Desde el Grupo de Medicina del Comportamiento de Avepa han dado las principales claves sobre el bienestar y la conducta de los conejos
Los etólogos veterinarios abordan la conducta y el bienestar del conejo mascota
Desde el Grupo de Medicina del Comportamiento de Avepa han dado las principales claves sobre el bienestar y la conducta de los conejos
Redacción -
06-10-2025 - 11:43 H -
min.
El Grupo de Medicina del Comportamiento (Gemca) de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (Avepa) ha publicado un nuevo artículo en el que aborda todo sobre la conducta y el bienestar de los conejos.
“El conejo (Oryctolagus cuniculus) es el animal de familia exótico más exitoso, por su adecuación a la vida actual (pequeño, silencioso, limpio, aparentemente económico y fácil…). El vínculo humano-conejo llega a ser fuerte. El número de hogares con conejo está creciendo, también la oferta y demanda de productos y servicios cunícolas, así como la inversión que se le dedica y el nivel de exigencia en su tenencia”, señalan
En este sentido, añaden que gozan de gran popularidad, “pero con una imagen muy poco realista”. Esto causa que en general sus necesidades no se cumplan adecuadamente.
“Por ello, es importante entender sus particularidades etológicas. A menudo unas pocas intervenciones muy sencillas logran tener un impacto muy favorable. Tenemos un campo muy amplio para actuar e innovar en el fomento de su bienestar”, apuntan.
En el artículo señalan que el conejo doméstico procede del conejo ibérico, habitante de madrigueras en prados o espesuras. Es crepuscular, social y territorial. Es herbívoro forrajeador, y presa universal.
“Su domesticación comenzó hace solamente unos 1.000 años, por lo que mantiene prácticamente intacto su etograma original. Se domesticó con fines cárnicos y peleteros, y posteriormente laboratoriales. Se están seleccionando variedades de compañía, con crecientes rasgos neoténicos”, apuntan desde el Gemca.
El conejo, explican, tiene una elevada tasa metabólica. Es muy prolífico, con receptividad sexual prácticamente permanente. Su cognición está bien desarrollada. Es muy sensible al estrés. Tiene visión dicromática con mal enfoque, pero eficaz en penumbra y sensible al movimiento.
Su campo visual es casi de 360º, con un punto ciego delante del mentón. Es altamente sensible a vibraciones, que percibe finamente por su oído y su tacto. Despliega una rica comunicación subsónica, y apenas hace vocalizaciones audibles, aunque sí otros sonidos (rechinado, pataleo…).
Tiene un olfato muy sensible y su comunicación química es de enorme riqueza e importancia. Sus abundantes marcas glandulares llegan a ser visibles. También usa sus deyecciones con fines comunicativos.
“Su desarrollo conductual está poco precisado. Es altricial, los gazapos no exploran hasta las 3 semanas. Al ser presas, su periodo de socialización es breve y altamente sensible. La pubertad llega a los 4-6 meses. Se considera adulto desde el año, y desde los 6 años suele mostrar declive cognitivo. Su esperanza de vida es de unos 8-10 años”, apuntan.
“Aunque el sector está actualizándose, urge una reconversión profunda. Se debe implementar la selección por criterios etológicos, no solo morfológicos”, señalan los etólogos
Asimismo, destacan que “en los centros de cría faltan buenos planes pediátricos de crianza maternal, manipulaciones tempranas y socialización”. “Se deberían instaurar programas de bienestar en el transporte, tiendas, alojamientos temporales, concursos, etc”, añaden.
Algunos estudios indican que una adopción a las 8 semanas reduce los futuros problemas de conducta. Por el momento no hay test validados para evaluar el temperamento del gazapo, ni criterios estandarizados de compatibilidad entre animal y familia.
“Es crucial la educación de las familias antes de la adopción o en los primeros días. El planteamiento de clases para gazapos es una posibilidad no desarrollada”, remarcan desde el Gemca.
Por otro lado, también indican que en los días post-adopción debe priorizarse la seguridad, permitiendo la exploración gradual y voluntaria del entorno. Es recomendable limitar y supervisar los primeros contactos con niños, otros animales, etc.
Los etólogos apuntan que el conejo es un animal curioso y destructivo. Su locomoción normal combina caminar “en pinza” con saltos, y es buen trepador.
“Su alojamiento debe ser una instalación amplia, segura, equipada, compleja en tres dimensiones (rampas, túneles, alturas…), con un refugio principal, y ambientalmente enriquecida (las jaulas de conejo no suelen cumplir estos requisitos, por lo que no se recomiendan). Desde ella el conejo puede tener acceso a espacios supervisados que estén “a prueba de conejos” y adecuadamente equipados”, remarcan.
