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Los 10 falsos mitos sobre el uso de antibióticos en animales

La Plataforma para el Uso Responsable de Medicamentos en Animales da algunas claves sobre el uso adecuado de antibióticos en veterinaria y desmiente afirmaciones esgrimidas para restringir su utilización

Los antibióticos en animales deben ser prescritos por un veterinario.
Los antibióticos en animales deben ser prescritos por un veterinario.

Los 10 falsos mitos sobre el uso de antibióticos en animales

La Plataforma para el Uso Responsable de Medicamentos en Animales da algunas claves sobre el uso adecuado de antibióticos en veterinaria y desmiente afirmaciones esgrimidas para restringir su utilización

Redacción - 01-09-2021 - 12:26 H - min.

En estos momentos el sector veterinario se enfrenta a una amenaza por la moción de parlamentarios europeos sobre los criterios para la designación de antibióticos reservados, con la que quieren crear una lista de estos medicamentos exclusiva para uso humano, algo que dificultaría el tratamiento de algunos animales.

Ante esta situación, distintas instituciones veterinarias de toda Europa, como la Federación de Veterinarios de Europa (FVE), o asociaciones veterinarias de distintos países, como Alemania, Francia o Italia se han posicionado en contra. También lo ha hecho el Colegio de Veterinarios de Madrid (Colvema).

La principal crítica a esta moción, que se votará en septiembre, es que los criterios que utiliza no están basados en la ciencia. En este contexto, la Plataforma para el Uso Responsable de Medicamentos en Animales (Epruma) ha querido dar a conocer una serie de hechos para desmentir los principales mitos, malentendidos y desinformaciones que circulan sobre el uso de antibióticos en animales.

La plataforma ha elegido 10, y con ello pretende promover el uso responsable de medicamentos en animales y fomentar mejores prácticas para prevenir, controlar y tratar las enfermedades animales, desde una perspectiva ‘One Health’.

El primer mito es que en la Unión Europea (UE) los animales de granja usan más antibióticos que los humanos. Epruma lo desmiente, señalando que el uso de antibióticos por kg de biomasa es menor en los animales de granja que en las personas, como se muestra en el último informe de la JIACRA de 2021 publicado por el ECDC, la EFSA y la EMA. “El sector animal ha realizado enormes esfuerzos durante la última década, que ha visto una reducción de las ventas de antibióticos veterinarios de más del 34% (informe ESVAC 2020)”, afirman.

El segundo mito hace referencia a que en Europa los antibióticos se utilizan para promover el crecimiento de los animales de granja. Sin embargo, recuerdan que el uso de antibióticos como promotores del crecimiento en animales de granja está prohibido en la UE desde 2006. Eso sí, apuntan que estos todavía se utilizan en algunos países no pertenecientes a la UE para aumentar las tasas de crecimiento de los animales.

Por otro lado, el tercer mito afirma que existe un alto riesgo de que las personas se enfermen como resultado de la resistencia a los antibióticos desarrollada en los animales y transferida a los humanos. Algo con lo que no está de acuerdo Epruma, que indica que las dinámicas no funcionan así.

“La gente puede creer que las bacterias resistentes a los antibióticos son transferidas de los animales a los humanos, pero en realidad tendría que ocurrir una secuencia de eventos compleja y poco común para que este sea el caso, lo que hace que la transferencia de bacterias resistentes de animales a humanos sea algo poco común. Además, la transferencia de bacterias resistentes también puede ocurrir de humanos a animales”, apuntan.

LA RESISTENCIA A ANTIMICROBIANOS EN HUMANOS NO SE HA PRODUCIDO POR SU ABUSO EN ANIMALES

El mito número 4 es que la resistencia a los antimicrobianos en los seres humanos es el resultado del uso excesivo de antibióticos en animales. En este punto vuelven a insistir en que la transferencia de genes de resistencia entre animales y humanos no es sencilla, y señalan que los organismos científicos y autoridades han declarado que alrededor del 75% de la carga total de infecciones por bacterias resistentes a los antibióticos en los países de la UE y el entorno económico europeo están asociadas con pacientes humanos y entornos sanitarios.

“Otros factores principales incluyen la falta de acceso a agua potable, saneamiento e higiene tanto para humanos como para animales, acceso deficiente a medicamentos, vacunas y diagnósticos asequibles y de buena calidad; la falta de conciencia e información; y falta de aplicación de la legislación”, añaden.

De hecho, señalan que prohibir ciertos antibióticos para su uso en animales puede tener un efecto contrario, pues la dependencia de unos pocos antibióticos para el tratamiento de infecciones en animales aumentará la presión selectiva sobre las bacterias y fomentará la selección de organismos resistentes a los antibióticos, lo que producirá el efecto contrario.

