Desde el Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal de Avepa explican en su posicionamiento que la socialización en perros comienza antes de la adopción
Etólogos veterinarios españoles publican un posicionamiento sobre la socialización en perros
Desde el Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal de Avepa explican en su posicionamiento que la socialización en perros comienza antes de la adopción
Redacción - 01-04-2024 - 11:57 H - min.
El Grupo de Medicina del Comportamiento (Gemca) de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (Avepa) ha publicado un posicionamiento en el que analiza todo lo relativo a la socialización en perros.
Así, explican que se entiende por periodo (sensible) de socialización la etapa vital en la que el animal aprenderá de una forma rápida e intensa a relacionarse con otros individuos de su especie, así como de otras (como la especie humana), adquiriendo las herramientas sociales para una correcta comunicación.
Durante este período de tiempo, comprendido aproximadamente entre las 3 y las 12 semanas de vida, el cachorro se mostrará especialmente receptivo para habituarse de una forma natural a los principales estímulos tanto sociales como no sociales con los que se encontrará en su vida adulta, pudiéndose evitar así el futuro desarrollo de problemas de comportamiento relacionados con el miedo o la agresividad.
“Esta extraordinaria capacidad de adaptación es debida principalmente a la falta de maduración a esta edad de los mecanismos neurofisiológicos responsables de la respuesta comportamental de miedo”, señalan.
La finalización del período sensible de socialización vendrá marcada precisamente por la maduración completa de estas estructuras nerviosas responsables de la respuesta de miedo frente a estímulos desconocidos. Al tratarse de un proceso gradual, el final del período se podrá alargar según la raza o individuo hasta las 16 semanas de edad en el perro.
Desde el Gemca apuntan, no obstante, que “la socialización no es una ciencia exacta” y la mera exposición del animal a estímulos durante este periodo no garantiza su habituación a estos, y que es indispensable que la exposición sea gradual y adecuada a cada individuo, siendo necesario evaluar continuamente que el perro no está mostrando conductas de miedo, lo que sería totalmente contraproducente.
Además, para que los efectos de estos aprendizajes sean permanentes se deberá asegurar que se sigan produciendo estos contactos y se refuercen posteriormente al periodo de socialización, de forma regular, al menos hasta la madurez sexual del animal, y luego se mantengan durante la edad adulta.
“El aprendizaje y la adaptación del cachorro a los diferentes estímulos se podrá producir también posteriormente al período sensible, pero de una forma menos óptima, requiriendo más tiempo y esfuerzo para conseguir los mismos resultados”, indican.
El cachorro deberá crecer en entornos social y físicamente enriquecidos que le permitan exponerse a una amplia variedad e intensidad de estímulos. Este contacto se llevará a cabo siempre de forma agradable y progresiva para el animal, en presencia de su cuidador principal, y a través de presentaciones breves cuando se trate de situaciones o estímulos nuevos.
La edad recomendada de adopción es entre las 8 y las 10 semanas de vida, siempre y cuando las condiciones de cría sean favorables y el cachorro no se encuentre en una situación de aislamiento (ej: sin acceso continuado a la madre, sin contacto social regular con personas, etc.); si es así, en este tiempo el cachorro habrá podido adquirir suficientes aptitudes y pautas de comportamiento social procedentes de la madre y hermanos de camada, esto optimizará su capacidad de entrenamiento y favorecerá su sociabilidad hacia personas y otros perros.
La socialización debe empezar precisamente durante esta etapa de cría del cachorro, antes entonces de su adopción. Así, en este proceso de socialización temprana se tendrán que asegurar algunas condiciones.
Una de ellas es el contacto continuado con la madre (y a ser posible con los hermanos de camada) hasta el momento de la adopción (destete a término). En el caso de cachorros huérfanos, es aconsejable el contacto regular con uno o varios perros adultos equilibrados.
También recomiendan fomentar el contacto social regular con congéneres socializados y dóciles y la exposición a personas conocidas y desconocidas, que adopten actitudes tranquilas y positivas hacia el cachorro.
Asimismo, instan a facilitar contacto con otras especies con las que vaya a convivir, exposición a estímulos domésticos variados, incluidos ruidos y olores y a proporcionar una manipulación física diaria de forma que prepare al cachorro para la exploración, higiene y el contacto de las distintas partes del cuerpo por parte de las personas. “Proporcionar juguetes y otros ítems de diferentes texturas para potenciar su conducta exploratoria y enriquecer su ambiente”, añaden.
Una vez se materialice la adopción del cachorro, en este punto será crucial que desde la familia adoptante, con ayuda y guía de su veterinario, continúen con la tarea de socializar y estimular al cachorro en una amplia variedad de contextos.
En este caso, los requisitos son la interacción con otros congéneres, de diferentes edades, razas y sexo, evitando el contacto con perros de temperamento o estado de salud desconocidos, y con personas de características diversas, entre ellas el género y la edad. “Se deberá proporcionar contacto con niños de diferentes edades, desde bebés a adolescentes”, remarcan.
También es recomendable la exposición controlada y regular a una variedad de nuevos entornos y la habituación temprana a caminar/pasear con correa y un contacto visual y auditivo con diversos estímulos inanimados, como tráfico, objetos o artilugios llevados por personas (cochecitos, paraguas, mochilas, carritos, patinetes, etc.), para potenciar la percepción de tales ítems como estímulos no amenazantes para el cachorro.
