pero es que, además, apunta que la vacuna sencillamente no previene la infección con la suficiente efectividad.
Sería, por lo tanto, invertir en test diagnósticos más costosos y menos sensibles para, a cambio, no contar con la seguridad de que los animales vacunados no se van a terminar infectando.
De hecho, recuerda que Reino Unido, uno de los países más interesados en la vacunación, tras realizar distintos estudios de riesgo, la ha terminado dejando de lado. Actualmente en el país británico hay una prevalencia de tuberculosis de algo menos del 15%, cuando en España es poco más del 2%.
Donde sí que considera que la vacuna podría ser una buena opción en combinación con otras medidas es en fauna salvaje, ya que, aunque no te asegura que el animal no se infecte “algo de protección confiere”, pues reduce el tamaño de las lesiones, que son uno de los factores que se relaciona con la transmisión.
“Mejor eso que no hacer nada”, apunta, y señala que la vacunación es un método también más sencillo. “Al final la estrategia de diagnóstico y sacrificio en fauna silvestre no es viable”, explica
Eso sí, dicho esto, asegura que la fauna salvaje “no es el principal problema” para controlar la tuberculosis, sino que entre los factores clave están la sensibilidad de las pruebas diagnósticas, la frecuencia de los saneamientos y la presencia de otras enfermedades en los rebaños.
Aquí vuelve a poner el ejemplo de Reino Unido, que ha realizado varios planes de reducción de la población de tejones para tratar de reducir la prevalencia de la enfermedad y no han sido efectivos reduciendo la prevalencia de tuberculosis en vacas.