La rabia, un ejemplo de One Health: vacunar para eliminar
Santiago Vega -
28-09-2019 - 01:03 H - min.
Catedrático del Área de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera y Académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana y de la Academia de Veterinaria de la Región de Murcia
Este artículo de opinión, ve la luz en la semana de la rabia, que este año ha contado con numerosas actividades en Valencia, algunas de las cuales han sido organizadas por la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera, y que coincide con el día mundial de la rabia, 28 de septiembre, aniversario de la muerte del ilustre científico y humanista, Louis Pasteur, con el quiero sumarme al reconocimiento y admiración a esta gran figura de la ciencia de todos los tiempos, que nos abrió la puerta y nos marcó el camino a seguir para conseguir acabar con la enfermedad de la rabia.
La rabia ha sido, a lo largo de la historia, un punto de referencia incuestionable. Se trate de Microbiología, de Inmunología, de Medicina o Veterinaria, su agente etiológico, la propia enfermedad o las medidas para su prevención y control en los animales han representado desde siempre un objetivo de la Ciencia. Seguramente, la tasa de mortalidad y lo terrible del cuadro clínico han mitificado esta enfermedad hasta convertirla en una mezcla de realidad y fantasía. Así empezó todo:
«Un día de octubre de 1831, un niño de nueve años huía espantado de un grupo de gente que se agolpaba a la puerta de una fragua en una aldea de las montañas de Francia oriental, Dôle. Sobre las exclamaciones medrosas y excitadas de la muchedumbre que se agolpaba junto a aquella puerta, el niño había advertido el chisporroteo del hierro al rojo blanco actuando sobre la carne humana, y como a este terrorífico chirrido había seguido un gemido de dolor. La víctima era Nicole, un labrador recién mordido por un lobo rabioso que corrió aullando, con las fauces goteando venenosa espuma, a través de las calles de la aldea. El niño que huía era Louis Pasteur, hijo de un curtidor de Arbois y bisnieto de un siervo del conde de Udressier.
Pasaron los días y las semanas, y ocho víctimas de aquel lobo rabioso murieron con las gargantas secas por las agonías abrasadoras de la hidrofobia. Sus alaridos resonaron en los oídos de aquel tímido muchacho, que algunos calificaban de estúpido, y el hierro que sirvió para cauterizar las heridas del labrador dejó una impronta en su memoria.»
Paul de Kruif. Cazadores de Microbios (1926).
Pero vamos por partes, primero ¿qué es la rabia? Es por definición, una encefalomielitis aguda (inflamación del encéfalo que se acompaña de la afección de la medula espinal), de amplia distribución mundial que afecta al hombre y a gran número de mamíferos domésticos y salvajes.
Además, se considera una de las zoonosis más importantes a tener en cuenta por las autoridades sanitarias por sus fatales consecuencias, ya que en ausencia de tratamiento conduce a la muerte. Una vez que aparecen los síntomas la rabia es mortal en el 100% de las veces. España se encuentra libre de rabia en mamíferos terrestres desde el año 1978.
Únicamente en las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla dada su localización geográfica próxima a zonas endémicas, se diagnostican esporádicamente casos importados de rabia en perros.
ENFERMEDAD REEMERGENTE
Actualmente está considerada como una enfermedad reemergente a nivel mundial debido a la aparición de nuevas variantes del virus que incrementan el número de reservorios, por un lado, y a la entrada y/o comercio en nuestro país de animales menores de 3 meses sin vacunar, procedentes de países UE y terceros con rabia endémica, práctica cada vez más habitual, a este hecho se une el intenso tráfico de personas y animales, que continuamente se mueven por nuestro país y por todo el territorio europeo.
En España, una de esas variantes (European Bat Lyssavirus I), se encuentra circulando en murciélagos insectívoros. Estas nuevas variantes pueden transmitirse y producir cuadros de rabia tanto en nuestros animales de compañía como en humanos dando lugar a cuadros indistinguibles clínicamente del producido por el virus rábico clásico. Esto hace que los esfuerzos para erradicar o eliminar la infección en animales domésticos se hayan complicado de forma importante y la vacunación de las mascotas cobra más importancia aún si cabe.
Afortunadamente existe tratamiento profiláctico pre-exposición con vacuna y post-exposición combinando la vacuna y la inmunización pasiva, la limpieza de la herida y la inmunización según las recomendaciones de la OMS tan pronto como sea posible tras un contacto sospechoso con un animal permite prevenir la aparición de la rabia en prácticamente el 100% de las exposiciones.
En caso de exposición humana a animales sospechosos debe intentarse identificar, capturar o sacrificar inmediatamente el animal implicado. El tratamiento post-exposición debe comenzar inmediatamente y sólo debe detenerse si el animal es un perro o un gato que siga estando sano al cabo de 10 días. Aunque la mayoría de los países europeos tienen prácticamente erradicada la rabia canina y vulpina (rabia del zorro), se siguen declarando algunos casos en animales y humanos.
En los últimos años, a la par que un resurgimiento de las vacunas inactivadas a partir de virus obtenido en cultivos celulares, estamos asistiendo a una auténtica revolución de principios, con la aplicación de las técnicas de ingeniería genética y de los anticuerpos monoclonales, a los procedimientos de control, luchando por conseguirse productos inmunizantes sobre la base de fracciones mínimas del virus, pero estimulantes de una sustancial capacidad protectora.
LA RABIA EN LA HISTORIA
Un poco de memoria histórica, en este sentido y con el ánimo de ampliar el conocimiento de la rabia en el lector, nos proponemos hacer un viaje a través del tiempo para ir recorriendo los hitos más importantes de la enfermedad. Y es que, pocas enfermedades como la rabia han suscitado a través de los tiempos tanto temor al ser humano con la sola mención de su nombre.