“Proporcionar experiencias en diferentes situaciones que el cachorro podrá encontrarse a lo largo de su vida, de una forma frecuente y regular, como el desplazamiento en coche o en otros medios de transporte, el baño y diferentes manipulaciones o las visitas al veterinario”, insisten.
Desde el grupo afirman que es en parte tarea del veterinario generalista concienciar a los propietarios de la importancia de la socialización para una correcta y satisfactoria convivencia, así como para la prevención de futuros problemas de comportamiento.
En las primeras semanas del proceso de socialización el sistema inmunitario del cachorro está aún en desarrollo, y en la mayoría de los casos la pauta de vacunaciones estará empezando. Aun así, la socialización del cachorro es y debe ser totalmente compatible con proporcionarle una adecuada cobertura sanitaria. Por esto, especialmente en el caso del perro, se deberán considerar una serie de puntos.
En primer lugar, es necesario tener en cuenta las circunstancias de cada caso particular para determinar el momento en el que el cachorro podrá llevarse a la calle de una forma segura para su salud, como son: su edad, el estatus de vacunación, la posible presencia de anticuerpos maternales, el estado de salud y especialmente la incidencia de enfermedades infecciosas en esa zona geográfica concreta.
Esto podrá variar según el caso y requerirá del criterio personalizado del veterinario de cabecera. El calendario vacunal del cachorro, aunque va a depender de la edad de inicio o presentación en la clínica veterinaria, puede adaptarse tanto en lo que se refiere al intervalo entre vacunaciones como al tipo y producto inoculado (por ejemplo, existen vacunas con licencia de indicación de administración de las dosis principales durante las primeras 10 semanas de vida).
Por otro lado, la introducción gradual del cachorro a los diferentes ambientes de menor a mayor estimulación es recomendable tanto desde el punto de vista sanitario como de la socialización. Así, conforme el calendario de vacunaciones que se determine para cada individuo progrese, aconsejan realizar una exposición pautada y gradual.
En un primer término, introducir el cachorro en ambientes nuevos “limpios”, libres de posibles agentes infecciosos procedentes de otros perros, como hogares de particulares u otras áreas privadas interiores. Las clases de cachorros, si se realizan en un entorno sanitariamente controlado y con otros perros adecuadamente vacunados, pueden ser una opción viable y segura.
En un segundo paso, dejar que el cachorro se mueva libremente en diferentes zonas interiores o exteriores de bajo riesgo de contagio poco concurridas por otros perros. Sólo se permitirá la interacción con perros adultos o cachorros vacunados y en buen estado de salud.
Por último, llevar al cachorro a parques o zonas de concurrencia de otros animales, proporcionando contacto social directo o indirecto con estos. “Siempre se debe informar al propietario de los riesgos y los beneficios que se derivan de un correcto manejo durante el periodo de socialización”, indican.
La asistencia del animal a las clases de cachorros ha demostrado ser un buen complemento para la socialización del perro, además de aumentar el éxito de la adopción y mejorar la obediencia del cachorro.
Para tener acceso a estas clases es importante valorar el estado de salud de los cachorros y la posibilidad de contagio entre ellos. Asimismo, con el fin de minimizar cualquier riesgo para la salud deberán tomarse una serie de precauciones.
Estas son que el cachorro presente un calendario de vacunaciones actualizado, un buen estado de salud (es precisa una revisión veterinaria previa al inicio de las clases) y esté correctamente desparasitado.
Las clases deben realizarse en un entorno controlado sanitariamente, que pueda desinfectarse fácil y adecuadamente antes y después de cada sesión. En caso de tratarse de instalaciones veterinarias, se empleará un espacio específico donde no se produzca un tránsito regular de animales enfermos o potencialmente enfermos.
Debe evitarse el contacto con animales cuyo estado higiénico-sanitario no sea óptimo, así como llevar al cachorro a zonas o espacios que no hayan podido ser higienizados previamente a la asistencia a las clases.
Estas sesiones, deberán ser conducidas por un especialista en educación canina y se llevarán a cabo de una forma cuidadosa y responsable, controlando las interacciones entre cachorros en todo momento para evitar cualquier situación desagradable como acercamientos bruscos, agresiones u otras experiencias que puedan generar miedo o incomodidad.
“Como hemos comentado anteriormente la exposición en sí no es la que produce un efecto positivo, si no las buenas exposiciones; por ejemplo, las interacciones entre cachorros deberán producirse inicialmente entre cachorros con temperamentos y tamaños similares”, apuntan.
Las clases de cachorros constituyen una gran herramienta para informar y concienciar al propietario sobre las necesidades educativas, sanitarias y los aspectos clave para el bienestar de su animal de compañía, así como para asegurar que el proceso de socialización pueda seguir realizándose hasta su vida adulta.
A modo de conclusión, desde el Gemca explican que el periodo de socialización es una etapa sensible en la vida del perro sumamente importante para prevenir problemas de comportamiento.
Igualmente, recuerdan que la socialización del cachorro debe empezar antes de la adopción, durante el período de cría. Para ello, es necesario informar y concienciar de forma efectiva no solamente a los cuidadores o adoptantes de los perros, sino también a los criadores y al personal de refugios.
“El hecho de socializar adecuadamente a un cachorro no tiene porqué entrar en conflicto con el riesgo de padecer enfermedades infecciosas, si se toman las precauciones adecuadas”, concluyen.