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Covid-19: El estudio que probó la transmisión animal-humano y cerró las granjas de visones

Un equipo de investigadores ha demostrado que el coronavirus pudo circular durante semanas entre los visones de las granjas de Holanda y que pudo dar el salto a humanos, lo que terminó provocando que se ordenara su cierre

La veterinaria Marion Koopmans, investigadora del Centro Médico Erasmus y una de las autoras del estudio.
La veterinaria Marion Koopmans, investigadora del Centro Médico Erasmus y una de las autoras del estudio.

Covid-19: El estudio que probó la transmisión animal-humano y cerró las granjas de visones

Un equipo de investigadores ha demostrado que el coronavirus pudo circular durante semanas entre los visones de las granjas de Holanda y que pudo dar el salto a humanos, lo que terminó provocando que se ordenara su cierre

Francisco Ramón López - 02-09-2020 - 13:35 H - min.

Un grupo de investigadores de distintos centros holandeses, entre ellos el Centro Médico Erasmus y las Universidades de Utretch y Wagenigen, ha hecho público un estudio, aún sin revisar por pares, en el que investigan en profundidad los brotes en 16 granjas de visones, analizando tanto a los animales como a los humanos que trabajaban en ellas mediante secuenciación del genoma completo.

Entre los investigadores se encuentra la veterinaria Marion Koopmans, que es miembro del grupo asesor de la Comisión Europea sobre Covid-19, y que señala que este estudio ha sido usado como base por las autoridades de Países Bajos para decidir definitivamente poner fin a la cría de visones en el país.

Y es que los investigadores señalan que por el momento, a pesar de la mejora de la bioseguridad, la vigilancia de alerta temprana y el sacrificio inmediato de las granjas infectadas, aún existe una transmisión en curso entre las granjas de visones, con tres grandes grupos (cluster) de transmisión que cuentan con modos de propagación desconocidos.

“Hasta donde sabemos, estos son los primeros eventos de transmisión de SARS-CoV-2 de animal a humano documentados”, aseguran los autores, que señalan que hará falta más investigación en visones y otras especies de mustélidos, para demostrar si estas especies pueden ser un verdadero reservorio de coronavirus, aunque a partir de sus observaciones lo consideran probable.

Los investigadores apuntan que tras la detección de SARS-CoV-2 en granjas de visones, se demostró que el 68% de los trabajadores evaluados y / o familiares o contactos estaban infectados con el virus, lo que indica que el contacto con visones  infectados es factor de riesgo para contraer Covid-19.

EL CORONAVIRUS CIRCULÓ DURANTE SEMANAS SIN SER DETECTADO

Los autores indican que se observó una gran diversidad en las secuencias genéticas de algunas granjas de visones, lo que muy probablemente se puede explicar a que hubo muchas generaciones de animales infectados antes de que se observaran los aumentos de mortalidad que alertaron a las autoridades.

Sin embargo, apuntan que también se observó una diversidad de secuencias genéticas relativamente alta en granjas que dieron negativo una semana antes, lo que sugiere una evolución más rápida del virus en la población de visones.

“Esto puede indicar que el virus podría replicarse de manera más eficiente en visones o podría haber adquirido mutaciones que hacen que el virus sea más virulento”, teorizan los autores, que añaden que no se encontraron mutaciones específicas en las muestras de los visones que apunten en este sentido.

En la misma línea, los investigadores indican que las granjas de visones tienen grandes poblaciones de animales que podrían conducir a una transmisión de virus muy eficiente, y estiman que los intervalos de generación (el tiempo que transcurre entre que se infecta un hospedador y puede infectar a otro) para el SARS-CoV-2 en humanos son de alrededor de 4-5 días, pero con una exposición a dosis altas en una granja de alta densidad el periodo podría ser más corto.

LA SECUENCIACIÓN GENÉTICA DEMUESTRA LA TRANSMISIÓN VISÓN-HUMANO

Si bien, los autores señalan que encontraron secuencias genéticas en humanos que coinciden con las de visones en varias granjas, apuntan que no todas estas pueden considerarse transmisiones zoonósicas directas.

Así, aunque explican que dos empleados de una de las granja de visones probablemente se infectaron mientras trabajaban en ella, dada la agrupación específica en el árbol filogenético y el momento de la infección, infecciones humanas posteriores pueden haberse originado a partir de infecciones zoonósicas adicionales o de transmisión de persona a persona en sus casas.

Eso sí, señalan que la clara separación filogenética entre los casos humanos relacionados con granjas y la población general dentro de la misma área geográfica (utilizando el código postal), proporciona otra prueba más de que los animales eran la fuente más probable de infección.

Asimismo, apuntan que si bien el número de personas infectadas con SARS-CoV-2 disminuyó en los Países Bajos en mayo y junio, se observó un aumento en la detección de SARS-CoV-2 en granjas de visones. Según los datos genéticos, los casos analizados de este periodo son parte de múltiples cadenas de transmisión individuales vinculadas a las granjas de visones y no son un reflejo de las cadenas de transmisión de la población humana en esa época.

Por otro lado, los autores señalan que en algunos casos las granjas tenían el mismo propietario, pero en otros casos no se pudo establecer ningún vínculo epidemiológico, por lo que concluyen que personas que visitan las diferentes granjas pudieron ser una fuente, pero también los gatos semi-salvajes que deambulan en ellas o la vida silvestre.

Los investigadores consideran que los entornos de las granjas de visones, por su tamaño de población y estructura, hace concebible que el SARS-CoV-2, una vez introducido, pueda seguir circulando. Por lo tanto, consideran que la vigilancia y la cooperación continua entre los servicios de salud humana y animal son cruciales para evitar que los animales sirvan como reservorios de infecciones.

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