LETI Pharma ha celebrado una charla Chester con médicos y veterinarios para reflexionar sobre la incidencia de la leishmaniosis en España y la importancia de la colaboración entre profesionales sanitarios
Médicos y veterinarios apuestan por “ir a una” contra la leishmaniosis
LETI Pharma ha celebrado una charla Chester con médicos y veterinarios para reflexionar sobre la incidencia de la leishmaniosis en España y la importancia de la colaboración entre profesionales sanitarios
Francisco Ramón López - 22-04-2021 - 16:10 H - min.
La leishmaniosis es una enfermedad que preocupa cada vez más a los veterinarios, especialmente en las áreas con mayor incidencia, como la cuenca mediterránea. Y es que no hay que olvidar que se trata de una enfermedad zoonósica que se transmite por la picadura del flebótomo —el mosquito vector del parásito—, pudiendo afectar tanto a animales como a humanos.
Para abordar esta enfermedad desde una perspectiva ‘One Health’, LETI Pharma decidió volver a reunir en una de sus charlas Chester a médicos y veterinarios con el objetivo de reflexionar sobre la incidencia y las presentaciones clínicas de la leishmaniosis en España (país endémico) y cómo se aborda la enfermedad tanto desde la perspectiva médica como de la veterinaria.
Para ello, contaron con el veterinario Xavier Roura, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Veterinario Universidad Autónoma de Barcelona; con Natàlia Fernández, médico del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Parc Taulí; y Pau Bosch, médico del Servicio de Medicina Interna e Infectología del Vall d’Hebron.
Con estos dos últimos especialistas de la medicina humana del ámbito de la dermatología y la medicina interna, la moderadora Gloria Pol, Medical Science Liaison de LETI Pharma, quiso tratar las dos formas principales que tiene la leishmaniasis en personas: la cutánea y la visceral.
Natàlia Fernández fue la encargada de abordar la enfermedad en su forma cutánea, sobre la que aseguró que hay una sensación de que se están detectando más casos si se compara con sus inicios en la medicina hace 20 años. En general, señaló que en España la tendencia de la leishmaniosis es creciente y que la más común es Leishmania infantum, la misma que afecta a perros y gatos.
El perfil de persona afectada por la leishmaniosis cutánea, explicó, son niños menores de 5 años o personas inmunodeprimidas o con tratamientos inmunosupresores. En estos últimos, advirtió que la presentación de la enfermedad tiende a ser más grave.
De hecho, apuntó que en personas inmunocompetentes la leishmaniosis cutánea se puede dar en formas muy leves, no más allá de una pápula en zonas como la parte distal de extremidades o la cara, que incluso se resuelven sin necesidad de tratamiento.
Normalmente, tras diagnosticar la leishmaniosis con una citología, el tratamiento de elección suele ser un antimonial local, pero pueden optar por un tratamiento sistémico si la afectación llega a las mucosas, las lesiones están muy extendidas o el paciente está inmunodeprimido.
A diferencia del tratamiento de elección de la leishmaniosis cutánea, en el caso de la visceral, el médico Pau Bosch explicó que se puede escoger el tratamiento sistémico, al igual que se hace en veterinaria. En este punto, el médico abogó por la colaboración multidisciplinar en referencia a la posibilidad de que los veterinarios cooperen con los médicos a la hora de elegir tratamientos, pues ya se están detectando algunas personas resistentes a algunos fármacos contra la Leishmania. “Medicina humana y veterinaria no son dos cosas separadas, tenemos que ir a una”, defendió Bosch.
A la hora de identificarla, destacó que la enfermedad puede mostrar pancitopenia en los hemogramas, así como inflamación de algunos órganos como el bazo o el hígado, que se puede observar mediante TAC.
No obstante, la forma ideal de diagnosticarla es buscando los parásitos tras una biopsia, o directamente con PCR. En medicina humana no se opta por la serología, a diferencia de la veterinaria, pues al ser España un país endémico, puede haber muchas personas positivas por haber estado en algún momento de su vida expuestas a la Leishmania, y a día de hoy, no existen criterios claros para guiarse por el título de anticuerpos.
