Un estudio en más de 130.000 perros ha concluido que la castración temprana y la obesidad aumentan el riesgo de osteoartritis y deben ser tenidas en cuenta en la clínica diaria
La castración temprana incrementa el riesgo de osteoartritis en perros de todos los tamaños
Un estudio en más de 130.000 perros ha concluido que la castración temprana y la obesidad aumentan el riesgo de osteoartritis y deben ser tenidas en cuenta en la clínica diaria
Francisco Ramón López - 28-11-2023 - 10:28 H - min.
El dolor musculoesquelético y la cojera se encuentran entre los problemas clínicos más comunes observados en perros de compañía. Una gran proporción de estos casos están relacionados con la osteoartritis (OA), el trastorno articular más común en los perros. La prevalencia de la OA puede llegar a alcanzar a más del 80% de algunas poblaciones, según los métodos de estudio y las características.
Para conocer en profundidad este problema y el riesgo de sufrir osteoartritis, un grupo de investigadores ha llevado a cabo un estudio de cohorte retrospectivo en más de 130.000 perros atendidos entre 1998 y 2019.
Para ello, se utilizaron modelos de riesgo proporcional de Cox para probar las asociaciones entre la incidencia de osteoartritis y la edad, el sexo, el peso corporal, la condición corporal, el estado de castración y la edad en el momento de la castración.
Se utilizó el mismo modelo para probar estas asociaciones en las 12 razas más representativas, elegidas en función del peso de la raza y el tamaño de la muestra. Estas razas fueron Chihuahua, Yorkshire terrier, bichón maltés, Shih Tzu, carlino, teckel, beagle, pit bull, husky siberiano, Labrador retriever, pastor alemán y golden retriever.
En general, la proporción de perros en esta población que desarrollaron OA fue del 24,9%. La edad fue, con diferencia, el factor de riesgo más importante para el diagnóstico de OA, lo que coincide con la comprensión establecida de esta como una enfermedad relacionada con el envejecimiento.
Este efecto fue consistente en razas de diferentes tamaños y con diferentes tasas de aparición de OA. “El diagnóstico de OA en pacientes individuales es más probable a medida que pasa el tiempo, porque es una afección incurable y, por lo tanto, estará presente y disponible para el diagnóstico por más tiempo y porque es progresiva y, por lo tanto, es más probable que se vuelva clínicamente evidente a medida que el perro envejece”, explican.
Respecto al sexo, apuntan que, en estudios anteriores, el sexo se ha identificado de manera inconsistente como un factor de riesgo para la OA. Sin embargo, en este estudio, los perros machos tenían un riesgo menor, aunque la magnitud de este efecto en la población general fue pequeña. Dentro de las razas, los perros machos tenían un riesgo menor en algunas razas, pero no en otras, independientemente del peso corporal y el índice de condición corporal (BCS).
En general, el mayor tamaño corporal suele identificarse como un factor de riesgo de OA en perros. Este patrón se confirmó en este estudio, donde el aumento del peso corporal en la edad adulta se asoció con el riesgo de OA. De hecho, cuando se comparó el riesgo de OA entre razas, las más grandes tenían un mayor riesgo, lo que coincide con hallazgos anteriores.
En esta población de estudio, el 40,1% de los perros fueron clasificados con sobrepeso (BCS 6-7/9) y el 4,1% como obesos (BCS 8-9/9), y la proporción de sobrepeso y obesidad fue mayor en los perros que desarrollaron OA (sobrepeso = 50,8%, obesidad = 5,3%) que en aquellos que no (sobrepeso = 36,7%, obesidad = 3,8%).
“Si bien el BCS se correlacionó significativamente con el riesgo de OA, la magnitud de este efecto fue muy pequeña. Esta relación fue más fuerte en perros más pequeños, a diferencia del efecto del aumento de peso después de la madurez”, apuntan.
En general, admiten que el BCS no fue un predictor potente del diagnóstico de OA. Una posible explicación para este resultado inesperado pueden ser los desafíos prácticos en la implementación de la puntuación BCS.
Por otro lado, este estudio es consistente con hallazgos anteriores de que el riesgo de OA aumenta después de la castración en la mayoría de los perros de razas medianas y grandes (más de 30 libras) y en algunas razas más pequeñas.
Si bien no se evaluaron las condiciones predisponentes, el impacto de la castración en el riesgo general de OA aumentó con el tamaño corporal, y la castración se asoció con menos frecuencia con el riesgo de OA en razas más pequeñas, lo que respalda la aparente mayor importancia de la castración como factor de riesgo en perros más grandes.
“La castración también es un factor de riesgo establecido para la obesidad y es posible que una forma en que la castración aumente el riesgo de OA sea aumentando la propensión al sobrepeso y la obesidad. Debido a los desafíos en la interpretación de las puntuaciones de BCS, fue difícil comparar la aparición de sobrepeso y obesidad entre perros intactos y castrados”, admiten.
En este estudio, la edad en el momento de la castración se asoció inversamente con el riesgo de OA en la población total, y el riesgo disminuyó progresivamente con la castración retrasada hasta los 2 años de edad.
Este efecto fue el mismo en perros de diferentes tamaños corporales, lo que no concuerda con algunos informes anteriores que sugieren que la castración temprana (antes de los 12 meses de edad) aumentó el riesgo de afecciones como displasia de cadera y codo y ruptura del ligamento cruzado, principalmente en perros más grandes.
“La cohorte evaluada en este estudio fue muy grande, por lo que el poder para detectar tal diferencia en el riesgo asociado con el tamaño debería ser mayor que en otros estudios. Por lo tanto, estos datos sugieren que el aumento en el riesgo de OA asociado con una edad más temprana en el momento de la castración puede aplicarse a perros de todos los tamaños, al menos en poblaciones de atención primaria heterogéneas y similares”.
Estos resultados, sostienen los autores, ayudarán a los veterinarios a identificar perros con mayor riesgo de osteoartritis y a aplicar intervenciones de diagnóstico, prevención y tratamiento adecuadas.
“La comprensión de los factores de riesgo potencialmente modificables, como la condición corporal y la castración, respaldará las discusiones basadas en evidencia con los propietarios de perros sobre la gestión de riesgos en pacientes individuales”, concluyen
Tal y como comentan los autores del estudio, los veterinarios deben formarse en todos los aspectos relacionados con la osteoartritis. En este ámbito, además de conocer los factores de riesgo, también es importante conocer el manejo de esta enfermedad tan común entre los perros.
En este sentido, el control del dolor es fundamental. Por ello, desde el sector de la salud animal se ofrecen formaciones de valor como el simposio de Paulo Steagall, creador de la escala de dolor felina Grimace y coautor de las directrices de tratamiento del dolor de la Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA), ofrecido por Ecuphar (AnimalCare Group) durante el reciente Congreso de la WSAVA.
Durante el Congreso, Steagall estuvo acompañado por dos de los miembros del consejo asesor de AnimalCare Group sobre dolor y osteoartritis, Antonello Bufalari de la Universidad de Perugia (Italia) y Pedro Sousa del Hospital Veterinario Montjuïc (España), que compartieron sus experiencias prácticas de éxito en el manejo de la osteoartritis canina mediante tratamiento con antiinflamatorio no esteroideos (AINE) a largo plazo.
En cuanto a los efectos de la castración, el sector también está trabajando para dar a los veterinarios toda la información disponible sobre la aplicación de este acto clínico. Es el caso del Comité de Control de la Reproducción de la WSAVA, con el que colabora la compañía Virbac. Esta información incluye las alternativas a la cirugía, como la esterilización médica reversible.