Desmontando mitos
Santiago Vega -
18-11-2022 - 09:31 H - min.
Catedrático del Área de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera
Hoy 18 de noviembre quiero llevar a tu memoria, querido lector, la celebración en toda Europa del «Día Europeo para el Uso Prudente de Antibióticos», y quiero hacerlo rompiendo con una creencia que esta instaurada en nuestra sociedad, y que con más frecuencia de la que sería mi deseo me recuerdan en diferentes foros científicos o culturales, o tengo que leer y escuchar en diversos medios de comunicación, que probablemente sin mala intención repiten la misma creencia de manera histórica, pero que no se han parado a contrastar de manera reciente. Me estoy refiriendo a la aseveración que mantiene que en nuestras granjas se realiza un «uso masivo, e indiscriminado de antibióticos en la cría de animales para el consumo humano».
Pero antes de argumentar con datos que esta afirmación ya no se corresponde con la realidad en Europa, creo que es de justicia y rigor asumir que en el pasado desde la veterinaria, y porque no tambien desde la medicina humana (médicos, odontólogos y podólogos), ambas grupos de profesionales sanitarios son los únicas que tienen autorizada la prescripción (receta) de medicamentos, unido a los farmacéuticos que son quienes los dispensan, se ha hecho un uso inadecuado de los antibióticos, en veterinaria se utilizaron como promotores del crecimiento, o como sustitutivos de las medidas de higiene en las explotaciones, usos que contribuyeron en el pasado a aumentar de manera importante las resistencias a los antimicrobianos, si bien en la actualidad en el ámbito del nuevo marco legislativo europeo en materia de medicamentos veterinarios, el Reglamento (UE) 2019/6, que viene siendo de aplicación desde enero de 2022, esta práctica está totalmente prohibida.
Por otro lado, el nuevo reglamento, destaca la obligación de reservar el uso de ciertos antibióticos críticos para el tratamiento de infecciones en humanos, prohibiendo su uso en animales, pues bien, este es el caso de la Colistina, en el periodo comprendido entre el 2015-2018, este antibiótico, estratégico en medicina humana, ha visto como se reducía su consumo en la cría del porcino en un 97,18 %, en el mismo periodo de tiempo el consumo total de antibióticos en avicultura de carne se ha reducido un 71%, y todo debido en buena parte al programa REDUCE creado en el marco del Plan Nacional contra la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), en ganadería de porcino, avicultura de carne, cunicultura, bovino de carne, bovino lechero, ovino y caprino, este plan estratégico y de acción, ejemplo en todo el mundo de como en España en lo relativo al uso de antimicrobianos las cosas se han hecho muy bien como estamos describiendo, y cuyo objetivo ha sido y es reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencia a los antibióticos y, consecuentemente, reducir el impacto de este problema sobre la salud de las personas y los animales, preservando de manera sostenible la eficacia de los antibióticos existentes. Es de destacar que a este programa se han adherido de manera voluntaria las empresas de los distintos sectores de la ganadería.
Este esfuerzo se ha materializado en los datos publicados en el nuevo informe «European Surveillance of Veterinary Antimicrobial Consumption (ESVAC)» que recoge que durante el periodo comprendido entre 2011-2020 las ventas de antimicrobianos veterinarios en los países europeos se han reducido un 43%, añadiendo la directora ejecutiva de la «European Medicines Agency (EMA)», Emer Cooke, que en «Europa, el uso de antibióticos en animales es ya menor que en humanos». En el caso de España esta reducción en ganadería ha sido más significativa, un 48% frente al 33% de media en los países de la Unión Europea.
¿Y como se están alcanzando estos éxitos?, desde un enfoque holístico de la salud animal, las vacunas, siempre que se disponga de ellas, previniendo las infecciones, junto con un buen manejo, reduciendo el estrés y garantizando un sistema inmune fuerte y competente frente a la infección, y una bioseguridad efectiva, que controle la entrada de agentes patógenos a las granjas, reducen la prevalencia de las enfermedades y por lo tanto minimizan el uso de antibióticos en las mismas, generando menos resistencias a los antimicrobianos.