El quinto mito se refiere a la afirmación de que los antibióticos están presentes en los alimentos, algo que aseguran que no es cierto, pues en la UE se establecen períodos de espera muy estrictos para cada antibiótico de uso veterinario, lo que da tiempo para que los medicamentos se eliminen del animal antes del sacrificio. Esto garantiza la seguridad alimentaria, ya que los productos alimenticios de origen animal no pueden contener residuos de antibióticos por encima de límites muy estrictos.

Epruma también desmiente otro mito, el sexto, que es el que asegura que la ganadería intensiva favorece el desarrollo de resistencia a los antimicrobianos. Sin embargo, para la plataforma esto no está directamente relacionado, pues el principal impulsor del desarrollo de la resistencia es el nivel de uso o mal uso de antibióticos, que no está necesariamente relacionado con la escala o el sistema de la granja.

“Las bacterias resistentes se encuentran tanto en las granjas intensivas como en las orgánicas, ya que los animales se enferman en algún momento en todos los sistemas de producción y, por lo tanto, son tratados con antibióticos veterinarios siempre que un veterinario lo considere necesario”, explican (Reglamento (CE) n.o 889/2008 de la Comisión y del Consejo. Reglamento (CE) no 834/2007).

LA GANADERÍA INTENSIVA NO TIENE POR QUÉ UTILIZAR MÁS ANTIBIÓTICOS

Otro mito desmentido es el séptimo, que defiende que los antibióticos se utilizan en exceso en animales por personas no competentes. En este punto, esgrimen el Reglamento 2019/6, que indica que los antibióticos en animales se usan solo después del examen, diagnóstico y prescripción por parte de un veterinario.

“Los veterinarios están altamente capacitados para evaluar el estado de salud de los animales bajo su cuidado, diagnosticar y prescribir el tratamiento necesario de la misma manera que lo hacen los médicos para las personas”, apuntan.

Además, afirman que los veterinarios conocen bien los mecanismos que conducen al desarrollo de resistencia a los antibióticos y los riesgos para los animales y las personas, al igual que los médicos para las personas.

“Hacer cumplir la supervisión veterinaria mediante la implementación de visitas veterinarias periódicas según lo previsto por el Reglamento (UE) 2016/429 puede tener un impacto importante en la promoción y aplicación de las mejores prácticas, lo que conduce a una mejor salud de los animales y minimiza la necesidad de usar antibióticos”, aseguran.

En cuanto al octavo mito, este alega que en las explotaciones agrícolas de la UE se utilizan tratamientos preventivos para compensar la mala higiene en la ganadería. Sin embargo, Epruma matiza que los animales, como los humanos, pueden enfermarse incluso cuando se mantienen en las mejores condiciones, incluida una adecuada bioseguridad.

“El Reglamento 2019/6 prohíbe el uso preventivo (profiláctico) de antibióticos en grupos de animales. El tratamiento preventivo con antibióticos en animales solo está permitido para animales individuales y, en casos excepcionales, para un número reducido de animales, cuando el riesgo de infección es muy alto y es probable que las consecuencias sean graves”, afirman.

Además, señalan que el uso de antibióticos en animales solo está permitido con prescripción veterinaria y el uso de medicamentos veterinarios "para compensar la mala higiene, la cría inadecuada de animales o la falta de cuidado o para compensar la mala gestión de la granja" está expresamente prohibido según el Reglamento 2019/6.

“Los animales se reconocen como seres sensibles (artículo 13 del TFUE) y deben ser tratados cuando enferman. El veterinario es quien evalúa la situación, diagnostica y prescribe el tratamiento adecuado a esos animales enfermos, incluidos antibióticos cuando sea necesario, como hacen los médicos con las personas”, señalan.

Respecto al noveno mito, que sostiene que el tratamiento de los animales en grupo no es necesario en las prácticas ganaderas en la UE, esgrimen que en ocasiones este tipo de tratamientos a través de, por ejemplo el agua o el alimento puede ser el método de tratamiento más seguro y eficaz.

“El Reglamento 2019/4 sobre piensos medicamentosos introduce reglas estrictas para el uso de medicación oral, a través del pienso o agua. Controlar a los animales individualmente e inocularles puede ser muy estresante para el animal, especialmente si se necesita un curso de tratamiento que implique una dosis diaria. Por lo tanto, esto hace que el tratamiento individual sea estresante y poco práctico. Corresponde al veterinario decidir la forma óptima de administrar la medicación, que permanece bajo control y prescripción veterinaria”, añaden.

El último mito hace referencia a la idea de abogar por un uso cero de antibióticos en animales. No obstante, para Epruma la realidad es que el objetivo no tiene que ser ese, sino la reducción a cero de las resistencias a antibióticos en animales y personas.

“Los antibióticos deben estar disponibles cuando se necesiten y usarse de manera prudente y responsable tanto en animales como en humanos, tras el diagnóstico y la prescripción de un veterinario (en animales) o un médico (en humanos), que necesitan estas herramientas para controlar las infecciones y detener la propagación de enfermedad”, concluyen.

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