Livisto ha organizado su primera sesión de Vet Voices en Directo, una iniciativa de HappyVetProject en la que la veterinaria Belén Montoya ha contado sus experiencias sobre la salud mental y el 'burnout' para visibilizarlo
Burnout: “Hay que dejar de hacer creer que para triunfar en la veterinaria hay que matarse”
Livisto ha organizado su primera sesión de Vet Voices en Directo, una iniciativa de HappyVetProject en la que la veterinaria Belén Montoya ha contado sus experiencias sobre la salud mental y el 'burnout' para visibilizarlo
Francisco Ramón López - 02-09-2022 - 11:00 H - min.
El ‘burnout’, también conocido como agotamiento o síndrome del trabajador quemado, es un problema de salud mental cada vez más reconocido y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya lo consideró como una enfermedad profesional en 2019.
Los sectores sanitarios y de atención al público, como la veterinaria clínica, suelen ser los más afectados por este problema, que suele implicar síntomas como cansancio, estrés e irritabilidad, falta de concentración, e incluso somatizaciones físicas, como dolores digestivos o de cabeza.
Para ayudar a los veterinarios y asistentes técnicos veterinarios (ATV) a detectar este problema, prevenirlo y hacerle frente, la compañía Livisto ha creado el portal HappyVetProject, que ofrece contenido multimedia variado con fórmulas y herramientas de autogestión a medida para la salud mental y el estrés derivado de la profesión clínica.
En este contexto y con objeto de visibilizar esta problematica, Livisto está impulsando Vet Voices en Directo, con entrevistas a veterinarios influyentes para que den su punto de vista y compartan sus experiencias sobre la salud mental y el 'burnout' y así concienciar sobre el síndrome del trabajador quemado.
La primera invitada ha sido la veterinaria experta en medicina felina Belén Montoya, que junto a la Product Manager de Animales de Compañía de Livisto, Carla Gómez, trató de concienciar a los veterinarios de la importancia de detectar problemas como el ‘burnout’ y actuar a tiempo.
Ambas, que recordaron que no son terapeutas y que recomendaron acudir a ellos cuando sea posible, coincidieron desde el principio en que el objetivo principal es que se deje de normalizar el agotamiento en la clínica veterinaria. Y es que demasiadas veces se considera algo que hay que sobrellevar en el día a día y no se ve como un problema de salud mental.
Gómez aseguró que hay más veterinarios afectados por ‘burnout’ de lo que se piensa. “Da igual el tipo de veterinario”, insistió, y recordó que es algo que le puede pasar a cualquiera de los trabajadores de una clínica, desde los gestores al ATV.
Montoya coincidió con la Product Manager de Livisto en la necesidad de visibilizarlo y dejar de normalizarlo. “Lo normal no es pasarlo mal”, afirmó, y recordó que hay veterinarios que lloran antes de ir a la clínica y eso se tiene que acabar. “Basta ya”, insistió.
“Hay que dejar de hacer creer que para triunfar en la veterinaria hay que matarse”, enfatizó, y destacó que aunque entiende que se intente sacar adelante una carrera profesional en la veterinaria y hay que esforzarse “no hay que trabajar a costa de la salud mental”.
Por ello, llamó a que los veterinarios sean conscientes de cómo se sienten y que traten de detectar si han llegado a un punto en el que “se han pasado de la raya” y están “a punto de estallar”. “Hay gente que se ha ido de un internado a las dos semanas porque no puede más”, lamentó.
Belén Montoya (izquierda) y Carla Gómez (derecha) durante la sesión de Vet Voices en Directo
La veterinaria, que afirmó haber vivido el 'burnout' en sus propias carnes, recuerda sus malas experiencias en clínicas desde que se licenció en 2003, una época en la que acudir al psicólogo no era algo tan normal como ahora. “Todo estaba más estigmatizado”, compartió.
Así, relató que en su primer trabajo en clínica después de dejar la medicina de fauna silvestre vivió una “experiencia de terror”, lo que le llevó a dejarlo en apenas dos días. “No era para mí, uno tiene que conocerse muy bien y saber lo que le gusta para poner límites”, explicó.
En ese momento, la familia le decía que tenía que aguantar, porque era su primer trabajo. Sin embargo, echando la vista atrás, se alegra de haber tomado esa decisión y ser fiel consigo misma. “Habría salido quemada, podría incluso haber dejado la carrera en clínica”, considera la veterinaria.
Más adelante siguió teniendo contactos con el ‘burnout’ en otro trabajo, con urgencias continuas o fines de semana sin librar, algo que le impedía desconectar. “No vivía”, recuerda. Pero, de nuevo, le llegaba la idea de que había que “aguantar”.
“Este es el precio que tengo que pagar para trabajar en lo que me gusta”, pensaba. Una especie de “síndrome de Estocolmo”. En este lugar estuvo un año y medio y también se fue. “Sin nada”, rememoró, y defendió que a veces hay que plantearse primar la salud mental a la economía.
Los malos horarios y el estrés fueron un continuo hasta que decidió emprender años más tarde. “Estuve tiempo con contracturas”, relató y apuntó que pueden darse casos incluso de problemas de piel, respiratorios o insomnio. En este sentido, una de las participantes señaló que había sufrido de reflujo gastroesofágico y otros problemas intestinales por su experiencia en unas urgencias veterinarias.
Tanto para Montoya como para Gómez la solución no es solo mejorar el autocuidado y optar por la terapia de forma individual si es necesario, sino que es responsabilidad de todos, incluidos los gestores de las clínicas y los compañeros, que tienen que trabajar para que exista un ambiente y unas condiciones adecuadas para el trabajo. En esto también juegan un papel los clientes, que pueden llegar a ser una fuente de estrés para los veterinarios.
Esto, coincidieron las dos participantes, no solo contribuye a mejorar la salud mental del sector, sino que, como han demostrado algunos estudios, igualmente tiene beneficios económicos, pues ayuda a reducir la rotación de personal.
Pero Montoya admitió que, aunque no siempre se puede conseguir que mejore el ambiente de trabajo, hay que intentarlo “empoderándose”, siendo asertivos y expresando de forma educada y “a tiempo” lo que se necesita. “Quejarse por detrás no sirve de nada”, insistió.
Carla Gómez recordó que Livisto está preparando un curso gratuito para mejorar la comunicación en la clínica veterinaria, su primera formación, para sumarla a los recursos con los que ya cuenta HappyVetProject.
En el caso de que la comunicación no dé resultados es cuando, para Montoya, hay que plantearse si vale la pena seguir trabajando en ese lugar o es mejor irse. El problema, admitió, es que algunas personas llegan a un punto tan avanzado de ‘burnout’ que no encuentran una salida por falta de autoestima. La veterinaria lamentó que ha visto compañeros veterinarios muy válidos que se han quedado por el camino y han dejado la profesión clínica, algo que, insistieron ambas, habría que combatir trabajando en conjunto toda la profesión.