Igualmente, en aras de un uso prudente de los antimicrobianos, el Reglamento restringe los tratamientos profilácticos (toma de medidas preventivas dirigidas a evitar que se produzca una infección) y metafilácticos (tratar a un grupo de animales cuando uno muestra signos de infección) a condiciones de uso muy limitadas. Los tratamientos profilácticos con antibióticos solo podrán emplearse de forma excepcional y en animales individuales si la vida del animal corre peligro, como pudiera ser una cirugía en la que el riesgo de infección sea muy elevado y las consecuencias pudieran ser graves para el animal. Respecto a los tratamientos metafilácticos, aplicados a un grupo de animales cuando la patología ya ha sido diagnosticada, el Reglamento es muy explícito y contempla su uso solo cuando el riesgo de propagación de una infección o de una enfermedad infecciosa en el grupo de animales sea elevado y no se disponga de alternativas adecuadas.
Por otro lado, es importante resaltar que la cantidad prescrita deberá ser la estrictamente necesaria para el tratamiento o terapia de que se trate. En resumen, en el uso de los antibióticos debemos guiarnos por la máxima «tan poco como sea posible, tanto como sea necesario».
Con todo lo anterior, creo que coincidiremos todos, en que hay que romper con este mito con el que comenzábamos este articulo y reafirmarnos en que actualmente en Europa, y mas concretamente en España, la agricultura en general y la ganadería en particular es sostenible, ambientalmente racional, socialmente responsable, económicamente viable, y basada en un método científico holístico. Y es precisamente desde esta ganadería sostenible, como se esta contribuyendo de manera muy importante a enfrentar la crisis climática, previniendo la propagación de enfermedades animales, protegiendo la biodiversidad y reduciendo y/o retrasando la aparición de nuevas zoonosis como la última que acabamos de enfrentar por el SARS-CoV-2, contribuyendo al cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS) «Vida de ecosistemas terrestres».
Las vacunas y otros medicamentos veterinarios están haciendo posible que el ganadero sea capaz de producir más alimentos con menos recursos naturales (alimento, agua, energía y uso de la tierra), y con una menor producción de desechos ganaderos, y esto está contribuyendo a un menor impacto ambiental. La mejora de la salud animal ha contribuido a reducir el uso de la tierra un 20%. Animales sanos requieren menos recursos, lo que implica una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40%, contribuyendo a la lucha frente al cambio climático, y al cumplimiento del ODS «Acción por el clima».
Actualmente 900 millones de personas no consiguen la cantidad óptima de proteína. El ganado proporciona el 18% de las calorías globales y el 25% de la producción global de proteína. Hasta un 20% de la producción animal mundial se pierde debido a las enfermedades. Esto último es especialmente relevante cuando esta semana, según el cálculo del Fondo de Población de las Naciones Unidas, el Planeta de la Vida cuenta con 8.000 millones de habitante.
Esto nos llevara a que la demanda de productos de origen animal sea según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO 2011) el doble para el año 2050. Las vacunas y otros medicamentos veterinarios ayudan a prevenir y tratar las enfermedades animales, y reducen el dolor y el malestar, disminuyen la mortalidad en animales de cría, y ayudan al ganadero a producir suficiente leche, carne, huevos para satisfacer la demanda alimentaria de los consumidores. Ambos incrementan el bienestar animal y de las personas y la seguridad alimentaria, contribuyendo al cumplimiento del ODS «Producción y consumo responsables» y «Salud y bienestar».
5 o 6 de los productos básicos más valiosos son alimentos de origen animal (leche, huevos, aves, cerdo, carne de vaca). La reducción de las enfermedades animales, disminuyen las pérdidas de la cría ganadera, contribuyendo al cumplimiento de los ODS «Fin de la pobreza» y «Hambre cero». Los animales sanos producen alimentos sanos seguros en el mercado.
Y finalizo, todo lo anterior debe llevarnos, por un lado a sentirnos orgullosos por el esfuerzo que ganaderos y veterinarios han realizado para hacer de la ganadería un sector sostenible y seguro desde el punto de vista social, medio ambiental, económico y alimentario, cumpliendo con el objetivo del «Pacto Verde Europeo», que cuenta entre una de sus principales estrategias «De la granja a la mesa» (From Farm to Fork), ahora solo nos queda saber comunicar todo esto a la sociedad en general, poniendo en valor este esfuerzo y los logros alcanzados, claramente alineados en la estrategia de «One Health» (Una Sola Salud).
Video “La Resistencia antimicrobina es una amenaza global que requiere una respuesta global” Fuente: FAO