SÁBADO, 20 de abril 2024

SÁB, 20/4/2024

OPINIÓN

Hablando de la viruela ovina y caprina y la necesidad de sacrificar animales

Hablando de la viruela ovina y caprina y la necesidad de sacrificar animales

Hablando de la viruela ovina y caprina y la necesidad de sacrificar animales

Luis Miguel Ferrer Mayayo - 02-02-2023 - 11:20 H - min.

Profesor de la Universidad de Zaragoza. Miembro del European College of Small Ruminant Health Management

El otro día, en este mismo periódico estuve leyendo el siguiente titular: ‘Ganaderos de Castilla-La Mancha piden evitar el sacrificio generalizado de ganado por viruela ovina y caprina’ y realmente tienen su parte de razón, pero no se puede cumplir.

Por suerte o por desgracia, yo creo que, por suerte, me tocó ser el que levantó la liebre en este tema. Hace unos meses, recibí tres fotografías, algo frecuente en el trabajo del Servicio Clínico de Rumiantes (SCRUM) del Hospital Veterinario de la Universidad de Zaragoza. Nuestro servicio recibe mensualmente varios casos telemáticos de todo el mundo y no resulta raro que nos consulten cosas poco habituales.

La respuesta que di al veterinario fue muy clara: “me gustaría equivocarme, pero parece un caso de viruela”. Acababa de cerrar un capítulo para un futuro atlas y mi colega Hossein Esmaeli, de la Universidad de Teherán, me había mandado docenas de fotos de viruela que me permitieron reconocer una enfermedad que no había visto con anterioridad. Esta enfermedad estaba erradicada en nuestro país desde el año 1968.

El caso se confirmó y declaró, y deberíamos haber sido lo suficientemente ágiles, rápidos y minuciosos para que no se extendiera y averiguar la procedencia fiable de su origen. Quizás el desconocimiento de esta enfermedad en las últimas generaciones de veterinarios, la época del año, verano y mucha gente de vacaciones, no permitió ser lo suficientemente eficientes porque el foco se propagó, a pesar del sacrificio de animales y las demás medidas adoptadas. Algo se nos escapó y la actuación fue insuficiente.

Posteriormente aparecieron otros focos, pero parece que estábamos más prevenidos y dio la impresión que los habíamos controlado bien. Desgraciadamente, estos dos últimos focos de enero confirmaron que no era así y que deberíamos replantearnos algunas cosas y ser todavía más exigentes y efectivos.

Conozco la ganadería de ovino y sé lo que sufren los ganaderos que pierden sus animales por algo que ellos no pueden controlar, como estas enfermedades, el ataque de predadores o los incendios, por poner algunos ejemplos.

El sacrificio de animales, como bien expresa el secretario general de ASAJA Cuenca, D. Manuel Torrero, es un drama para nuestros ganaderos, pero desafortunadamente en este tipo de enfermedades, es lo primero que debemos hacer si queremos cortar la expansión de la enfermedad y que el drama no se generalice. Además, hay que poner en marcha toda una batería de actuaciones que nos asegure que no hay posibilidad de que aparezcan nuevos focos, y en este tema deberemos trabajar de una forma muy seria o puede ser un duro golpe para la ganadería de toda España.

Una vez confirmado un brote no podemos gastar más tiempo en hacer otras pruebas e intentar salvar algunos animales. Eso es válido para otras enfermedades, pero no para esta.

Otra cosa muy diferente es el problema de las indemnizaciones y la recuperación de las ganaderías (algunos ya no volverán a intentar ser ganaderos). Este tema es muy escabroso porque se valora el animal a sacrificar, cuando lo que se está sacrificando es un negocio o una empresa y eso conlleva multitud de pérdidas asociadas, desde que se sacrifica hasta que vuelve a alcanzar el nivel productivo anterior.

El lucro cesante que se produce por toda la pérdida de negocio no se tiene en cuenta y los ganaderos tienen toda la razón en alzar su voz contra esta situación, que no es nueva en España, cualquiera que sea la comunidad autónoma en la que esté ubicada la explotación.

Al igual que escribí hace unas semanas, el Pleno del PARLAMENTO EUROPEO aprobó el 24 de noviembre del pasado año una resolución en la que demandaba a los países miembros de la CE un cambio de estatus de estricta protección para algunas poblaciones de grandes carnívoros, como el lobo y el oso, con la finalidad de “salvaguardar la ganadería extensiva”.

Además, exigía evaluar y monitorizar a estos grandes carnívoros y exigía la colaboración transfronteriza, así como modificar las directrices para facilitar la compensación de los daños provocados por estos depredadores. Así, demandaba la homogenización de las compensaciones entre los diferentes países y que se identificaran las oportunidades de financiación a largo plazo, del mismo modo, en el caso de la viruela, se debería llevar un plan de actuación similar, protegiendo a las ganaderías afectadas, colaborando entre los diferentes países vecinos y entre las diferentes comunidades autónoma, homogenizando las compensaciones con las de los otros países europeos y facilitando la financiación a largo plazo para permitir la plena recuperación de estas empresas.

Si no es así, no mueren solamente las ovejas, mueren las empresas, el empleo rural, los pueblos y la ya maltrecha soberanía alimentaria, que cada vez nos hace más dependiente de importaciones exteriores en un país, que, a mi modo de ver, roza la ruina.

Con la viruela en nuestro país, la única forma de parar los sacrificios es trabajar bien y erradicarla lo antes posible. Es resto es la ruina para todos, pero sobre todo para los ganaderos que la sufren en sus rebaños.

VOLVER ARRIBA