El Real Decreto aprobado por el Gobierno faculta a los cazadores para categorizar los residuos animales generados en la cacería, que pueden transmitir enfermedades si no son bien gestionados.
Indignación veterinaria por la nueva norma de subproductos de caza
El Real Decreto aprobado por el Gobierno faculta a los cazadores para categorizar los residuos animales generados en la cacería, que pueden transmitir enfermedades si no son bien gestionados.
Ángel Espínola - 23-02-2018 - 14:00 H - min.
El Real Decreto que aprobó el Gobierno a finales de enero para regular el control de subproductos animales no destinados al consumo humano y de sanidad animal en la caza mayor ha indignado al sector veterinario.
Concretamente, esta normativa establece las medidas a tomar para controlar los residuos (vísceras, pieles o cuerpos de animales) de la caza que no se destinan a consumo humano, con el fin de evitar la transmisión de enfermedades de origen animal.
El problema, como explica a Animal’s Health, el Diario de la Salud Animal, Antonio Arenas, presidente del Colegio de Veterinarios de Córdoba, es que un artículo del Real Decreto establece que las funciones de los Servicios Veterinarios Oficiales las puede realizar un cazador con formación en sanidad animal.
“Hasta ahora, eran los veterinarios autorizados los que decidían qué se tenía que hacer con estos subproductos, si debían de ir a una planta de destrucción de subproductos o si podían ir a la cadena alimentaria animal. Ahora, esto lo puede hacer un cazador que tenga formación en la materia”, señala el portavoz colegial.
La situación no sólo supone una degradación de la profesión veterinaria, cuya formación en sanidad animal ocupa al menos el 40% de la carrera universitaria, sino que, como indica Arenas, pueden suponer un peligro para la salud pública puesto que “algunos de estos subproductos, como los llamados Sandach de tipo 1, son altamente peligrosos para el ecosistema, para las especies y para las personas”.
De esta forma, el hecho de facultar a los cazadores para realizar esta tarea “nos parece exagerado, porque es como si se le da la facultad de hacer el diagnóstico de una enfermedad humana a un celador. La preparación nunca va a ser la misma que la de un médico”, afirma Arenas.
Por otro lado, como ejemplo de la importancia de que sean los veterinarios quienes hagan las clasificaciones de estos subproductos derivados de cacerías mayores (con un número de piezas abatidas superior a 20 por jornada de caza) es que en Andalucía, el trabajo de estos profesionales ha ayudado a reducir la seroprevalencia de la tuberculosis del jabalí en más de un 20%, “con lo que esto supone para la prevalencia en bovino y para la tuberculosis zoonótica”.
Junto al colegio cordobés, el Colegio de Veterinarios de Sevilla también ha transmitido a la Delegación de Salud de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía su preocupación por este cambio normativo, ya que “conllevaría varios perjuicios para el trabajo de los veterinarios y, sobre todo, para la sanidad y seguridad alimentaria repercutiendo claramente en la salud de las personas”.