La veterinaria Xiana Costas Alonso aborda el síndrome de disfunción cognitiva en un artículo del Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal de Avepa
Síndrome de disfunción cognitiva: El alzheimer de los perros y los gatos
La veterinaria Xiana Costas Alonso aborda el síndrome de disfunción cognitiva en un artículo del Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal de Avepa
Redacción - 06-03-2023 - 09:51 H - min.
La población geriátrica de perros y gatos cada vez es mayor. La esperanza de vida de los animales de compañía ha ido aumentando debido a diferentes factores como los avances en la medicina veterinaria, la mejora de los hábitos y cuidados y, en general, la mayor preocupación de los tutores por cubrir sus necesidades físicas, comportamentales y emocionales.
Teniendo esto en cuenta, el Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal de Avepa (Gemca) ha publicado un artículo de la veterinaria Xiana Costas Alonso, en el que aborda el síndrome de disfunción cognitiva, propio de animales mayores.
“Nuestros perros y gatos viven más, pero esta situación viene acompañada de una mayor prevalencia de enfermedades asociadas al envejecimiento, entre ellas el llamado síndrome de disfunción cognitiva (SDC), el cual se aborda en este artículo”, explican.
La veterinaria señala que el envejecimiento cognitivo en perros, como en personas, es complejo y no lineal. “Hay perros que presentan un envejecimiento normal que apenas muestran signos de deterioro cognitivo con la edad, otros que muestran disfunciones leves y, finalmente, algunos que muestran severas alteraciones de la función cognitiva, comparables con la enfermedad de Alzheimer (EA) en humanos y que podría ser considerado un envejecimiento patológico”, añade.
En perros, este envejecimiento patológico se conoce como SDC. Así, el SDC se define como un desorden neurodegenerativo relacionado con la edad que se caracteriza por un declive cognitivo progresivo y una serie de cambios de comportamiento asociados.
Dicho esto, recuerda que existen problemas médicos que pueden producir signos similares a los del SDC y por ello es importante descartar otras patologías orgánicas incluyendo patologías neurológicas, musculoesqueléticas, urogenitales, gastrointestinales, endocrinas, cardiovasculares, dermatológicas o alteraciones de los sentidos, y afecciones generales como el dolor o la obesidad, entre otros. En cualquier caso, es habitual que debido a la edad de los perros existan otras patologías concomitantes en el mismo paciente además del SDC, lo que dificulta su diagnóstico.
La experta subraya que durante el envejecimiento cerebral se aprecian alteraciones neuropatológicas a nivel microscópico tales como los depósitos de proteína beta-amiloide y de proteína TAU hiperfosforilada y cambios en los vasos cerebrales, así como cambios estructurales macroscópicos que incluyen atrofia cortical, ensanchamiento de los ventrículos, calcificación de las meninges, ampliación de los surcos y retracción de las circunvoluciones.
A nivel molecular también se han observado alteraciones en los neurotransmisores produciéndose una depleción de acetilcolina, noradrenalina, serotonina y dopamina y un incremento de la actividad de la MAO-B.
Los cambios de comportamiento más frecuentes en animales con SDC se agrupan en categorías que se corresponden con las siglas en inglés DISHAA. La primera es desorientación, en la que los animales pueden presentar signos de desorientación como quedarse atrapados entre objetos de la casa o ser incapaces de rodearlos, mirar fijamente e inmóviles a la pared o al suelo, intentar salir por el lado equivocado de la puerta o deambular por la casa.
La siguiente es interacción, ya se pueden ver alteradas las interacciones sociales con personas o animales, pudiendo reducirse su interés en las caricias o la intensidad en el saludo, aparecer conflictos sociales, aumentar su necesidad de contacto, mostrar mayor dependencia o disminuir la conducta de juego.
La tercera es relativa al sueño, pues se pueden producir alteraciones en el ciclo sueño-vigilia de manera que duermen más por el día y no descansan por la noche.
