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OPINIÓN

Instituto de España: Una meta a alcanzar

Instituto de España: Una meta a alcanzar

Antonio Ramón Martínez - 24-05-2018 - 16:00 H - min.

Presidente de la Sección 4º de la Real Academia de Ciencias Veterinarias y catedrático emérito de la UCM

Como habíamos prometido, hablemos del Instituto de España. Un sobrevolar apretado por un capítulo de nuestra historia reciente, nada más.

Todo se gestó como acción/reacción política durante la Guerra Civil. El breve 23º Gobierno de la República, primero de Largo Caballero nombró al comunista Jesús Hernández Tomás, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. Trece días más tarde (17/10736) se decretó la supresión de las Academias Nacionales, previamente desprovistas de su título real. Fueron seis las suprimidas, incautándose al tiempo sus bienes de toda índole: Española de la Lengua, Historia, Bellas Artes, Ciencias Sociales y Filosóficas, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y Nacional de Medicina (del Siglo XVIII las tres primeras, del XIX las cuatro últimas). La supresión se olvida de la de Jurisprudencia y de la última, Farmacia, incorporada en el XX, a las que se tratará del mismo modo, sin que aparezcan citadas en el diario oficial.

Fue esta una decisión que brindó la respuesta fácil y eficaz por el embrión de gobierno (Junta Técnica del Estado) de la otra parte de la nación levantada en armas frente a la República. Así, en Salamanca primero (80/11/1937) y en Burgos más tarde (01/01/1938) se decreta su restitución plena, agrupándolas “en cooperación nacional a título de Senado de la cultura española” en un ente administrativo, el Instituto de España (IdE). Nace con la doble misión de ser, por una parte, el director nacional de la docencia al encargarle la redacción y edición de los textos comunes de todos los centros de enseñanza primaria, por otra, el motor de la investigación científica al adscribirle las dos entidades hasta entonces responsables de esta actividad: la Junta de Ampliación de Estudios y la Fundación Nacional para Investigaciones Científicas.

PARADOJAS

Es curioso y no sé si los historiadores sobre el tema, que son multitud, han sopesado la paradoja: cuando el gobierno de la República suprime las academias nacionales intenta sustituirlas por un Instituto Nacional de la Cultura con secciones, dirigidas por el gobierno, que incluían íntegras las viejas academias y sus funciones, salvo la de ciencias experimentales de la que desgaja a las Naturales que asocia a Bellas Artes. El instituto no vio otra luz que la de la Gaceta pero su esquema era mimético al de la academia de la Unión Soviética, no en vano el ministro responsable se había formado en Moscú. La paradoja es que el también embrionario Instituto de España, aunque con nombre similar al de la vecina Francia, con un más disimulado control gubernativo, nacía también con estructura parecida a la de las academias de la Europa Oriental.

Tras un conjunto de normas sucesivas sobre funciones futuras del nuevo instituto y recordatorios a los académicos para que acataran la nueva situación que les reponía en su estatus, se apresuró el IdE a reunir y enumerar la totalidad de sus “funciones en el orden científico” el 28 de abril de 1939 en su primer estatuto, cuya vigencia fue también efímera. Termina la guerra y el 9 de agosto de 1939, se constituye el 2º Gobierno de la Dictadura, cesando en Educación Nacional Pedro Sainz Rodríguez y su idea del IdE.

REVERSIÓN DEL CAMINO ANDADO

El sucesor José Ibáñez Martín revierte con rapidez el camino andado. No suprime el instituto, lo deja inane: el 24 de noviembre funda el Consejo Superior de Investigaciones Científas (CSIC), estableciendo por OM (10/02/40) sus funciones y dos meses más tarde, por otra OM (28/04/40) ordena el traspaso inmediato de la totalidad de instalaciones, servicios y propiedades de la las extintas Junta de Ampliación de Estudios y el Fondo Nacional para las Investigaciones científicas desde el IdE al CSIC. Queda el IdE desnudo de contenidos y así lo confirma su segundo estatuto (18/04/47), con las únicas funciones de enlace entre sí de las reales academias nacionales, cuyos académicos forman el instituto, y con el Estado. Esta norma regirá durante los siguientes 63 años.

La realidad fue demoledora: de la redacción de textos poco cundió y la investigación pasó con pelos y señales a una nueva entidad, ahora sí, a imitación parcial de Francia.

