El análisis del genoma de una veterinaria que atendió a un gato infectado de Covid-19 y que también se infectó eran idénticos
El caso de una veterinaria que dio positivo a Covid-19 tras el estornudo de un gato infectado
El análisis del genoma de una veterinaria que atendió a un gato infectado de Covid-19 y que también se infectó eran idénticos
Francisco Ramón López -
15-06-2022 - 14:08 H - min.
Una veterinaria fue diagnosticada con Covid-19 después de que un gato infectado, cuyos propietarios también habían dado positivo, le estornudara. El estudio genético del virus respalda la hipótesis de la transmisión del SARS-CoV-2 de los propietarios al gato, y luego del animal a la veterinaria.
Los autores del estudio explican que el caso se produjo el 15 de agosto de 2021, cuando una veterinaria de 32 años que vivía sola visitó el hospital con fiebre, secreción nasal y tos productiva de 2 días de duración.
Cuando se le preguntó sobre su historial, dijo que 5 días antes ella y otros dos veterinarios habían examinado un gato perteneciente a un padre y un hijo que habían dado positivo a SARS-CoV-2 mediante PCR antes de acudir a la clínica.
El gato, que había estado durmiendo en las mismas camas que los propietarios, fue enviado al hospital veterinario en el que trabajaba la veterinaria infectada el 10 de agosto, debido a que sus titulares estaban en aislamiento, y el animal no mostraba síntomas.
Se le extrajeron muestras de hisopos nasales y rectales, mientras dos compañeros sujetaban al gato, pero durante el hisopado nasal, el gato sedado estornudó en la cara de la veterinaria. Los 3 veterinarios usaban guantes desechables y mascarillas N95 sin protectores faciales ni gafas para los ojos en ese momento. La intervención con el gato duro unos 10 minutos.
Tres días después de la exposición al gato, la veterinaria mostró síntomas, pero no fue al médico hasta el 15 de agosto, cuando los resultados del PCR del gato dieron positivo para SARS-CoV-2. Los dos compañeros de la veterinaria que atendieron al gato dieron negativo.
Los autores apuntan que ningún contacto cercano de la veterinaria fue diagnosticado con Covid-19, aunque durante el rastreo de contactos de los 30 miembros del personal que trabajan en el hospital veterinario identificaron una persona con Covid-19.
Se trataba de un veterinario que trabajaba en el Departamento de Grandes Animales que ya mostraba fiebre un día antes de la llegada del gato y dio positivo el 13 de agosto. Eso sí, no se produjo contacto directo ni indirecto con el gato ni con la veterinaria y sus compañeros.
Para conocer el origen de la infección, analizaron el ARN viral de la veterinaria, del gato, de sus propietarios y del compañero positivo. La conclusión fue que los genomas de los propietarios y el gato eran idénticos a los de la veterinaria y distintos a otros pacientes de la provincia y del compañero positivo.
Según los autores, las secuencias idénticas del genoma del SARS-CoV-2 obtenidas de la veterinaria y del gato y los propietarios, junto con la superposición temporal de las infecciones animal y humana, indican que “estaban relacionadas epidemiológicamente”. “Debido a que la veterinaria no tuvo encuentros previos con los propietarios del gato, probablemente adquirió el SARS-CoV-2 del animal cuando estornudó en su cara”, concluyen.
Los investigadores recuerdan que los gatos son susceptibles a la infección por SARS-CoV-2, especialmente durante interacciones cercanas con humanos con infecciones sintomáticas. “Debido a que los gatos infectados tienen períodos de incubación y contagio relativamente cortos, este gato probablemente había adquirido la infección por SARS-CoV-2 no más de una semana antes de posiblemente transmitir la enfermedad a la veterinaria”, apuntan.
Asimismo, indican que, aunque los contactos directos o indirectos (fómites) también son rutas potenciales de transmisión a la veterinaria, estas posibilidades son menos probables, porque usó guantes y se lavó las manos antes y después de examinar al gato. “La transmisión del estornudo del gato se plantea como hipótesis debido a este encuentro breve pero muy cercano”, insisten.
Y es que apuntan que las pruebas PCR en el hisopo nasal del gato sugerían que la carga viral era alta e infecciosa. Además, debido a que la veterinaria usaba una mascarilla N95 sin protector facial ni gafas protectoras, su superficie ocular expuesta era vulnerable a la infección por las gotitas expulsadas por el gato.
“Su infección significa la posibilidad de transmisión ocular y la importancia de usar gafas protectoras o protectores faciales además de una mascara durante las interacciones a corta distancia con humanos o animales de alto riesgo”, indican.
En resumen, afirman que este estudio proporciona evidencia de que los gatos pueden transmitir la infección por SARS-CoV-2 a los humanos. Sin embargo, matizan que la incidencia de este método de transmisión es relativamente poco común debido a la corta duración (5 días) del tiempo en que los eliminan virus viables.
“No obstante, para evitar la transmisión del SARS-CoV-2 de humanos a gatos, las personas con sospecha o confirmación de Covid-19 deben abstenerse de tener contacto con su gato. Se recomienda protección ocular como parte de la protección personal estándar para los cuidadores durante las interacciones cercanas con gatos que se sospecha que están infectados”, concluyen.