La cuarta es la pérdida de hábitos higiénicos y problemas de aprendizaje y memoria. En este caso, los animales pueden perder el aprendizaje de la conducta de eliminación y empezar a orinar y defecar en lugares inadecuados, tales como el interior de la casa o su propia cama, a pesar de haber salido o en ausencia de una causa orgánica. Algunos animales presentan una menor habilidad para realizar ejercicios o acciones ya aprendidas y dificultad para aprender tareas nuevas.
Asimismo, se producen cambios en la actividad, pudiendo aparecer un aumento o una disminución del nivel de actividad del animal. Así, podrían observarse tanto conductas repetitivas como lamido excesivo, aumento de apetito o deambulación como menor interés por la comida o el juego.
Por último, se encuentra la ansiedad, en la que los animales pueden mostrar signos de ansiedad como vocalizaciones, dificultad para descansar y miedos o fobias tanto a estímulos auditivos o visuales, como a personas. "Puede aparecer ansiedad por separación cuando el animal se queda solo", detalla.
A pesar de que el SDC tiene una prevalencia que oscila según los estudios entre el 13% y el 60% de los perros de edad avanzada, se trata de una patología infradiagnosticada, habiéndose identificado diversos factores de riesgo.
Un factor es la edad, pues el SDC está descrito en perros a partir de los 8 años y el riesgo se incrementa con la edad de tal manera que cerca del 50% de los perros de más de 14 años presentan signos compatibles con SDC.
Por otro lado está el sexo y estado reproductivo. Y es que, aunque muchos estudios no encuentran diferencias, otros han visto que las hembras y los individuos esterilizados están afectados con mayor frecuencia.
Eso sí, actualmente no existen evidencias de predisposición racial o genética en el perro y, respecto al tamaño, aunque algunos estudios no encuentran diferencias significativas, en un estudio realizado en España se encontró una mayor prevalencia en los perros de tamaño pequeño que en grandes, lo que se asoció a la mayor longevidad de los primeros.
Otro factor es la dieta, y su composición parece un componente importante en la presentación de EA. En el caso de la especie canina, las dietas enriquecidas en determinados nutrientes podrían disminuir el riesgo de padecer SDC, si bien las evidencias no son todavía sólidas a este respecto.
La microbiota intestinal es otro factor, y evidencias recientes sugieren que podría estar relacionada con la presencia de déficits cognitivos en animales geriátricos. Lo mismo ocurre con el estrés y la ansiedad, pues el estrés tiene un efecto negativo sobre la neurogénesis y la supervivencia de las neuronas del hipocampo, por lo que puede ser un posible factor de riesgo para desarrollar SDC.
El diagnóstico del SDC, explica la experta, se basa en el reconocimiento de los cambios de comportamiento mencionados y la exclusión de otros problemas médicos que puedan debutar con signos similares o complicar su diagnóstico.
Existen cuestionarios para ayudar en la detección y diagnóstico del SDC en perros, por ejemplo, el elaborado por los hospitales veterinarios universitarios de Zaragoza (HVUZ) y Lugo (Rof Codina) o el CAnine DEmentia Scale (CADES), y tests cognitivos, aunque estos últimos se usan principalmente en el ámbito experimental.
Además de los resultados del cuestionario, para llevar a cabo el diagnóstico diferencial se deberá realizar un examen físico completo, incluyendo una evaluación neurológica, sensorial y del dolor, así como pruebas de diagnóstico complementario tales como análisis de sangre, orina y heces y/o pruebas de imagen como radiografía, ecografía o incluso TC o RM, en función del caso.
Costas admite que hoy en día el SDC no tiene cura, por lo que los objetivos del tratamiento se orientan a mejorar los signos clínicos y la calidad de vida del animal, ralentizar el avance de la enfermedad y prevenir o retrasar la aparición de la demencia.
