El virus del Nilo Occidental afecta principalmente a aves, aunque también puede afectar a mamíferos, pudiendo causar enfermedad tanto en caballos como en personas
Agricultura publica el programa de vigilancia 2024 de fiebre del Nilo Occidental
El virus del Nilo Occidental afecta principalmente a aves, aunque también puede afectar a mamíferos, pudiendo causar enfermedad tanto en caballos como en personas
Francisco Ramón López -
02-01-2024 - 09:40 H - min.
Con la llegada del nuevo año, desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) están publicando los primeros programas de vigilancia del 2024, entre ellos el de la fiebre del Nilo Occidental (FNO).
Desde el MAPA recuerdan que la FNO es producida por un arbovirus de la familia Flaviviridae (virus de la fiebre del Nilo Occidental – VFNO) que afecta principalmente a aves, aunque también puede afectar a mamíferos, pudiendo causar enfermedad tanto en caballos (es de declaración obligatoria a la OMSA) como en personas, y que se transmite por la picadura de un vector artrópodo, tratándose generalmente de mosquitos del género Culex (C. pipiens y C. modestus en Europa, C. perexiguus en el Sur de Europa).
Sin embargo, son las aves las que actúan como principal reservorio epidemiológico, y a ellas se les atribuye un papel importante en la diseminación del virus entre distintas regiones geográficas, siendo las zonas húmedas como deltas de ríos, zonas pantanosas o lagos con abundancia de aves migratorias y mosquitos, el hábitat óptimo para su propagación.
Entre los factores que contribuyen a aumentar de forma clara el riesgo de diseminación de esta enfermedad, cabe citar las mejores condiciones climáticas, la abundancia de vectores en contacto con aves y humanos, y la presencia de aves migratorias infectadas.
“Dada la estratégica situación de España en relación con el paso de aves migratorias entre Europa y África donde este virus es endémico, y la importancia de nuestros humedales como áreas de nidificación de muchas de estas aves, nuestro país tiene un riesgo alto de aparición de brotes”, explican.
De esta manera, el Ministerio destaca que un plan de vigilancia de cualquier enfermedad en la que se vea implicado un arbovirus, debe ajustarse a cada territorio según la probabilidad de que exista circulación vírica.
Asimismo, señalan que las aves acuáticas migratorias actúan como principal reservorio epidemiológico, jugando el principal papel en la diseminación del virus entre distintas regiones geográficas.
No obstante, los équidos juegan un papel destacado como centinelas, ya que en determinadas circunstancias están más expuestos a la picadura del vector transmisor de la enfermedad que los humanos.
Considerando todo lo expuesto, los objetivos del plan de vigilancia son detectar la presencia de circulación vírica en una zona, de modo que se puedan identificar las áreas de riesgo en las que, y a partir de las cuales, se puede difundir la enfermedad causando brotes.
El objetivo es también disponer de información que permita valorar el riesgo de aparición de la enfermedad desde el punto de vista de la sanidad animal y de la salud pública, con el fin de dar una respuesta eficaz en tiempo y forma y valorar la necesidad de poner en marcha medidas de lucha específicas, así como programar en el tiempo las mismas.
Para conseguir esto, la vigilancia en aves se trata del medio más eficaz si se quiere detectar de forma rápida y precoz la presencia del VFNO en un área. En este sentido, el plan incluye aves doméstica centinela, así como aves silvestres, a las que se le aplica vigilancia activa y pasiva.
Por otro lado, también incluye vigilancia entomológica para realizar la identificación y abundancia de especies de mosquitos y detectar circulación viral, dado que los mosquitos son unos buenos indicadores de la circulación viral en una zona por sus limitados desplazamientos.
Además, incluye vigilancia en équidos, que actúan como fondo de saco epidemiológico en la transmisión de esta enfermedad, ya que la viremia alcanzada en ellos no es lo suficientemente alta como para que el vector transmisor de la enfermedad pueda infectarse a partir de un caballo enfermo, y, de este modo, transmitir la enfermedad.
Sin embargo, tan sólo un porcentaje muy reducido de los caballos infectados desarrollan un cuadro clínico detectable, por lo que para aumentar la eficacia de la vigilancia puede resultar conveniente el empleo de équidos centinela (vigilancia activa), especialmente en zonas consideradas de riesgo.