Investigadoras del Museo Nacional de Ciencias Naturales demuestran por primera vez que las aves tienen sentido del olfato y que lo utilizan para cazar a sus presas.
Un estudio demuestra que las aves también poseen olfato
Investigadoras del Museo Nacional de Ciencias Naturales demuestran por primera vez que las aves tienen sentido del olfato y que lo utilizan para cazar a sus presas.
Javier López Villajos - 04-04-2018 - 14:00 H - min.
Irene Saavedra y Luisa Amo, investigadoras del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), han demostrado mediante un estudio que las aves detectan las feromonas que emiten sus presas a través del olfato, sentido del que se pensaba que carecían o que apenas utilizaban, hasta ahora.
A través de una serie de experimentos, realizados en las condiciones naturales que presenta el bosque de roble, Saavedra y Amo examinaron la atracción que sienten las aves hacia determinados tipos de insecto como la oruga de la polilla de invierno.
Para ello, utilizaron réplicas de larvas hechas a base de plastilina. Además, partiendo de que los insectos emiten señales químicas durante el cortejo, infestando de feromonas los árboles que ocupan, también colocaron dispensadores de feromonas de las polillas y otros de control sin emisión en las diferentes ramas del árbol.
UNA CAZA EVOLUTIVA
Tras observar el número de orugas que presentaban signos de depredación por rama, aquellas que estaban más cerca del dispensador de feromonas, las investigadoras concluyeron que las aves son capaces de detectar estas feromonas para localizar y cazar a sus presas. De esta manera, el sentido del olfato permite a las aves maximizar la búsqueda de alimento durante la búsqueda de pareja de los insectos en el período reproductivo. Con todo, el resultado también destaca el uso potencial de las aves insectívoras para el control biológico de las plagas de insectos.
Estudios previos ya advirtieron de signos que manifestaban las aves para detectar los volátiles de defensa que emiten los árboles pero gracias a este último estudio se ha podido demostrar que, además, las aves interceptan las señales químicas que emiten sus presas para comunicarse con ejemplares de su misma especie.