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MASCOTAS

El toxoplasma de los gatos hace a los ratones más fáciles de atrapar

Un estudio ha demostrado que el Toxoplasma gondii, un parásito que expulsan los gatos en sus heces, disminuye la aversión de los ratones ante una amplia gama de amenazas, lo que los hace más vulnerables

Han demostrado que el toxoplasma causa una neuroinflamación en los ratones que hace que tomen más riesgos.
Han demostrado que el toxoplasma causa una neuroinflamación en los ratones que hace que tomen más riesgos.

El toxoplasma de los gatos hace a los ratones más fáciles de atrapar

Un estudio ha demostrado que el Toxoplasma gondii, un parásito que expulsan los gatos en sus heces, disminuye la aversión de los ratones ante una amplia gama de amenazas, lo que los hace más vulnerables

Redacción - 14-01-2020 - 18:57 H - min.

Existen varios estudios que describen que el parásito del gato Toxoplasma gondii causa que los roedores infectados pierdan el miedo a los depredadores felinos, lo que hace que los ratones sean más fáciles de atrapar. Algo conveniente, teniendo en cuenta que propagan los parásitos a través de sus heces.

Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Ginebra ha demostrado en un estudio publicado en la revista ‘Cell Reports’ que esta teoría de la ‘atracción felina fatal’ es errónea, y que este efecto no solo les hace perder el miedo específicamente a los felinos, sino que los roedores infectados en realidad muestran una disminución en la ansiedad general y una menor aversión a una amplia gama de amenazas.

"Lo que ahora mostramos es que la alteración del comportamiento no solo afecta al miedo a los depredadores felinos, sino que se producen cambios importantes en el cerebro de los ratones infectados, que afectan a diversos comportamientos y funciones neuronales en general", explica Iván Rodríguez, uno de los autores del estudio.

Estudios anteriores demostraban que T. gondii causa un fenómeno conocido como ‘atracción felina fatal’: una disminución en la aversión a los olores de gatos en roedores infectados, que facilitaba el ciclo parasitario.

REEVALUANDO TODO LO QUE SE SABÍA

La idea inicial era investigar los mecanismos moleculares detrás de esta manipulación conductual. Pero considerando que se habían reportado muchos resultados contradictorios o inconsistentes con respecto a los efectos de la infección por T. gondii en el comportamiento de los roedores, más tarde decidieron reevaluar esta teoría, que ya era prácticamente dogma.

En el nuevo estudio, comprobaron que ratones infectados con el parásito durante cinco a 10 semanas pasaron más tiempo en las zonas recónditas de un laberinto y mostraron comportamientos más exploratorios en entornos nuevos en comparación con los ratones no infectados.

Además, los ratones infectados no mostraron los comportamientos normales de interacción ante amenazas de estos animales. Así, mientras que los ratones no infectados mostraron respuestas conductuales evasivas, defensivas y relacionadas con la ansiedad a una amenaza potencial —la mano de un experimentador— los ratones infectados tocaron rápidamente la mano e interactuaron a fondo con ella.

MAPEANDO LOS QUISTES DEL CEREBRO

Para examinar más a fondo lo experimentado, los investigadores utilizaron microscopía de lámina de luz para mapear con precisión la distribución, el tamaño y el número de quistes en todo el cerebro en 3D, algo que no se había hecho.

El análisis de los cerebros completos de ratones de 10 a 12 semanas después de la infección mostró que la densidad de los quistes de tejido lleno de parásitos era especialmente alta en la corteza cerebral, la capa externa del cerebro, especialmente las regiones involucradas en el procesamiento de la información visual.

Sin embargo, en esta zona la localización de quistes fue generalizada, y el número y la distribución variaron ampliamente entre los ratones, lo que sugiere un proceso aleatorio de infección y diseminación.

Además, demostraron que la gravedad de los cambios de comportamiento se asociaba con la carga parasitaria de los quistes y la neuroinflamación producida. "Tomados en conjunto, los hallazgos apuntan hacia la manipulación conductual producida por una inflamación neuronal, en lugar de la interferencia directa del parásito en poblaciones neuronales específicas", señala Rodríguez.

Teniendo esto en cuenta, aunque los efectos conductuales inducidos por la infección no son específicos, los investigadores consideran que siguen siendo adaptativos para el parásito, ya que los roedores infectados son presumiblemente más fáciles de atrapar por varios depredadores, lo que facilita la propagación del parásito.

En el futuro, los investigadores planean examinar con más detalle cómo la neuroinflamación puede alterar rasgos de comportamiento como la ansiedad, la sociabilidad o la curiosidad. Mientras tanto, instan a la precaución al traducir los hallazgos de manera más amplia, señalando que los humanos generalmente exhiben menos síntomas que los roedores después de la infección por T. gondii.

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