SÁBADO, 20 de abril 2024

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PROFESIONALES

Invertir en veterinarios especializados ahorraría miles de millones ante una nueva pandemia

Una reciente investigación reafirma la hipótesis de que prevenir las pandemias cuesta mucho menos que controlarlas, salvando millones de vidas y ahorrando miles de millones de dólares en pérdidas anuales

Los investigadores del estudio destacan que "la prevención es mucho más barata que la cura".
Los investigadores del estudio destacan que "la prevención es mucho más barata que la cura".

Invertir en veterinarios especializados ahorraría miles de millones ante una nueva pandemia

Una reciente investigación reafirma la hipótesis de que prevenir las pandemias cuesta mucho menos que controlarlas, salvando millones de vidas y ahorrando miles de millones de dólares en pérdidas anuales

Juan León G. - 08-02-2022 - 11:27 H - min.

Según explicó recientemente Joaquim Segalés, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del IRTA-CReSA durante una sesión online del Congreso Virtual de Vacunas 2022 organizado por MSD, prevenir pandemias futuras costaría “menos del 1%” de lo que supondría desarrollar una solución una vez aparezca la pandemia. “Controlar en origen agentes pandémicos es más barato que lidiar con una pandemia”, añadió.

Ahora, un estudio de la Universidad de Duke reafirma esa línea y concluye que prevenir las pandemias cuesta mucho menos que controlarlas. En dicho documento, los investigadores remarcan que invertir decenas de miles de millones de dólares en programas que mejoren la protección del medio ambiente e impulsen la vigilancia de las enfermedades de la fauna silvestre en su fase inicial podría reducir el riesgo de futuras pandemias entre animales y seres humanos hasta la mitad. Y, añaden, ahorrar millones de vidas y miles de millones de dólares en pérdidas anuales.

En resumen: “podemos pagar ahora o pagar mucho más después”, avisan. Esta es la conclusión del estudio publicado el 4 de febrero en la revista Science Advances, que compara los costes de prevenir una pandemia con los de intentar controlarla.  

"Resulta que la prevención es realmente la mejor medicina. Calculamos que podríamos reducir en gran medida la probabilidad de otra pandemia invirtiendo tan solo una 1/20 parte de las pérdidas sufridas hasta ahora por el COVID en medidas de conservación diseñadas para ayudar a detener la propagación de estos virus de la fauna silvestre a los humanos en primer lugar", apuntó Stuart Pimm, profesor Doris Duke de Ecología de la Conservación en la Universidad de Duke, que fue coautor del estudio.

Un punto de partida sensato, según el estudio, sería invertir en programas para acabar con la deforestación tropical y el tráfico internacional de animales salvajes, detener el comercio de carne salvaje en China y mejorar la vigilancia y el control de enfermedades en animales silvestres y domésticos en todo el mundo.

El COVID, el SARS, el VIH, el Ébola y muchos otros virus que han surgido en el último siglo se originaron en lugares y animales salvajes antes de propagarse a los humanos, señalan los autores del estudio. Los bordes de los bosques tropicales donde los humanos han talado más del 25% de los árboles para la agricultura u otros fines son focos de estas transmisiones de virus de animales a humanos, al igual que los mercados donde se venden animales salvajes, vivos o muertos.

"La conclusión es que si no dejamos de destruir el medio ambiente y de vender especies salvajes como mascotas, carne o medicina, estas enfermedades van a seguir apareciendo. Y como demuestra esta pandemia actual, controlarlas es extraordinariamente costoso y difícil", explicó Pimm.

"Han pasado dos años desde la aparición del COVID y la cura sigue sin funcionar. No se vacuna a suficiente gente en Estados Unidos, donde las vacunas están disponibles y podemos pagarlas, y no se destinan suficientes vacunas a otros países que no pueden pagarlas”, lamentó el coautor del estudio.

UN EQUIPO MULTIDISCIPLINAR

Dicha investigación, realizada por epidemiólogos, economistas, ecologistas y biólogos de la conservación de 21 instituciones, calcula que invirtiendo en la protección del medio ambiente y en la vigilancia de la enfermedad en su fase inicial una cantidad equivalente a tan sólo el 5% de las pérdidas económicas anuales estimadas asociadas a las muertes humanas por COVID, los riesgos de futuras pandemias zoonósicas podrían reducirse hasta la mitad. Esto podría ayudar a salvar alrededor de 1,6 millones de vidas al año y reducir los costes de mortalidad en unos 10 mil millones de dólares anuales.

Una de las principales recomendaciones del nuevo estudio es utilizar parte de este dinero para formar a más veterinarios y biólogos especializados en enfermedades de la fauna salvaje.

Otra recomendación clave es crear una base de datos mundial sobre el genoma de los virus que podría utilizarse para localizar el origen de los nuevos patógenos con la suficiente antelación para frenar o detener su propagación y, en última instancia, acelerar el desarrollo de vacunas y pruebas de diagnóstico.

Aaron Bernstein, del Hospital Infantil de Boston y del Centro para el Clima, la Salud y el Medio Ambiente Mundial de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, y Andrew Dobson, de la Universidad de Princeton, fueron los autores principales del estudio junto con Pimm.

La necesidad de poner en marcha medidas preventivas lo antes posible es cada vez más urgente. Según Dobson: "las epidemias se producen con más frecuencia, son cada vez más grandes y se extienden a más continentes".

"La prevención es mucho más barata que la cura", señaló Bernstein, quien enfatiza que, en comparación con los costes y los trastornos sociales y económicos asociados a tratar de controlar los agentes patógenos cuando ya se han propagado a los seres humanos, "prevenir las epidemias antes de que estallen es la mejor estrategia económica".

Investigadores de otras 17 universidades, centros médicos, organizaciones medioambientales sin ánimo de lucro o agencias gubernamentales de Estados Unidos, China, Brasil, Sudáfrica y Kenia son coautores del estudio.

Entre los coautores se encuentra Binbin V. Li, profesor adjunto de Ciencias Ambientales de la Universidad Duke Kunshan (China), que tiene un puesto secundario en la Escuela de Medio Ambiente Nicholas de Duke.

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