LEVANTARSE DE LAS CENIZAS

¿Cómo levantarse de sus cenizas? El proceso fue lento, tras 35 primeros años estériles: cinco de Manuel de Falla que ni siquiera tomó posesión de la dirección, 21 años del hombre para todo, Eijo y Garay, y nueve del Marqués de Lozoya, llegan las ciencias experimentales al instituto con Manuel Lora Tamayo (1972-78) que en sus seis años de mandato, lo renueva de arriba abajo, inventando extendidas sus funciones. Llegaba además el tiempo de la democracia y prosiguió creciendo el papel en la representación y vida científica del país: ocho años de Fernando Chueca Goitia, nueve de Miguel Artola, ocho de Margarita Salas, la primera mujer en ocupar este cargo y los siete finales de Salustiano del Campo Urbano. Parece que tampoco este resurgimiento agradaba a todos. De nuevo un hacha cercena en parte el arbusto crecido. No sé quién inspiró al Gobierno de Zapatero para que el 27 de septiembre de 2010 (RD1160/2010) dictara el nuevo Estatuto, pero sí que cortó de raíz su actividad.

No sé si el olor a rancio y muerto de 38 del pasado XX o por el contrario el protagonismo creciente del instituto en la cultura y ciencia, que eclipsaba las academias “pata negra” del XVIII, o ambos en compañía, parieron la última norma esterilizante. Va para siete años en los que se han sucedido las siete reales academias en la presidencia rotativa del instituto, en las que toda su actividad quedó en dos actos: la sesión anual de Inauguración del Curso en octubre y el homenaje a la antigüedad académica. Dos veces el RD1160/2010 se ha reformado para añadir una academia nacional más a su nómina: Nacional de Ingeniería en 2015 y Ciencias Económicas y Financiera, residente en Barcelona, en 2017.

SUPERVIVENCIA DEL IDE

El IdE es un superviviente. De nuevo, empieza a levantarse, aunque proyectos comunes de las academias, quedaron sólo en ideas fallidas. Probablemente a la sucesión tan breve de la presidencia, un año de mandato, y al dispar raigambre de los directores: a un jurista le sucede un farmacéutico, a este un lingüista y así sucesivamente, dificultan sobremanera los propósitos sólidos: proyectos colaborativos inter-académicos de investigación, de enseñanzas para y pro-universitarias, de promoción de la ciencia en centros de educación secundaria, de ciclos de conferencias de alta divulgación o publicaciones.

Pero a pesar de ello, vuelve a la vida, se propician actividades conjuntas como la realizada sobre nanotecnologías, o el próximo 31 de mayo y 1º de junio sobre el cerebro, nada menos. Se elaboran informes trascendentes: el Pacto de Estado para la Educación, se trabaja “supliendo con celo las deficiencias del servicio” que dijo un coetáneo del tiempo de creación del IdE en Salamanca.

MOSTRARNOS TAL Y COMO SOMOS

La lengua, la historia, las bellas artes, las ciencias morales y políticas, las ciencias experimentales, la medicina, la jurisprudencia, la farmacia, las ingenierías y las ciencias económicas cuentan con academias nacionales en el seno del IdE. No así las ciencias veterinarias. No nos conoce el Instituto, porque no nos conoce bien la sociedad. No hemos sabido salir de nuestra esfera y mostrarnos tal como ahora somos.

Hemos jugado un papel esencial en el despertar de este país desde los años 60 del XX en los campos de salud, alimentación y economía. Pervive aún, en una buena parte de los mayores y las academias abundan en este biotipo etario, la imagen del albéitar, el gran profesional del campo, de oficio médico veterinario. La traslación urbana del cuidado de los animales de compañía, el fuerte hoy de la actividad médica, aun no les ha llegado. Menos aún, los otros dos grandes campos de actividad: la zootecnia que alimenta y sostiene la llegada al consumidor de las proteínas de alto valor biológico y la sanidad del origen, preparación y comercialización de los alimentos de origen animal y sus aliados de tecnología alimentaria, inspección y control de zoonosis. De la eficacia en la actividad profesional en estos campos, bioseguridad en las explotaciones, bienestar y salud de los animales depende una buena de la economía del país. Llamamos a la puerta del IdE, merecemos estar allí. Demostrémoslo.

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