Los griegos denominaron a la enfermedad «lyssa» (locura) y los romanos «rabere» (rabiar), de donde deriva la terminología actual. Existen sobre ella referencias que se remontan a cientos de años antes de Cristo; así, en las Leyes de Eshnunna (1800 a. de C.), se hace referencia a la cuantía de la indemnización que el propietario de un animal rabioso había de pagar cuando, previa notificación por las autoridades, a consecuencia de su negligencia, el animal mordía a un hombre libre o a un esclavo, muriendo por ello.
En el Código de Hammurabi (1792 a 1850 a. de Cristo) que constituye, con sus 280 artículos, la más importante aportación cultural del derecho paleobabilónico, se describió también la rabia en el hombre:
«Si un perro está rabioso y las autoridades lo han puesto en conocimiento de su dueño y este no lo mantiene sujeto, muerde a un hombre y causa su muerte, entonces el dueño pagará dos terceras partes de una mina -40 siclos- de plata. Si muerde a un esclavo y causa su muerte, entones pagará 15 siclos de plata.»
En Europa occidental se tiene noticias de la presencia de la rabia en los zorros a partir de 1271, y en 1546 Girolamo Fracastoro, es autor de una teoría acerca del contagio de la rabia, además de describir la patología de la enfermedad en el hombre. Desde la Edad Media hasta el siglo XIX, existen pocos avances destacables en el conocimiento de la enfermedad; la naturaleza infecciosa de la rabia fue probada por Zinke en 1804 inoculando saliva de un perro rabioso en uno sano y provocando en éste la enfermedad.
LOS GRANDES DESCUBRIMIENTOS
En la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, se dan cita grandes descubrimientos en relación con la rabia, muchos de ellos ligados a compañeros veterinarios, como el francés Galtier (1846-1908) investigador pre-pasteuriano, demostró la presencia del virus rábico en la saliva del perro, realizando inoculaciones con ella al conejo provocándole la enfermedad, lo que le permitió comprobar el periodo de incubación, y como éste iba reduciéndose a través de sucesivas inoculaciones, lo que le situó en el camino de la vacunación.
Sobre los trabajos de Galtier, Louis Pasteur logró la fijación del período de incubación del virus rábico en conejo, y con ello la preparación de la primera vacuna con la que en 1885 salvó la vida, primero de niño alsaciano Joseph Meister y más tarde del pastor Jean Baptiste Jupille.
Si importantes fueron los trabajos de Galtier sobre la rabia, a nivel prepasteuriano, no lo fueron menos los post-pasteurianos llevados a cabo por otro veterinario, esta vez español, el insigne investigador y catedrático Dalmacio García Izcara (1859-1927). Trabajó con Ramón y Cajal en el Instituto Alfonso XIII, donde llevó a cabo muchos de sus trabajos de investigación. En 1904 y en colaboración con Cajal daría a conocer sus trabajos sobre las lesiones del virus rábico sobre el retículo de las células nerviosas.
Una de las cuestiones más espectaculares en torno a la patogenia de la rabia resuelta por nuestro ilustre veterinario, fue la relativa a la velocidad de propagación del virus rábico a través de los nervios, llegando a la conclusión de que avanzaba a la velocidad de un milímetro por hora, lo que tiene gran trascendencia en medicina preventiva para valorar la eficacia de la vacunación antirrábica, puesto que la llegada del virus a los centros nerviosos superiores será más o menos rápida; en función de la parte del cuerpo donde se ha producido la mordedura.
LA ENFERMEDAD EN CIFRAS
la rabia es 100% prevenible mediante la atención médica apropiada e inmediata. No obstante, más de 55 000 personas mueren de rabia cada año, de las cuales, aproximadamente un 95% se registran en África y Asía, costándole la vida a una persona cada nueve minutos. La fuente mundial más importante de la rabia en los seres humanos viene a través de la rabia no controlada en los perros, el 99% de los casos se producen por mordedura de perros.
Los que están en mayor peligro de la rabia son los niños, el 40% de las personas mordidas por un animal sospechoso de rabia son niños menores de 15 años, quienes tienen mayor probabilidad de ser mordidos por los perros y también, en términos más graves, de estar expuestos a través de mordeduras múltiples en sitios de alto riesgo en el cuerpo.
Esta fuente principal de la rabia en los seres humanos puede eliminarse mediante la garantía de la vacunación y el control adecuado de animales, la educación de poblaciones en riesgo, la educación sobre el comportamiento de los perros, ayuda a los niños, a evitar mordeduras, y mejoras en el acceso de personas que han sido mordidos a la atención médica.
Más allá de donde vivamos, la prevención de la rabia es importante. La prevención de la rabia humana debe ser un esfuerzo comunitario en el que participen los servicios veterinarios y de salud pública. Porque en palabras de Pasteur,
«El medico se ha ocupado históricamente de cuidar del hombre y el veterinario lo ha hecho de la humanidad.»
En este mismo sentido, y en palabras de la Dra. Mirta Roses(Directora de la Organización Panamericana para la Salud).
«Eliminar ciertos padecimientos o enfermedades que aun afectan a nuestros semejantes a pesar de que disponemos del conocimiento y los instrumentos para su virtual desaparición, es uno de esos sueños posibles. Precisamente porque esto es posible, es también éticamente impostergable que nos pongamos en marcha con determinación para eliminar esas enfermedades.»
Las personas viajan, los animales van de un lugar a otro, y los murciélagos, que son una potencial fuente de rabia en todo el mundo, vuelan. Con la iniciativa del Día Mundial de la Rabia realmente estamos -tal y como indica el lema del 2008- ¡Trabajando juntos para que la rabia sea historia!, y conseguir que en el año 2030 la rabia pueda estar erradicada del mundo.