VIERNES, 4 de octubre 2024

VIE, 4/10/2024

ENTREVISTA

Juan José Badiola (Parte III)

PRESIDENTE DE LA ORGANIZACIÓN VETERINARIA COLEGIAL

“Le debo todo a mi familia por apoyarme a lo largo de mi trayectoria”

Juan José Badiola (Parte III)

PRESIDENTE DE LA ORGANIZACIÓN VETERINARIA COLEGIAL

“Le debo todo a mi familia por apoyarme a lo largo de mi trayectoria”

Redacción - 02-04-2018 - 15:30 H - min.

Juan José Badiola nació en León, pero vive actualmente en Zaragoza, ciudad de la que es oficialmente hijo adoptivo. Con más de 40 años dedicados a la veterinaria y la docencia, el actual presidente del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España comenzó en el año 2000 su periplo más mediático, al confirmarse como uno de los mayores expertos en la llamada crisis de las vacas locas. De hecho, fue elegido por el Gobierno como miembro del comité de expertos que gestionó esta situación.

En una entrevista en exclusiva para Animal’s Health, Badiola explica los orígenes de su vocación por la veterinaria y el papel que ha jugado su familia a lo largo de su vida.

P. ¿Cómo es su día a día actualmente, tiene una rutina concreta que le guste repetir?

R. No puedo tener una rutina fija, porque una persona que es presidente de una Organización Colegial con 30.000 profesionales a los que atender, 52 colegios y una temática muy variada, no tiene tiempo para rutinas. Por otra parte, soy profesor e investigador y tengo mi trabajo en Zaragoza. Y además viajo mucho. Afortunadamente ahora hay AVE, pero a veces tengo que ir a autonomías más lejanas y supone un esfuerzo. Por ello, mi tiempo solamente es uno, el que dedico a mi trabajo.

P. Aunque tuvo otras inquietudes antes de ser veterinario, finalmente eligió esta opción, ¿pesó mucho la influencia de su padre?

R. En mi caso, pensé en varias opciones antes que en veterinaria, pero al final qué duda cabe que pertenecer a una familia con un padre y dos tíos veterinarios tuvo que pesar. Y no me arrepiento, porque me parece una profesión maravillosa, en la que me he podido realizar como persona y como profesional.

P. En ocasiones ha dicho que su madre ha sido uno de sus principales referentes, ¿qué es lo que más recuerda de ella?

R. Mi madre era una persona muy afectuosa, y tengo un gran recuerdo de ella. Su muerte la recuerdo como uno de los momentos más tristes de mi vida, me produjo un impacto emocional muy grande. Era una persona con unos valores extraordinarios, y traté siempre de imitarla en todo lo que tenía de positivo.

P. Su abuelo le dio un gran consejo, “solo progresas trabajando”. ¿Qué consejo le daría usted a su nieto?

R. Le transmitiría el mismo consejo. Creo que el trabajo es muy importante. Los pueblos que progresan son aquellos que trabajan. A nivel personal es lo mismo. Mi abuelo era un maestro vocacional, como los de antes, que encarnaba valores de austeridad, humildad y trabajo. Viví con él bastante tiempo y me inculcó mucho de estos valores, por lo que creo que su herencia me ha sido muy positiva.

P. ¿Y a un estudiante de veterinaria?

R. Le diría que ha elegido una carrera de la que no se va a arrepentir pero que no es fácil, y en la que hay que trabajar. Hay que pensar que una carrera es una inversión para el futuro. Por tanto, aprovecha para aprender todo lo que puedas, y no lo dejes para después, porque aprender fisiología se aprende bien en la carrera, pero después es más difícil.

P. ¿Cómo ha sobrellevado el viajar tanto por Europa, especialmente durante su período en Bruselas, y compaginarlo con su vida personal y familiar? ¿Qué papel ha jugado su familia?

R. Yo era de los españoles que viajaban mucho cuando nadie viajaba, a principios de los años 60. Aprendí idiomas, algo que mi padre me aconsejó y viajé mucho por Europa. Ahora me he cansado de viajar, por lo menos por motivos laborales.

Fui miembro del Comité Científico en Sanidad Animal de la Comisión Europea durante más de 12 años y tuve que ir a Bruselas casi todos los meses. Me ausenté muchas veces de casa, y a veces era muy duro.

Aún recuerdo cuando tenías que irte un domingo temprano, era una situación desgarradora. Aunque después he tratado compensar a la familia, sobre todo a mis hijas, con más intensidad. Y he constatado que la familia no me ha pasado factura, por eso se lo debo todo.

P. Gran parte de su trayectoria la ha pasado entre la investigación y la docencia, ¿nunca le llamó tener su propia clínica de animales de compañía?

R. Es una decisión que tomé tras la carrera. Tuve un profesor, Eduardo Gallego, que me propuso ser su ayudante, y acepté. Entonces ya me quedé en la universidad. Mi padre no veía muy bien la idea, porque quería que trabajara en una multinacional junto a él. Le dije que esperara a que terminara el doctorado, pero ya no tenía vuelta atrás. Ahora echo en falta haber dedicado dos o tres años ejerciendo la profesión liberal, porque seguro que me hubiera ayudado en mi tarea como profesor.

P. Con tantos cargos como ha tenido, ¿se le ha subido el poder a la cabeza en algún período de su vida?

R. Puedo decir rotundamente que no. Siempre he tenido una sensación en la vida de provisionalidad y de que todo es pasajero. Trato de ser realista, porque te toca un período en un cargo, pero luego ese período se acaba, y al final, ¿qué te queda? Te queda lo de siempre: tu profesión, tu trabajo, que a mí me gusta, por eso no he tenido ese problema de aferrarme a ningún cargo.

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