Además, según explican, suele resultar útil entrenar una señal para pedir la entrada o la salida de la instalación. Las salidas al exterior en condiciones seguras y supervisadas son muy recomendables.
“Las condiciones ambientales y sensoriales deben ser estables. Prefieren el fresco al calor. Deben reducirse los olores intensos (humos, detergentes…) y los ruidos y vibraciones. Se comercializan feromonas sintéticas (feromona maternal apaciguadora), que pueden ser un buen complemento sensorial. Es crucial que todas las zonas usadas por el conejo tengan abundantes escondrijos, idealmente con dos salidas no alineadas”, señalan los etólogos veterinarios.
Sus ocupaciones principales son roer materiales fibrosos, el excavado, el acicalado, la interacción social y la vigilancia del entorno, alternadas con descansos cortos pero frecuentes.
“Nuestra prioridad será estimular el excavado con cajas de tierra o sustratos fibrosos, y que roa adecuadamente mediante mordedores y objetos alimenticios fibrosos duros. Las “piedras de calcio” no se recomiendan”, aconsejan.
El ejercicio se puede estimular con juego social, juguetes diversos, puzles interactivos, búsquedas de olfato, gimnasios o deportes como el kaninhoppning. El confort se puede enriquecer y estimular con frotaderos, baños de polvo o agua, puntos de descanso adicionales (cojines, mantas…), y puestos de contemplación ante ventanas, peceras o pantallas.
Desde el Gemca destacan que se deben cumplir las medidas universales: Exposición a estímulos gradual y predecible, interacciones consistentes y señalizadas, brindar opciones y control, etc. El uso del castigo y métodos aversivos está absolutamente contraindicado.
“En la manipulación individual deben primar la calma y la seguridad tanto del conejo como del ser humano. Las aproximaciones deben ser pausadas y evitando posturas amenazantes (encorvarse, adelantar las manos…). Deben evitarse los olores intensos, los sonidos fuertes y los objetos colgantes”, inciden.
El conejo prefiere mantener el contacto con el suelo, evitaremos cogerlo en brazos. Si esto fuera necesario, la sujeción recomendada es ventralmente por la cintura escapular y pélvica a la vez. Otras sujeciones son posibles en conejos dóciles. La contención con manta es muy útil en individuos reactivos.
“También se pueden usar refugios fenestrados, distracción con premios, etc. El complejo orofacial y las patas son zonas sensibles, no se deben tocar innecesariamente. La sujeción por las orejas o el pliegue nucal está totalmente contraindicada. El decúbito supino puede inducir estrés agudo. Es muy recomendable el entrenamiento de habilidades, las más útiles son el luring (señuelo) o el pointing (“toca”). Si se usa clicker es recomendable atenuarlo o usar un bolígrafo de muelle”, apuntan.
El transporte debe hacerse en un transportín positivizado. Es conveniente mantener las marcas olfativas que tenga y enriquecerlo con suelo blando, juguetes, etc. Debe manejarse horizontalmente, sin oscilaciones, y cubrirlo para aislarlo del exterior.
El conejo es un forrajeador constante, la alimentación es una ocupación principal. Desarrolla fácilmente preferencias alimenticias inadecuadas que derivan en glotonería, pica o accidentes. Es importante fomentar una alimentación saludable y activa. La dieta debe ser atractiva y variada, basada en forrajes y verduras de hoja frescas.
“Puede incluir pequeñas cantidades de verduras carnosas, otras plantas y/o pienso de calidad. Los carbohidratos son poco recomendables. Usaremos pesebres confortables o el alimento esparcido por el suelo”, señalan.
Además, desde el Gemca indican que estrategias enriquecedoras son las bandejas de alimentación, las cestas o brochetas colgantes, las mantas de olfato, los juguetes dispensadores, las plantas plantadas y las “cazas del tesoro”. Los bebederos de biberón pueden causar rechazo, son preferibles los de cuenco si se puede garantizar su higiene.
“El conejo orina en letrinas cercanas a la entrada principal de su madriguera, y hace rociado con orina como marcaje. Defeca de forma dispersa por las zonas de alimentación y la superficie del territorio. Practica la cecotrofia en lugares y momentos tranquilos. Se deben disponer bandejas higiénicas confortables, con sustrato adecuado, accesibles desde el refugio principal pero no pegadas a él”, aseguran.
