Una investigación analiza un brote de fiebre Q en Vizcaya en 2021 y destaca que el enfoque integral intersectorial 'One Health' y las medidas de salud pública adoptadas demostraron ser efectivos para controlarlo
Una investigación ‘One Health’ describe cómo las cabras estuvieron detrás de un brote de fiebre Q en una cueva del País Vasco
Una investigación analiza un brote de fiebre Q en Vizcaya en 2021 y destaca que el enfoque integral intersectorial 'One Health' y las medidas de salud pública adoptadas demostraron ser efectivos para controlarlo
Redacción - 13-07-2023 - 17:53 H - min.
La fiebre Q es una enfermedad zoonósica causada por Coxiella burnetii, una bacteria altamente resistente al estrés ambiental. Los reservorios más comunes son los rumiantes, principalmente ovinos, caprinos y bovinos.
Los seres humanos suelen adquirir la fiebre Q al inhalar aerosoles contaminados con C. burnetii excretada por animales infectados. Aunque la mayoría de las infecciones son asintomáticas, las infecciones agudas pueden presentarse como una enfermedad similar a la influenza, hepatitis, neumonía, miocarditis o pericarditis.
Los brotes en humanos a menudo afectan a personas con ciertas ocupaciones, como agricultores, veterinarios y trabajadores de mataderos. Sin embargo, la dispersión a larga distancia de C. burnetii a través del viento también puede dar lugar a grupos de casos, como se ha visto en muchos brotes comunitarios notificados en varios países.
En 2019, la incidencia de fiebre Q en la Unión Europea/Espacio Económico Europeo (UE/EEE) fue de 0,2 casos por 100.000 habitantes, con un total de 958 casos confirmados. En España, la incidencia en 2019 fue la más alta de Europa (0,7/100.000 habitantes) y, de las diferentes regiones españolas, el País Vasco ha notificado históricamente la mayor cantidad de casos y el mayor número de brotes registrados.
Los primeros brotes se informaron a principios de la década de 1980. Desde entonces, se han investigado varios brotes de fiebre Q en cabras y, en ocasiones, en ovejas, y en su mayoría se relacionaron con la falta de medidas de bioseguridad en las granjas.
Teniendo todo esto en cuenta, un grupo de investigadores del Gobierno Vasco y del Departamento de Sanidad Animal de Neiker han publicado un estudio en el que describen un un gran brote de fiebre Q en España, que afectó a más de 100 visitantes de una cueva natural de Bizkaia.
Este gran brote de fiebre Q en España se produjo durante la pandemia de Covid-19, cuando las restricciones limitaban los movimientos a localidades cercanas y se preferían las actividades de ocio al aire libre.
Por lo tanto, durante las vacaciones de Semana Santa, la cueva atrajo a muchos visitantes locales que lo consideraron un entorno natural abierto e ignoraron las recomendaciones de la pandemia de usar una máscara facial (también al aire libre) y, en consecuencia, estuvieron más expuestos.
La neumonía, principal presentación clínica de la fiebre Q en el norte de España, también fue la presentación clínica más común en este brote. Por ello, a su llegada al hospital o centro de atención primaria, a los pacientes se les realizaba primero la prueba del síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), lo que retrasaba el diagnóstico y la confirmación de los primeros casos de fiebre Q.
Además, los pacientes con síntomas respiratorios que dieron positivo por SARS-CoV-2 ya no fueron investigados por fiebre Q. “Estas razones, y el hecho de que no todos los visitantes de la cueva fueron evaluados, sugieren que el número real de casos de fiebre Q podría haber sido mayor que el informado”, afirman.
Los autores explican que, en Bizkaia, provincia donde se encuentra la cueva, las cabras han estado involucradas en todos los brotes de fiebre Q notificados en los últimos 10 años siempre que se identificó la fuente. Además, en el brote que describen, las cabras fueron la fuente más probable de contaminación ambiental de la cueva.
“La presencia de partos de cabras permanece en el interior de la cueva, así como cabras en los alrededores, días antes de la aparición de los síntomas de los casos, fueron reportados por los escaladores durante la investigación epidemiológica”, apuntan.
Asimismo, los autores explican que la infección por Coxiella burnetii en cabras puede causar altas tasas de aborto. Los animales infectados eliminan millones de bacterias a través de heces, fluidos, placentas y fetos abortados, contaminando así el medio ambiente a través de aerosoles.
“El movimiento de los animales y el viento probablemente contribuyeron a la propagación de la contaminación en la cueva, y la detección de aerosoles contaminados con C. burnetii en el medio ambiente confirmó claramente el riesgo de infección para personas o animales susceptibles”, admiten.
En este sentido, apuntan que los residuos del parto y las heces infectadas probablemente contaminaron el suelo de las cuevas, mientras que los períodos secos aumentaron la formación y propagación de polvo y aerosoles infecciosos.
