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“Para que te reconozcan como veterinaria rural tienes que hacer el doble que un hombre”

Con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural la veterinaria Pilar Arteaga explica las dificultades a las que se enfrenta en su día a día y el camino que aún les queda por recorrer a las mujeres que trabajan en el campo

Pilar Arteaga, veterinaria gestora de la Finca Las Pachecas.
Pilar Arteaga, veterinaria gestora de la Finca Las Pachecas.

“Para que te reconozcan como veterinaria rural tienes que hacer el doble que un hombre”

Con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural la veterinaria Pilar Arteaga explica las dificultades a las que se enfrenta en su día a día y el camino que aún les queda por recorrer a las mujeres que trabajan en el campo

Jorge Jiménez - 15-10-2021 - 09:05 H - min.

Este viernes 15 de octubre se celebra el Día Internacional de la Mujer Rural, establecido por las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de visibilizar el trabajo de la mujer en este ámbito, además de su contribución en el desarrollo rural y agrícola.

En España existen diferentes iniciativas en marcha que reconocen el trabajo de las mujeres en el ámbito rural, como los Premios de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). En la entrega de este año, el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha defendido la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en el medio rural, porque, “además de una cuestión de justicia, lo es también de oportunidad”.  

El sector de la salud animal también está muy concienciado con este tema, y recientemente la joven veterinaria Pilar Arteaga quedaba finalista del Premio Ganadería en Femenino de Zoetis, por su labor en la gestión sanitaria y manejo de un rebaño de vacuno de leche de 530 animales en la Finca Las Pachecas, en Jerez de la Frontera, Cádiz.

En declaraciones para Animal’s Health, esta joven veterinaria de Guadalajara explica que cuando hace un año se le presentó la oportunidad de convertirse en la veterinaria gestora de la explotación no lo dudó y, a pesar de que solo llevaba 5 años ejerciendo la profesión, finalmente fue elegida para el puesto de trabajo. Y es que tenía claro desde el principio que quería dedicarse al sector ganadero.

“Me invitaron a ver la granja en Jerez y me encantó, tanto las instalaciones como los animales y su genética. Así que decidí dar el paso y lanzarme, e incluso propuse un proyecto para aplicar nuevas tecnologías en la explotación”, indica la veterinaria.

Antes de iniciar su andadura en la ganadería, Pilar había probado la clínica de pequeños animales, a petición de sus padres. “Probé con la clínica de pequeños animales porque mis padres insistían, ya que los trabajos en el campo son mucho más duros y no tienes horarios, pero descubrí que no era lo mío”, confiesa.

LAS VETERINARIAS RURALES TIENEN “MUCHO CAMINO POR RECORRER”

Precisamente, la dureza del trabajo con ganado hace que, según explica Pilar, la presencia de veterinarias rurales sea “bastante baja”. “Esto es muy duro y por eso la gente se orienta más hacia otros ámbitos de la veterinaria. Ahora mismo aquí, en la provincia de Cádiz, la mayoría de los veterinarios que hay pasan de los 60 años y están a punto de jubilarse”, señala.

No tengo cerca a ninguna compañera veterinaria, tan solo a las funcionarias de la oficina comarcal agraria”, apunta Pilar, que se muestra muy satisfecha, aunque reconoce que en ocasiones necesita desconectar del intenso trabajo y la falta de horarios, algo muy común en el campo.

No obstante, según asegura Pilar, para las veterinarias rurales su condición de mujer supone una dificultad añadida a la hora de llevar a cabo su trabajo. “Me siento reconocida en mi trabajo, pero creo que si fuera un hombre se me reconocería mucho más”, lamenta.

“En otros sectores las veterinarias estamos abriendo más camino, pero en la ganadería todavía cuesta. Para que te reconozcan como veterinaria rural tienes que hacer el doble que un hombre”, asegura Pilar, que indica que en el consejo rector de la cooperativa donde trabaja “son todo hombres”. De hecho, en la última asamblea a la que asistió ella era la única mujer.

“Pero yo no vivo pensando que como mujer no me escuchan o no me tienen en cuenta, lo que hago es estar presente, dar mi opinión y luchar para que se me considere como una más, aunque haya gente a la que no le guste”, afirma Pilar, y explica que, a pesar de los prejuicios que pueda encontrarse hacia ella en su día a día, continuará haciendo su trabajo y supervisando la salud de los animales de una de las explotaciones ganaderas más importantes de Andalucía.

En este sentido, Pilar apunta que las veterinarias rurales tienen aún mucho camino por recorrer hasta lograr una mayor igualdad. “Tenemos que conseguir entrar en consejos rectores de cooperativas o asociaciones, ese será un paso muy importante para nosotras, que llevamos toda la vida trabajando en el campo”, explica.

EL DÍA QUE QUIERA TENER UN HIJO NO SÉ CÓMO LO VOY A HACER

Asimismo, la veterinaria rural lamenta que ha tenido que vivir algún episodio de discriminación por su condición de mujer. “No lo viví como algo muy malo, yo ya venía preparada para lo que me pudiera encontrar, sabía que no iba a ser un camino de rosas”, asegura.

A este respecto, Pilar explica que cuando llegó a la explotación había algunos veterinarios que llevaban toda su vida trabajando en ella y que no le tomaban lo suficientemente en serio en su cargo de gestora. “Aplicaban técnicas de hace 50 años y encima sin miras de querer cambiar”, lamenta la veterinaria, que recuerda que hizo todo lo que estuvo en su mano para hacerles ver la importancia de aplicar las últimas tecnologías y así modernizar aún más la explotación, aunque no conseguía que le escucharan.

Otro de los problemas que más preocupan a Pilar como veterinaria rural es la conciliación familiar. “El día que quiera tener un hijo no sé cómo lo voy a hacer, me lo tendré que traer aquí con las vacas”, bromea.

Aunque compaginar ser madre con el trabajo de veterinaria rural se presenta complejo, Pilar no se plantea dejar su profesión en el momento que decida tener un hijo. “Creo que podría conseguir compaginarlo, tengo el gran ejemplo de mi madre, que trabajó hasta que dio a luz. Es cuestión de organizarse, pero si se nos dieran más facilidades sería mejor”, reconoce.

Por último, la veterinaria pide más ayuda por parte de las instituciones para facilitar a las mujeres conseguir integrarse en ciertos sectores económicos igual que los hombres. “Cuando la mujer se integró en el mercado laboral, se tuvo en cuenta a medias el hecho de que algunas queremos ser madres. Con jornadas de 12 horas la conciliación es difícil y es muy importante que las mujeres estemos en todos los sectores económicos, por eso necesitamos ayuda”, advierte.

A pesar de las dificultades que pueden presentárseles a las veterinarias rurales, Pilar muestra pasión por su trabajo y se siente orgullosa de su profesión, animando a sus compañeras a explorar otros sectores más allá de la clínica de pequeños animales. “Tenemos que visibilizar más a las mujeres referentes que tenemos en el mundo rural, porque hacen falta muchas más”, concluye.

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