JUEVES, 25 de abril 2024

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MASCOTAS

“Las proteínas reducen el superávit calórico y combaten la obesidad”

El profesor de Nutrición Animal de la Universidad Complutense de Madrid, explica el metabolismo de las proteínas a la hora de controlar la obesidad en las mascotas, la importancia de la dieta carnívora y cómo se alimentaban sus ancestros

Roberto Elices, profesor de Nutrición Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Roberto Elices, profesor de Nutrición Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.

“Las proteínas reducen el superávit calórico y combaten la obesidad”

El profesor de Nutrición Animal de la Universidad Complutense de Madrid, explica el metabolismo de las proteínas a la hora de controlar la obesidad en las mascotas, la importancia de la dieta carnívora y cómo se alimentaban sus ancestros

Francisco Ramón López - 19-07-2019 - 13:31 H - min.

Un reciente estudio de la Asociación de Fabricantes de Comida de Animales de Compañía (PFMA, por sus siglas en inglés) del Reino Unido estima que el 51% de los perros, el 44% de los gatos y el 29% de los pequeños mamíferos sufre de obesidad o sobrepeso en el país.

Ante la magnitud de este problema, los veterinarios y propietarios comienzan a prestar más atención a la formulación e ingredientes de los alimentos para mascotas y algunas empresas del sector de la salud animal comienzan a ofrecer alimentación para animales de compañía baja en carbohidratos y rica en proteínas para satisfacer las necesidades carnívoras del perro y el gato.

Para abordar esta temática, así como el papel de la dieta en la obesidad, Animal’s Health ha hablado con Roberto Elices, licenciado y doctor en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y profesor de Nutrición Animal de la Facultad de Veterinaria de esta institución desde 1990. 

Lo primero que hace Elices es matizar que no se debe hablar de sobrepeso y obesidad, sino solo de obesidad, porque afirma que, si se tratan “como dos cosas distintas”, se les da a los propietarios un escalón y una justificación para no poner tratamiento a esta patología emergente, que apunta que está clasificada tanto en medicina humana como veterinaria como la “pandemia del siglo XXI”.

Sobre el papel de la dieta en la obesidad, el doctor explica en primer lugar que hay que aclarar algunos puntos sobre el metabolismo nutricional. “Lo primero que hay que saber es que el aporte energético viene de tres fuentes: proteínas, hidratos de carbono y grasas”, apunta.

En este sentido, indica que el exceso de energía en general es el principal factor de obesidad primaria, aquella en la que no media ninguna enfermedad. “Hablamos en este caso de situaciones en las que, un incremento de la ingesta de energía o una disminución del gasto energético, hacen que el organismo se encuentre en balance energético positivo, y esa energía excedente es la que se deposita en forma de grasa en las zonas de reserva”, detalla.

Siguiendo con su explicación, aclara que las grasas son las que tienen mayor cantidad de energía en relación a su volumen, alrededor del doble que las otras dos, y su exceso —aunque apunta que no se puede aplicar aquí lo conocido de la medicina humana a la veterinaria—, puede tener algunos inconvenientes.

“Es por esto por lo que, preferiblemente, los nutrientes que nos aportan la energía deberían estar reducidos en grasa, por su facilidad para generar un balance energético positivo, aunque es cierto que hay ciertos ácidos grasos esenciales que deben ser aportados”, continúa.

Así, dejando a un lado las grasas, quedan por tanto como fuentes principales para aportar la energía, los hidratos de carbono y las proteínas, que tienen un aporte energético similar. La diferencia, explica Elices, es que los hidratos de carbono son mucho más “eficientes”, para utilizarse como energía, que las proteínas. Esto los hace más proclives a crear un superávit de energía.

“Por esto, si utilizamos las proteínas como principal fuente de energía y de nutrientes, estamos disminuyendo el aporte energético diario y el riesgo de crear un excedente. Con esto no quiero decir que haya una relación directa entre hidratos de carbono y obesidad, algo que me parece matizable”, explica.

“EL ORIGEN DE LA PROTEÍNA TAMBIÉN ES IMPORTANTE”

Una vez explicado este punto, el profesor explica que “el origen de la proteína también es importante”. Y es que, Elices apunta que la proteína de origen vegetal es muy diferente a la proteína de origen animal. “En su digestibilidad, en su valor biológico, en el comportamiento que tiene a lo largo del tránsito digestivo, como puede ser el tiempo de evacuación. Todo esto influye en el control hormonal del proceso digestivo”, señala.

Asimismo, explica que taxonómicamente, tanto el perro como el gato, pertenecen al orden carnívora. “Pero también lo hace el oso panda y come bambú”, bromea, y aclara que lo que verdaderamente es importante tener en cuenta, es que ambos animales están anatómicamente y fisiológicamente preparados para consumir productos “derivados de otros vertebrados”.

En el caso del perro, con la evolución, sí que es cierto que ha habido una pequeña diferenciación a nivel de su genoma que permite la utilización con eficiencia de los hidratos de carbono”, señala, y concreta que ha habido tres genes que han mutado a lo largo del proceso de domesticación. Es por esto por lo que considera que el perro es un carnívoro adaptativo o no estricto, también conocido como omnívoro adaptativo.

Eso sí, Elices añade que este no es el caso del gato. “El gato es un carnívoro estricto sí o sí”, asegura, y afirma que estos animales precisan de proteína o grasas porque su metabolismo de hidratos de carbono se encuentra permanentemente en un estado que se conoce como glucogénesis, y lo exige.

Así, el profesor apunta que, aunque es cierto que los perros han cambiado algunos genes que han permitido una alimentación omnívora, las proteínas juegan un papel fundamental, y más aún en el caso de los gatos, que siguen siendo carnívoros tanto desde el punto de vista de su actitud para la caza como de sus aptitudes sensoriales. “El único gen que parece que sí ha sufrido un cambio es el que ha permitido su domesticación. Al gato lo domesticamos y al tigre no”, concluye.

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