La Oficina Federal de Investigación (FBI) de Estados Unidos ha creado una base de datos para buscar los patrones del maltrato animal y poder prevenirlo e identificar otro tipo de violencias, como la de género
El maltrato animal como patrón para prevenir otras violencias
La Oficina Federal de Investigación (FBI) de Estados Unidos ha creado una base de datos para buscar los patrones del maltrato animal y poder prevenirlo e identificar otro tipo de violencias, como la de género
Francisco Ramón López - 16-04-2019 - 13:30 H - min.
El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil publicaba en febrero los datos de sus actuaciones en 2018, entre las que hubo 590 detenciones o investigaciones de personas por delitos relacionados con el maltrato animal. El instituto armado indicaba que durante este periodo se cursaron también 16.625 denuncias en esta materia, más que las 11.277 que se contabilizaron en 2018.
A tenor de estos datos queda patente que el maltrato animal es un problema social que, a pesar de la cada vez mayor concienciación, está lejos de ser erradicado. La Oficina Federal de Investigación (FBI) de los Estados Unidos se ha propuesto reducir el número de casos de maltrato, para lo que ha publicado sus bases de datos de maltrato animal de 2016 y 2017, a partir de las cuales se ha propuesto crear un patrón del maltrato para poder prevenirlo.
Departamentos de policía a lo largo de todo el país han compartido información relativa a un tercio de la población estadounidense con el cuerpo federal. La información, apunta la Oficina Federal, es detallada para cada caso de crueldad, e incluyes datos relativos a horarios, ubicaciones, armas involucradas y actividades delictivas relacionadas.
Este anuncio se enmarca dentro de una transición que está llevando a cabo el FBI en su modo de recopilar datos sobre delitos, en el que se está pasando de un sistema de resúmenes de informes un Sistema Nacional de Informes más detallado. Los departamentos deberían de realizar esta transición antes de la fecha límite de 2021, pero la mayoría no lo ha hecho.
Gracias a la instauración de este sistema, la crueldad animal cuenta con su propia categoría, y no está incluida en el apartado ‘resto de ofensas’. Los datos de 2016 y 2017 recopilados en este apartado muestran una tendencia similar a la española, con un aumento de reportes relativos a crueldad animal.
Concretamente, los departamentos que ya utilizan el nuevo sistema —que abarcan unos 106 millones de habitantes— informaron de 3.200 casos de crueldad animal en 2017, o uno por cada 33.000 personas, una cifra muy superior a la de 2016, en el que se informó sobre 1.100 casos, o uno por cada 90.000 personas.
En total, los agentes de la autoridad arrestaron a unas 760 personas por crueldad animal en 2017, de las cuales el 96% eran adultos, alrededor del 70% de los casos conocidos de crueldad animal ocurrieron en hogares, y solo alrededor del 3% involucró sospecha de uso de drogas o alcohol.
El director ejecutivo de la asociación de la Asociación Nacional de Sheriffs, que representa a los departamentos de policía de los condados del país, Jonathan Thompson, reivindica la importancia de estos datos, pues considera que las personas que hacen daño a los animales también suelen hacer daño a las personas y, por lo tanto los patrones de maltrato animal pueden indicar que se están cometiendo otros delitos.
AÚN QUEDA TIEMPO PARA CREAR UN PATRÓN
La asesora principal para programas de crueldad animal del Instituto de Bienestar Animal de Estados Unidos, Mary Lou Randour, considera que el FBI tardará años en poder convertir este tipo de datos en información útil y considera que algunos estados probablemente tendrán mejores datos que otros.
Por su parte, el vicepresidente de proyectos contra la crueldad de la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad en Animales (ASPCA), Randall Lockwood, afirma que los datos recogidos en la base de datos del FBI recogidos hasta el momento son solo “una pequeña fracción” de los que se producen en el país.
Esta falta de datos puede deberse, según Lockwood, a que la crueldad hacia los animales a menudo es investigada por agencias separadas de los departamentos de policía municipales o de condados como agencias de control de animales, departamentos de salud pública y organizaciones locales sin fines de lucro.
Randour, por su parte, considera que incluso esta falta de datos que se está experimentando puede ser útil, pues pone de manifiesto en qué estados y condados no se está compartiendo información relativa al maltrato de animales.
Asimismo, Lockwood espera que los datos puedan desvelar qué regiones o incluso distritos de las ciudades tienen más problemas con la crueldad animal y, gracias a los informes más detallados podrían, a su vez, demostrar vínculos entre violencia doméstica y maltrato de animales o entre peleas de perros y posesión de armas o consumo de drogas.
IMPLICACIÓN DE LOS VETERINARIOS
La presidenta de la empresa de investigación forense veterinaria Forensic Veterinary Investigations, Marta Smith-Blackmore, considera que los veterinarios también deberían ser una de las fuentes de datos del nuevo sistema del FBI, e insta a los profesionales a que identifiquen y comuniquen los maltratos que puedan sufrir los animales que pasan por sus consultas. Para ello, ha desarrollado una infografía para ayudar a los veterinarios a sospechar y detectar signos de crueldad.
La forense cree que los veterinarios pueden mostrarse reacios a considerar que el maltrato ha sido la causa de una lesión, y los que sospechan de ello pueden dudar en denunciarlo. Un consejo que dio a los veterinarios es que si tienen sospechas lo suficientemente fuertes como para sopesar la idea de enviar un informe a las autoridades, es que deberían hacerlo.
Randour, en la misma línea, considera que los veterinarios son uno de los agentes más importantes para reconocer la crueldad animal, pero también la violencia doméstica, y aboga por que los veterinarios amplíen su enfoque y hablen con el personal de las organizaciones que ayudan a las víctimas de violencia domésticos para aprender a reconocer signos de maltrato, a intervenir, así como con qué materiales educativos podrían contar en sus salas de espera.