“No hay que olvidar que el paciente con SDC puede presentar otras patologías orgánicas (y necesitar diferentes medicaciones para ellas) y probablemente un estado de ansiedad, por lo que el tratamiento, además, deberá abordar estos aspectos, especialmente el dolor y el estrés”, remarca.
Para lograr los objetivos antes mencionados y atenuar los síntomas del SDC se utilizan tres opciones terapéuticas. La primera es el enriquecimiento ambiental y cambio en las pautas de manejo, pues se ha demostrado que ciertas variaciones en el ambiente del animal podrían ayudar a mantener las funciones cognitivas y enlentecer el progreso de la enfermedad. Existen pautas de manejo generales y específicas según la categoría de signos clínicos más afectada.
En cuanto al tratamiento farmacológico, este se basa en el uso de fármacos que aumentan las concentraciones de dopamina y que mejoran el riego cerebral. También existe un manejo dietético, como el uso de nutracéuticos incorporados a alimentos comerciales o como suplementos nutricionales.
“Fármacos, dietas formuladas y suplementos pueden usarse de manera independiente o combinada para mejorar la neutrotransmisión y reducir el daño oxidativo y la inflamación. Dentro de los nutracéuticos se ha demostrado la mejoría de los perros con deterioro cognitivo con suplementos que incluyen compuestos como Ginkgo biloba, S-adenosil-L-Metionina (SAME), Fosfatidilserina o Apoaquorin”, apunta.
La autora considera que las medidas preventivas del SDC incluyen estrategias como una dieta adecuada de calidad con el posible uso de suplementos, el ejercicio físico moderado y el enriquecimiento ambiental.
“Al igual que en los perros, los gatos pueden desarrollar con la edad una disfunción cognitiva similar a la EA. Se ha visto que en los gatos de entre 11 y 15 años de edad la prevalencia del SDC es del 28% mientras que en los mayores de 15 es del 50%", resalta.
Se han encontrado similitudes con la EA en personas y el SDC en perros identificándose pérdida de neuronas, patología amiloide y patología TAU (aunque con morfologías diferentes) así como alteración de los neurotransmisores.
Los signos clínicos del SDC en los gatos tradicionalmente se han resumido como en el perro bajo el acrónimo DISHAA, pero recientemente se ha propuesto el acrónimo VISHDAAL (del inglés, Vocalization, Interactions, Sleep disorders, Housesoiling, Disorientation, Activity, Anxiety, Learning), que incluye signos característicos de los gatos como el incremento de las vocalizaciones nocturnas.
Al igual que en los perros y los humanos, el estrés y la ansiedad en los gatos geriátricos puede jugar un papel muy importante dando lugar al aumento o disminución de conductas normales como el juego o las interacciones sociales, cambios de lugar de descanso o aparición de miedo o agresividad, entre otros cambios de comportamiento.
Respecto al diagnóstico y el tratamiento, el protocolo es equivalente al del SDC en los perros, teniendo en cuenta la posible presencia de patologías orgánicas subyacentes, los fármacos que pueda estar tomando el animal, los problemas de comportamiento primarios o los cambios en el entorno.
En cuanto al tratamiento, además de las opciones farmacológicas y dietéticas, cabe destacar la importancia de la mejora de las condiciones ambientales basadas en las directrices de la AAFP y la ISFM sobre los 5 pilares del bienestar felino.
“El SDC es una patología frecuente e infradiagnosticada que afecta a los perros y los gatos geriátricos que cursa con un deterioro cognitivo progresivo y cambios de comportamiento asociados. En caso de identificar cambios de comportamiento atribuibles al envejecimiento es conveniente realizar un diagnóstico adecuado para establecer si esos cambios entran dentro de un envejecimiento normal o se asocian a la existencia de SDC u otras patologías orgánicas, así como para establecer las medidas adecuadas para lograr el máximo bienestar físico y emocional del animal en la etapa geriátrica”, concluye.