Como habitualmente defecan al pastar, una bandeja amplia bajo los pesebres recogerá la mayoría de las heces. “Se puede entrenar el uso de las bandejas. En su limpieza debemos respetar las marcas olfativas, para evitar la búsqueda de letrinas alternativas”, remarcan.
“La conducta sexual normal puede resultar problemática (agresividad intrasexual, pseudomaternidad…), y se recomienda mantener grupos con individuos de sexos diferentes. Por ello, el control de la reproducción es imprescindible. No existen opciones de esterilización química. A la gonadectomía por el momento no se le han atribuido efectos negativos, pero sí positivos en la salud física, la conducta y la convivencia. Así, es la indicación en los individuos no reproductores”, detallan los etólogos.
En el artículo del Gemca se indica también que el conejo forma “familias” de 2-10 individuos (macho + hembra(s) + crías), que se agrupan en “clanes”, y a su vez en colonias de decenas o cientos. La colonia ocupa una madriguera extensa y compleja, con un pequeño territorio en su superficie (2-15m2), y zonas satélites de alimentación.
Cada familia, clan y colonia comparten y/o defienden diferentes secciones de la madriguera y el territorio. Todos cooperan en el mantenimiento de la madriguera y se turnan en la vigilancia. La afiliación es muy elevada dentro de la familia, menor dentro del clan y aún menor dentro de la colonia. Los individuos ajenos a la colonia generalmente son rechazados con violencia.
“La interacción social es indispensable, y es difícil que los humanos la satisfagamos adecuadamente. Por ello, se recomienda tener más de un conejo. La combinación idónea suele ser individuos de diferente sexo, similar edad y similar tamaño. Se deben vigilar las dinámicas sociales de todo el grupo, que pueden ser complejas y cambiantes. El marcaje olfativo ayuda a la cohesión del grupo”, aconsejan.
La introducción o reintroducción de individuos en el grupo social debe hacerse con un cuidadoso protocolo por fases similar al recomendado en gatos. Los encuentros preferentemente serán en territorios neutrales y en contextos que favorezcan la cooperación, acompañados de estímulos positivos. En la convivencia, se minimizará la competición por los recursos teniendo de cada uno al menos uno más que el número de conejos (o muchos más en el caso de los escondrijos). Si no hay muestras de afiliación claras, se deben mantener estrechamente supervisados.
“Aunque su lenguaje visual es sutil, un conejo relajado mostrará una postura corporal confortable (incluso panza arriba), con movimientos nasales pausados. Puede haber autoacicalado esmerado y lento, o estiramientos. Signos de afiliación son la tolerancia a la proximidad física, el acicalado mutuo, el descanso con contacto estrecho cuerpo con cuerpo, dejarse caer bruscamente cerca del otro individuo, dar vueltas alrededor, inclinarse frente a otro individuo, y en general la actividad grupal o en paralelo”, indican.
De esta manera, una reverencia brusca con la cola levantada es una invitación al juego social, que consiste en carreras y persecuciones, revolcados, saltos en tirabuzón (“binkies”), derrapes, embestidas…
“Un conejo alerta tendrá una postura tensa y/o erguida. Su nariz estará parada o vibrando rápidamente, sus orejas estarán levantadas y su mirada tal vez lateralizada (escrutinio). Podría haber autoacicalado rápido alternando con escaneo del entorno. El miedo se expresa con postura muy encogida o aplanada, con las orejas plegadas hacia atrás. Los ojos pueden estar saltones o bien con las membranas nictitantes entrecerradas. Puede haber pateo fuerte del suelo, huida, agresividad defensiva, chillido o incluso muerte fingida”, puntualizan.
La hostilidad inicialmente se puede expresar con empujones laterales de hocico o de costado, o bien con “robo” de objetos, o con apartamiento social. Un conejo en actitud ofensiva mostrará una postura tensa y encorvada, generalmente con la cabeza adelantada y la boca entreabierta, las orejas en tensión hacia atrás o hacia delante, y la cola erguida. A veces emiten pateos, bufidos o gruñidos, y atacan con la boca o las patas. Las agresiones en conejo suelen ser defensivas, pero aun así pueden ser muy dañinas y persistentes.
“El dolor y el malestar se suelen expresar con posturas tensas, rechinado de dientes, reducción de las actividades normales y miedo o agresividad descontextualizados. El chillido puede ser señal de dolor intenso. Para actuar de forma precoz, es útil familiarizarse con la escala grimace cunícola y otras similares”, concluyen desde el Gemca.