En el caso de la leishmaniosis visceral, sí que apuntó que la gran mayoría de sus pacientes son personas inmunodeprimidas, tanto por tratamientos como por enfermedades. Además, añadió que hay una tendencia a ver casos más graves de leishmaniosis por Leishmania infantum, con más casos severos cutáneos y cuadros viscerales más agresivos.
El último en participar fue Xavier Roura, encargado de aportar, junto a la moderadora Gloria Pol, la perspectiva veterinaria a la charla. Así, el veterinario coincidió en que la leishmaniosis en perros puede mostrar tanto síntomas dermatológicos como viscerales, pero no se clasifican dos tipos de leishmaniosis: solo hay una y se trata de forma sistémica, independientemente de que se puedan identificar claramente las lesiones a simple vista.
Así, si bien en es muy común que la leishmaniosis en perros curse con signos dermatológicos como dermatitis exfoliativas o descamativas, esta enfermedad muestra muchas caras en los canes, y pueden también describirse síntomas más inespecíficos y menos relacionados a simple vista con la enfermedad, como los síntomas oculares o gastrointestinales.
Ante esta variabilidad en la sintomatología, el veterinario recomienda incluir la leishmaniosis en cualquier diagnóstico diferencial. “Esto no significa que todo sea leishmaniosis”, añadió, y recordó que es importante diagnosticarla adecuadamente, siendo la prueba de elección la identificación por microscopio a partir de una muestra, aunque admitió que no siempre es posible y que suele ser más sencillo en las leishmaniosis que generan cuadros dermatológicos en comparación con las viscerales.
En estos casos más complicados, hay que optar por ir sumando signos que apunten a la leishmaniosis y descarten otras patologías. Por ejemplo, en los hemogramas, es muy común la hipergammaglobulinemia o incluso la proteinuria, cuando afecta a los riñones.
Otra opción es la serología, aunque recordó, al igual que Pau Bosch, que España es un país endémico, y puede haber perros positivos en los que la Leishmania no sea el agente que causa los signos clínicos. Por esto, es importante fijarse en los títulos, que deben de ser altos. En los casos en los que todo señale a la leishmaniosis, pero la serología no sea concluyente, Roura indica que se puede optar por un tratamiento empírico. El tratamiento de elección general de esta enfermedad suele ser una combinación de un leishmaniostático combinado con un leishmanicida.
Respecto a los corticoides, señaló que, debido a su efecto inmunosupresor pueden ser recomendables en enfermedades como la leishmaniosis, en la que buena parte de los signos clínicos más graves son debidos a una respuesta inmune no adecuada y no al propio parásito. Esto se da, por ejemplo, en los daños renales, que se producen por depósitos de inmunocomplejos.
Por último, Roura quiso dedicar parte de su intervención a la leishmaniosis felina, sobre la que admitió que hay mucha menos información científica. En general, señaló que la seroprevalencia en gatos se estima en la mitad que, en perros, por lo que en la cuenca mediterránea podría ser incluso de un 8%. No obstante, explica que estos felinos suelen desarrollar la enfermedad en menor medida que los canes.
En este punto, el veterinario quiso hacer un llamamiento para mejorar el diagnóstico en estos animales, pues al igual que ocurría con el perro hace unos años, se diagnostica demasiado en dermatología y demasiado poco en medicina interna, lo que puede suponer que no se está incluyendo lo suficiente en los diagnósticos diferenciales. “Los veterinarios tienen que pensar más en la leishmaniosis cuando diagnostican un gato”, añadió.
Respecto al tratamiento, aseguró que todavía hay muy poco consenso, especialmente en las dosis, aunque apunta que se tiende a optar por un tratamiento muy similar al de los perros, con una combinación de leishmaniostáticos y leishmanicidas.