“La primera evidencia provino de muestras recolectadas durante la primera visita a la cueva el 4 de marzo de 2021 cuando se detectó ADN de C. burnetii mediante PCR en tiempo real en muestras compuestas de heces, polvo y aerosoles recolectados dentro de la cueva. Este y otros estudios anteriores demostraron la utilidad del muestreo ambiental para investigar con éxito los brotes de fiebre Q”, explican.
Y es que los investigadores recuerdan que las endosporas de Coxiella burnetii son extremadamente resistentes al calor, la presión y la desecación y pueden permanecer viables durante varios meses en condiciones de alta humedad, bajas temperaturas y ausencia de luz solar.
Aunque la cueva se cerró tanto para visitantes como para animales domésticos poco después de que se declarara el brote, los resultados del cultivo celular indicaron que C. burnetii permaneció viable dentro de la cueva durante 24 meses (diciembre de 2020 a diciembre de 2022).
Para los autores, el control y la prevención efectivos de la fiebre Q en humanos requieren la identificación de la infección por C. burnetii en los rumiantes domésticos. Aunque las cabras infectadas fueron el origen más probable del brote, la excreción de C. burnetii por parte de los animales solo se probó a nivel de granja (polvo ambiental) y no a nivel animal mediante el examen de hisopos vaginales, leche o heces.
Esto dificultó la identificación de granjas con animales que podrían mudar y, por lo tanto, la posible fuente del brote. “Cuando se sospecha o se detecta una infección por C. burnetii en un rebaño, los esfuerzos de prevención deben centrarse en reducir la infección animal y la contaminación ambiental”, recomiendan.
Por lo tanto, esperan que el programa de vacunación diseñado a nivel municipal reduzca significativamente la excreción de C. burnetii en cabras y ovejas en futuros partos.
“Este estudio mostró que los brotes de fiebre Q pueden ocurrir en lugares inesperados, como áreas naturales visitadas para actividades deportivas o recreativas, donde la presencia de animales es común”, señalan.
Esto tiene varias implicaciones para la salud pública, según los autores. “En primer lugar, el público en general debe ser consciente del riesgo potencial de infecciones zoonósicas de los animales, no solo a través del contacto directo sino también al compartir espacios naturales”, afirman.
“Nuestro estudio confirma que la transmisión de C. burnetii del medio ambiente a los humanos puede ocurrir varios meses después de la contaminación ambiental por parte de animales infectados. Por lo tanto, los ciudadanos deben seguir las recomendaciones de los expertos en salud pública”, explican.
En segundo lugar, recuerdan que existe un alto riesgo ocupacional de infección para las personas involucradas en las medidas de control de brotes, como se informó en otro lugar. Por lo tanto, consideran que se debe enfatizar el uso adecuado del equipo de protección personal entre estos trabajadores.
En tercer lugar, abogan por la implementación de programas de vigilancia y control para reducir la prevalencia de fiebre Q en rumiantes domésticos (la principal fuente de infección humana), algo que consideran “clave” para reducir el riesgo de infecciones en humanos, particularmente en áreas endémicas con una alta prevalencia en rumiantes domésticos.
“Sin embargo, cuando estas medidas fallan y ocurren brotes, se debe seguir un enfoque integral de ‘One Health’ que considere los factores humanos, animales y ambientales para una investigación exitosa del brote”, afirman.
Por lo tanto, creen que los médicos deben ser conscientes de la importancia de obtener muestras humanas apropiadas de casos sospechosos de fiebre Q en el momento de la infección.
“El enfoque integral intersectorial de Una Salud y las medidas de salud pública adoptadas demostraron ser efectivos para controlar este brote de fiebre Q, ya que no se han detectado nuevos casos humanos desde octubre de 2021”, concluyen.
Desde la industria de la sanidad animal son conscientes del impacto de la fiebre Q, pero consideran que hace falta más concienciación. Así lo manifestó recientemente Luz María Ruano, KAM Rumiantes de Ceva Salud Animal, en una entrevista para Animal’s Health.
“Se necesita más concienciación por parte del sector, tanto ganaderos como veterinarios y médicos. Cuando no se declara la enfermedad y no se toman medidas, hacemos que el control de la enfermedad sea más largo y costoso”, afirmaba.
En este sentido, en la línea con los autores de este estudio, defendía que esta enfermedad se debe abordar bajo un enfoque ‘One Health’, aumentando la colaboración interdisciplinar en el cuidado de la salud de las personas, animales y medio ambiente.
“En Ceva tenemos mucha experiencia asesorando rebaños para controlar la enfermedad, llevamos más de 10 años ayudando a ganaderías en todo el mundo”, destacaba.